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domingo, 17 de mayo de 2015

"Las ideas de Cooke golpean la conciencia de los argentinos"

En una breve y luminosa charla con este blog, Daniel Sorín, autor de John William Cooke, La mano izquierda de Perón, nos habla del legado, la filosofía y la militancia políticas del primer delegado de Perón en la Argentina durante su exilio. El pensamiento claro, el análisis histórico didáctico y la relectura desde el presente de la filosofía política de Cooke desde la lúcida mirada de Sorín, nos traen la mítica figura del Bebe para cuestionar y analizar el presente.

En el prólogo a tu libro decís que traes a Cooke a partir de este presente. ¿Por qué Cooke? ¿Qué cosas de este presente discuten o ponen en escena su filosofía política?

Hoy en la Argentina se discuten “modelos”. Por un lado el definido como “crecimiento con inclusión” y por otro el típicamente liberal de libre mercado. Lo que no se discute son un par de conceptos. Uno: el capitalismo (o sea el sistema basado en la apropiación por parte del capital del valor que agrega el trabajo, la famosa plusvalía) y dos: la dependencia (esto es, la organización del capitalismo mundial en el que las economías dependientes remiten capital a las metrópolis). No nos preguntamos nada sobre esto. Algunos porque asumen imposible salir del capitalismo dado el fracaso del socialismo real, otros porque imaginan una redistribución de la riqueza que no perjudique a los monopolios.
Traigo a Cooke al presente porque él se planteó esta situación y le dio respuestas. Respuestas diferentes según el momento de la evolución de su pensamiento. Ciertamente, el tema cruza su correspondencia con Juan Perón y define los límites de la Comunidad Organizada.

"El común de la gente exige coherencia entre pensamiento y espíritu. Pero resulta que es infinitamente menos complejo pensar bien que ser mejor. Exigir esa coherencia, lejos de hacernos mejores nos obligará a pensar peor." (Daniel Sorín)

Esta biografía, dedicada al Cooke político y militante, excluye cuestiones que tiene que ver con lo personal. ¿Por qué prescindir de estos tópicos para escribir sobre un personaje histórico? ¿No crees que estas cuestiones ayudarían a entender o conocerlo en forma más completa?

La pregunta es magnífica y la contestación será rara, rara para un novelista: lo que me interesó fue una biografía de su pensamiento. Por supuesto que no es tarea menor una biografía íntima, pero lo que golpea en la conciencia de los argentinos de hoy son sus ideas no sus peripecias personales. No le conozco agachadas al Cooke, al menos que consideremos que ser cocainómano, alcohólico, jugador y mujeriego lo sean. Dicho de forma sintética: conocer mejor a John no nos acerca más a su pensamiento. Un pensamiento complejo, de grandes mutaciones (del radicalismo antiyrigoyenista al marxismo) que no tienen relación con lo bien que bailaba el tango.
(Por otro lado, el común de la gente exige coherencia entre pensamiento y espíritu. Pero resulta que es infinitamente menos complejo pensar bien que ser mejor. Exigir esa coherencia, lejos de hacernos mejores nos obligará a pensar peor.)
No obstante, estuve tentado, te aclaro, porque hay un libro tan mentiroso y cobarde como gorila, al que habría que contestar.

Tras el golpe del 55, Perón nombra a Cooke como su primer delegado en el país. Sobre él recae la enorme tarea de organizar la resistencia. ¿Qué vio Perón en él? ¿Por qué un todavía muy joven dirigente, desconocido para muchos, debía ocuparse de esa enorme responsabilidad?

Cooke ya era conocido. Fue desde 1946 a 1952 diputado nacional y figura clave de la bancada peronista. No integró la lista a diputados del 52 por ser un peronista que se tomó en serio las tres banderas: justicia social, independencia económica y soberanía política. Esto lo hizo profundamente antiburocrático. En la Argentina y en política, la palabra “burócratas” está ubicada en una amorosa vecindad con la palabra “traidores”. Los burócratas eran para Cooke los adulones que fingían estar con el pueblo pero operaban en su contra. En 1966, en su Informe a las bases, definirá de manera precisa lo burocrático como un estilo que opera con los mismos valores que el adversario. Es decir, como un falso adversario del adversario.
Veamos un poco. El 17 de junio de 1954 escribe en su revista De Frente (número 15) un artículo que se llama: “Quiénes facilitan la infiltración comunista”, allí dice:

En los últimos años se ha advertido una peligrosa inclinación en muchos dirigentes sindicales. A poco de llegar a las comisiones directivas, saltando de fábricas y talleres, el flamante dirigente “descubría” un nuevo mundo. Generalmente, el descubrimiento comenzaba con la compra de un sombrero Orión. Luego con los cigarrillos rubios, por supuesto extranjeros. Después, el automóvil, cuanto más largo, mejor.

