I
Entre su rutilante aparición con
Presentando a Sandro en 1964
y Espectacular en
1971, Sandro construyó una prolífica y exitosa carrera en Argentina
y el resto de América. Nacido en la barriada de Valentín Alsina, en
el corazón del conurbano bonaerense, su trabajo con el grupo Los
de Fuego es una referencia
ineludible para entender la génesis del rock cantado en español. La
banda había nacido con un nombre estrafalario, Los
caniches de Oklahoma, y en 1960
tenían un simple editado, un rock escrito totalmente en español por
el mismo Sandro titulado Comiendo rosquitas calientes en
Puente Alsina. Al año siguiente
cambiaron su nombre a Los de Fuego
y el mismo Sandro, que hasta ese momento era la primera guitarra, se
hizo cargo de la voz. Influenciado por su ídolo Elvis Presley
emprendía una carrera inigualable que lo convertiría rápidamente
en una estrella. En 1965, todos conocían al grupo como Sandro
y Los de Fuego, y en ese año
frenético grabaron dos discos de gran éxito que hasta los llevó a
la televisión, en ese entonces un privilegio para muy pocos.
II
Hacia
fines de ese 1965 Sandro se enfrentó a la oportunidad de emprender
una carrera solista. Dueño de una gran voz y de una presencia
escénica inigualables, la compañía grabadora no tardó en
proponerle salir de a poco del rock y empezar a incursionar en la
canción melódica. Separado ya de Los de Fuego, graba un puñado de
discos que lo catapultan a la fama, las presentaciones exitosas y las
cifras increíbles de ventas de discos. Entre El
sorprendente mundo de Sandro
(1965) y Una muchacha y una guitarra
(1968), el cantante y performer es ya una estrella de proyección
internacional. Su sociedad compositiva con Oscar Anderle, quien
además era su representante, se convirtió en una dupla imbatible
creadora de una seguidilla de hits muy exitosos. Con la edición de
cada nuevo disco, Sandro iba dejando de lado su impronta rockera para
acercarse cada vez más a la balada romántica. La edición a fines
de 1968 de La magia de Sandro,
quizás sea el punto exacto en su carrera en donde todas esas cosas
se dan al mismo tiempo. Deja de lado los covers y las composiciones
de la dupla con Anderle ocupan todo el disco, desplegadas en doce
grandes temas, algunos de ellos convertidos casi desde su misma
edición en clásicos eternos.
III
La magia de Sandro
está repleto de felicidades. Los Beatles les habían enseñado a
todos los compositores de la época que daba mucho prestigio ser
cantautor, tener un repertorio propio era un valor agregado, tal como
lo demostraban desde Leonardo Favio hasta Roberto Carlos. La mágica
alquimia de los autores, la extraordinaria interpretación de Sandro
más la exacta ubicación de la orquesta de Jorge López Ruiz dieron
en el blanco en cada tema de manera casi perfecta. El disco lo tenía
todo: temas festivos y temas románticos, con aires de bossa nova,
country, vals y baladas bien distribuidos e interpretados. El éxito
masivo en Argentina y América fue inmediato y Sandro sentaba en este
disco las bases sólidas que lo transformarían en un ícono de la
canción popular. Tengo, Así, Penas, Penumbras, París
ante tí; cada tema era un éxito
y un clásico en sí mismo. A partir de este disco, Sandro, ya
convertido en una máquina de éxitos, se erigía en una
superestrella de la música y el cine, gran herramienta para que su imagen también se expandiera en toda América.
Las
bases y columnas con las construyó su mito pueden verse en este
disco: sencillez compositiva, perfecta interpretación y llegada
popular. Pocos artistas pueden mostrar semejantes medallas.
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