Con Orión, “Chésterfield” y “bote” la vida resultaba distinta, la fábrica lejana, y sus compañeros obreros, con sus problemas diarios, una cosa realmente molesta. A medida que se internaba en el reconocimiento de la nueva vida [...] perdía el poco o mucho arraigo que había tenido en la masa. Se abría un abismo entre el señor dirigente y sus compañeros obreros. Éstos debían hacer antesala para verlo a aquél, mientras el señor dirigente, a su vez, hacía antesala en las oficinas públicas persiguiendo las cosas más dispares, desde un negocio personal hasta una solución para algún problema gremial que, desconectado de la masa, no se atrevía a encarar.

Notable fragmento que en pocas palabras describe la génesis de la “burocracia sindical”. Cuando en el 55 se produce el bombardeo a Plaza de Mayo, Perón lo llama porque para impedir el golpe los burócratas no servían. Pero el golpe ya era inevitable porque, como pronto se dará cuenta Cooke, el frente del 45 estaba definitivamente roto. Ni el Ejército ni el clero ni los industriales nacionales sostendrían al gobierno.
Producido el golpe, Perón en el exilio pide resistir de las maneras más violentas, llamando incluso a asesinar a los gorilas. Cooke está preso (Las Heras, Devoto, Ushuaia) y es en esas cárceles que junto a César Marcos y Raúl Lagomarsino fundan los primeros comandos. Perón sueña con una insurrección, y para eso Cooke y la izquierda del peronismo (los peronistas antiimperialistas) eran necesarios. Ambos, Perón y Cooke, trabajarán por la insurrección hasta que se convencen de que es imposible. Hacia fines del 57 ambos saben que el pueblo peronista no estaba dispuesto a aguantar seis años del partido de la Libertadora (Balbín) y que votará por Frondizi que promete derogar el decreto 4161 y volver a la Constitución de 1949. Es cuando los dos Juanes hacen el pacto con Frondizi.


"La oligarquía no solamente es dueña de las cosas: también es dueña de las palabras: libertad, democracia, moral. La democracia y la libertad se definen a partir del mundo liberal burgués. " (John William Cooke)


Los cuatro que firmaron el pacto (Perón, Cooke, Frondizi y Frigerio) sabían que era incumplible. La clase obrera enfrenta al gobierno de Frondizi (en 1958 las huelgas alcanzan a 6 millones de días laborables por trabajador y en 1959 a 11 millones). Para ese entonces Cooke piensa que, para no traicionarse, el peronismo debe ser obrero, apoya las huelgas y, aunque no la dirige, está en la primera línea de combate en la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre (enero de 1959). Frondizi reprime con tanques del Ejército la huelga, la parodia democrática había acabado. La toma fracasa por la traición de la burocracia sindical, Vandor pide la cabeza de Cooke y Perón acepta y lo saca definitivamente del círculo de las decisiones. Aquí hay que apuntar algo importante: el capital político de Cooke no era propio sino el otorgado por Perón, Cooke era líder por delegación.
La vida de John corre peligro y decide viajar a Cuba (el triunfo de Castro es simultáneo con la toma del frigorífico, enero del 59). Nadie puede saber cuándo Cooke adopta el marxismo (que en él no es contradictorio con el peronismo), yo estoy convencido que cuando viaja a Cuba ya es marxista, pero es opinable. En Cuba escribe uno de sus textos más memorables y que recomiendo: “Aportes a la crítica del reformismo en la Argentina” (que se puede consultar en la edición facsimilar de Pasado y Presente editada por la Biblioteca Nacional), que es un informe a Fidel Castro sobre el Partido Comunista Argentino. Una crítica demoledora por izquierda al partido de Codovilla. En esos años tratará de influir en Perón a favor de la tendencia revolucionaria que recorre el continente.
Contestando a tu pregunta (y dejando tanta cháchara): Perón usó a Cooke cuando le convino y Cooke usó a Perón todo lo que pudo. Fueron todo lo sinceros que podían ser, poco por cierto, pero tengo la sensación que ambos se respetaron. En este sentido es muy reveladora la contestación de John a la invitación del Grupo Cóndor (Hernández Arregui), pero eso lo dejaremos para no extendernos más.

Siempre pensé que la dramática y exagerada adulación pública de Eva hacia Perón llevaba implícita una exigencia enorme hacia el líder. Cooke, en otro momento histórico, va más allá; sin dejar de reconocer y hasta admirar el liderazgo de Perón, lo cuestiona y discute tratando de forzarle definiciones. ¿Cómo analiza ese comportamiento de Cooke en sus formas y en sus contenidos?

Buena parte de la pregunta está contestada en la anterior. Perón es el líder bonapartista de un movimiento que busca la conciliación de clases, la conciliación entre el capital y el trabajo. Esto es indiscutible, solamente hay que leer “La comunidad organizada”.
Cooke integró el peronismo en tanto movimiento nacional. Hasta la resistencia combate las “desviaciones” burocráticas, pero durante la resistencia se da cuenta de que son más que desviaciones: si la burguesía nacional ha pactado con el imperio, entonces el peronismo no puede ser conciliatorio sino obrero o dejará de ser nacionalista. Plantea que un nacionalismo que no fuera antiimperialista no es nacionalismo. Dicho sintéticamente: su peronismo se distancia del peronismo de Perón, en tanto es un peronismo revolucionario, obrero y no burgués.


"La izquierda argentina se divide entre dos bandos, tan burdo uno como el otro: los que piensan que Menem es igual a Kirchner y terminan haciendo asquerosos acuerdos con la Sociedad Rural; y los que se encolumnan acríticamente con el gobierno y terminan comprados por un puñado de cargos." (Daniel Sorín)

El peronismo es muchas veces un significante vacío que cada quien llena con lo que le parece o le interesa. Cooke, desde el marxismo, le encontró un sentido y luchó para forzar a Perón a que se decidiera por su visión. ¿Puede el peronismo actual encontrar un sentido único a su pertenencia política? ¿Tiene sentido plantearse al peronismo como una herramienta de cambio social que revolucione estructuras? Parecería que hoy en día sólo debe conformarse con la redistribución.

Pensemos más allá de las etiquetas que son confusas, especialmente la etiqueta “peronismo” que es extremadamente difusa en sus límites. Una redistribución sin modificar los cimientos de la estructura social no puede ser más que un veranito efímero. El kirchnerismo, que es el peronismo de esta época (líquido comparado con el del 45-49, como líquida es nuestra época con respecto a aquella) después de 12 años de gobierno se salda por derecha. Gane con Scioli o pierda con Macri, lo que viene es un avance de la derecha (lo que no quiere decir que sea lo mismo que gane Scioli o Macri). La razón es evidente y no la ven los que no quieren verla: la economía sigue en manos de los mismos monopolios extranjeros, de los mismos bancos, de los mismos consorcios agroexportadores y de una industria a la que ni se le pasa por la cabeza desarrollar el sector 1 de la economía (máquinas que hacen máquinas) y que solamente se dedica a algunos productos de consumo. Tarde o temprano la lógica política hace (en especial en las semicolonias) que el poder político sea sinónimo del poder económico y el veranito se acaba.
Un par de cosas finales. Uno: No comparto la idea de Cooke de que el único nacionalismo es el antiimperialista. Es el único nacionalismo revolucionario, pero existen nacionalismos más tibios (como el kirchnerismo) que no pueden obviarse. Es interesante esto. La izquierda argentina se divide entre dos bandos, tan burdo uno como el otro: los que piensan que Menem es igual a Kirchner y terminan haciendo asquerosos acuerdos con la Sociedad Rural; y los que se encolumnan acríticamente con el gobierno y terminan comprados por un puñado de cargos.
Dos: un verano, aunque pasajero, es un verano. Soy un trabajador que ha sufrido, a veces más a veces menos, la suerte del común de los trabajadores y no se me escapa ni por un instante la diferencia entre la inclusión en un sistema injusto y la definitiva exclusión, la diferencia entre un plato de comida caliente y el hambre. No rechazo ese verano, rechazo la ilusión que promete.


El libro, el autor


Daniel Sorín nació en Buenos Aires en 1951. Novelista, ganó el premio Emecé de Novela en 1998 con Error de cálculo, y editó entre otros libros, El dandy argentino (2000), El hombre que engañó a Perón (2008) y La última carta (2013). Es editor, además, de las revistas culturales Abanico y La púrpura de Tiro. En John William Cooke, la mano izquierda de Perón encara una biografía política de uno de los más grandes ejemplos de lealtad, coherencia y lucha. El trabajo documental de Sorín es meticuloso y apasionado, dando a la palabra y los textos de Cooke el espacio necesario para iluminar el presente con claridad y honestidad intelectual nuestro presente. El autor es llano y directo, contextualizando y dando marco histórico y teórico a cada palabra de Cooke. Una biografía alejada de las cuestiones personales del personaje que se transita con deleite hasta la última página. El pensamiento y labor política y militante de John Cooke no podrían encontrar mejor homenaje que este libro.

viernes, 16 de agosto de 2013

Pasión, ego y filosofía en el relato del hecho maldito

Una lectura de Peronismo, Filosofía política de una persistencia argentina de José Pablo Feinmann


Proponerse analizar e interpretar al Peronismo desde la defensa de sus conquistas sociales más profundas y la crítica descarnada hacia sus errores históricos más notables es una tarea gigante que sólo se puede encarar desde el conocimiento profundo, el amor y el dolor que inspiran, el coraje de saber que no siempre se saldrá indemne en el intento, y la osadía de poner el cuerpo y la mente en eso que no sabemos explicar muy bien qué es, pero que nos traspasa como sociedad desde hace casi 70 años. El Peronismo vuelve una y otra vez a interrogarnos como sociedad porque, aún en quienes dicen detestarlo, su accionar nos define como ciudadanos ante lo político y lo público. José Pablo Feinmann —filósofo, novelista, guionista de cine, ex militante peronista, hombre apasionado— nos habla desde la academia y desde la militancia, exaltando y cuestionando en partes iguales, con la misma lucidez, lo mítico y lo reprochable de la historia peronista. Su intento, pasional y polémico, erudito y pendenciero, se vuelca en dos volúmenes —Tomo I, “De 1943 al primer regreso de Perón” y Tomo II “Del primer regreso de Perón al golpe militar de 1976”—, que no pueden dejar de leerse de un tirón, dejándonos exhaustos y perplejos ante la persistencia del hecho maldito de un país pequeño burgués. Estas líneas se ocupan de esa primera parte.


I

A pesar de que no siempre mantiene linealidad en el relato histórico, Feinmann se propone contarnos el Peronismo desde sus orígenes. El Coronel carismático, integrante de un gobierno militar y golpista obsesionado por la industrialización pesada, se queda con aquello que nadie ve ni registra. La Secretaría de Trabajo y Previsión le brinda la posibilidad de ponerse en contacto con esa masa de nuevos obreros, que llegados del campo a la ciudad, carecen de toda conciencia de sus derechos. Si Roberto Arlt se queda con el idioma que la academia desconoce, Perón apunta a la nueva clase social invisible para el poder político. Ese berretín, como lo llama el autor, le dará la posibilidad de amasar poder desde un nuevo lugar con una inteligencia superior a la media vigente. Usará su carisma inigualable, un lenguaje llano y picaresco, los medios afines y una política social activa e inédita para en poco tiempo conseguir una popularidad gigante. Tenía ambiciones políticas el Coronel y de pronto, en una jornada de movilización popular genuina y multitudinaria, los invisibles ponen las patas en la fuente y le dan la presidencia de la república. Algo absolutamente nuevo y transgresor estaba sucediendo en un país formado y dominado por la oligarquía.
A no dudarlo, nos dice Feinmann, el Peronismo en el gobierno se comportó como un régimen: personalismo, concentración de poder, persecución a la prensa opositora. Pero las capas bajas de la población conocieron derechos que les habían sido negados en forma sistemática: sindicalización, vacaciones pagas, aguinaldo, salud, educación, el desarrollo de una industria liviana que creó miles de puestos de trabajos, las nacionalizaciones, la inédita asistencia social. Y un dato estadístico que visto hoy sería revolucionario: el 53% del PBI destinado a los desposeídos. Ese es el hecho inexorable de la mística peronista, algo que esas clases dominantes no le perdonarán nunca, ni ayer, ni hoy. Algo que los excluidos del sistema imperante tampoco olvidarán nunca, ni ayer, ni hoy. Un nuevo poder construido con un nuevo sujeto social. En el medio de este verdadero tembladeral —nos sumamos a la izquierda boba argentina que siempre se regodeó diciendo que Perón no era revolucionario—, está Eva. Evita es un acto revolucionario en la vida de Perón, nos dice Feinmann, quizás el único. Y agrega: no es poco, considerando que ningún presidente argentino tuvo jamás un acto revolucionario. Eva concentra en su figura el fanatismo por Perón, pero implícito en su discurso, lleva consigo las mayores exigencias hacia el líder: el enemigo acecha, es vengativo, hay que profundizar los cambios y prepararse para resistir. Un cáncer abominable, celebrado por el más rancio antiperonismo, la convirtió en un cadáver exquisito, libre de contradicciones. Su infatigable obra social y su militancia sin respiros la convierten en el primer mártir peronista.



II

El autor de La sombra de Heidegger se interna con pasión y dolor en sucesos esenciales que marcarían a fuego el resto del siglo para la Argentina: el bombardeo a Plaza de Mayo, el derrocamiento de Perón, el fusilamiento de Valle. La conducta de Perón tras la muerte de Eva es severamente criticada; rodeado de alcahuetes y adulones se enfrasca en una guerra con la Iglesia Católica que fue creciendo en agresiones y episodios de violencia. Aliada como siempre con los poderosos, la Iglesia ayudó a aglutinar a la oposición y darle un discurso único. Los aviones que bombardearon Plazo de Mayo —un suceso cruel y nefasto, un ataque artero y cobarde contra población indefensa, un presagio de la noche negra de la dictadura del 76— llevaban la inscripción Cristo vence, y después de regar de cadáveres Buenos Aires huyen a refugiarse a Uruguay. La intentona fracasa, pero el odio es más fuerte. Volverían a la carga meses después. El golpe del 55 es claramente un golpe de clase, la vieja oligarquía se toma venganza echando a patadas al tirano y comienza un brutal período de desperonización, festejado y aplaudido por los medios y la clase media, que sólo ambiciona, ayer como hoy, espejarse en los más poderosos. La Libertadora, como se llamó a esa jauría de perros infames, se empecinó con su odio de clase, sus políticas entreguistas y su violencia persecutoria de la militancia peronista, cubierta por las loas de todo el establishment, incluyendo el cultural. Ahí está ese texto fundante del odio gorila, La fiesta del Monstruo, escrito por Borges y Bioy para atestiguarlo. Los fusilados en el levantamiento del General Valle, suceso magistralmente narrado por Rodolfo Walsh, vienen a mostrarnos blanco sobre negro el espíritu de los libertadores del ’55: brutalidad, odio, resentimiento, venganza.
Feinmann se embarra en el relato y en su interpretación de los hechos ocurridos desde el golpe del ´55 hasta el retorno de Perón a la Argentina. Y su afirmación es clara y contundente: la proscripción del peronismo impide el ejercicio de la democracia en el país y el empecinamiento gorila de todo el andamiaje militar y político que permitió esa anomalía es mayormente responsable de la escalada de violencia que se sufrió. Lejos de desperonizarse la sociedad argentina comprendió que los logros sociales y políticos del peronismo adquirían forma de leyenda y mito ante el cuadro represivo y entreguista de los sucesivos gobiernos militares y pseudodemocráticos que le siguieron. En el exilio, Perón juega un ajedrez desgastante para el poder, contiene a todos los sectores, pelea en todos los frentes para lograr su retorno. Y en el contexto de una gesta gigante de la militancia logra volver: el país entero era peronista, el Padre Eterno bajaba a la tierra a devolverle el color a los días grises de su ausencia. El problema no percibido en esos días de efervescencia y militancia es que cada quien veía en Perón algo distinto y el General —viejo, malo y enfermo— decide tomar partido por lo peor. Esa elección del líder no da lugar a equívocos, Perón debía conocer el accionar mafioso de la ultraderecha que lo acompañaba en el retorno y a sabiendas, la dejó hacer. El líder dejaba de ser un significante vacío que cada quien llenaba como quería, a pasar a tomar partido por uno de los bandos, sin dudas el peor y más nefasto. Feinmann sabe que la afirmación es polémica y le granjeará el odio de buena parte del peronismo, pero así como le cuelga todas las medallas de sus logros inéditos y es lapidario con los enemigos que no permitieron su retorno a tiempo, no tiene medias tintas en su condena a la teoría del entorno con que muchas parte de la militancia justificaba las actitudes del Perón otra vez Presidente.


III

El ensayo de José Pablo Feinmann mantiene encendido el debate con referencias a la actualidad y al enfrentamiento del kirchnerismo con los grupos de poder que son los mismos que trabajaron incansablemente para derrocar a Perón. Pero lo interesante de estas desbordantes páginas es que el autor defenderá con pasión cada logro extraordinario de aquel primer peronismo y será firme en la condena a las actitudes del líder en su retorno a la Argentina. Quizás hasta llegando más lejos que los propios intelectuales del antiperonismo. Privilegios de una mente clara, sanguínea, honesta, desprovista de todo prejuicio gorila, testigo privilegiado de la historia, a veces demasiado autoreferencial, pero sin odios y memoriosa hasta en la anécdota. No se podrá acusar al autor de andarse con medias tintas a la hora de analizar conductas propias y ajenas, pero las continuas referencias a su propio protagonismo en los hechos y un ego a flor de piel para citarse en forma continua logran, a veces, entorpecer lo que trata de argumentar. Este Peronismo de José Pablo Feinmann es esencial para el debate y la polémica, pero también es necesario para entender por qué pasa lo que pasa en nuestros días. 

martes, 23 de julio de 2013

Lanata: desventuras de un periodista con conchero


La primera vez que vi a Jorge Lanata por televisión fue durante los 90 en Hora Clave, el por entonces programa estrella del periodismo político televisivo, conducido por Mariano Grondona. El Gordo estaba invitado a debatir con alguno de los mediáticos defensores del menemismo —¿sería Jorge Asís?— y vestía una campera de cuero roja. Esa noche provocó por duplicado con las formas que serían su marca registrada; el rojo furibundo insultaba las corbatas grises del periodismo “serio” y su lengua filosa arremetió con una irónica y burlona interpretación del peronismo. En todo momento el tipo sentía que el centro del universo pasaba por él y la versión tan gorila y chiquita del peronismo que expuso pasaba disimulada por el escándalo de la frivolidad y el robo de esos años nefastos. Ídolo de todos los estudiantes de Periodismo en ese momento, director de Página/12, el diario que había venido a cambiar la forma de hacer periodismo gráfico en la Argentina, estupendo escritor, ingenioso y picante para el debate, ya se sentía un superstar y empezaba a construir el personaje que lo tiene devorado desde hace tantos años.

Hoy que trata de chorros, brutos, pelotudos e imbéciles a todos los que intentan, con más o menos fundamentos, rebatir su “relato”, esas formas provocativas derivaron en una triste caricatura. Adjurando de todo lo defendió y de todo lo que combatió durante muchos años, hoy corre detrás de la línea editorial que le exige el Grupo Clarín con la dedicación, el énfasis y el fanatismo de los conversos. Se puede entrever el odio que le deben tener sus nuevos compañeros de odio—Van der Kooy, Castro, Majul, Leuco, Bonelli, etc.— que hubieran querido para ellos ese papel protagónico. Él los humilla, “la estrella soy yo, pelotudos”, y arremete contra todo y todos. El detestable Mauro Viale lo calificó de manera notable: “periodista con conchero”. Su programa es un show televisivo que toma todos los tips de la actual televisión comercial argentina: agresión, bravuconería, provocación, chicanas, agravios, sarcasmo, el más desagradable humor. Su periodismo de investigación, plagado de datos inexactos, fuentes dudosas, datos no confirmados, recursos cuestionables, es un insulto a la profesión.


Puedo aceptar que Jorge Lanata crea que el kirchnerismo sea algo detestable por los motivos que se le ocurran, pero las formas que utiliza y su sumisión al grupo mediático que representa descalifican su opinión. Su memoria es frágil, tan frágil que ha olvidado las denuncias de lavado de dinero firmadas por su puño y letra en el malogrado diario Crítica, que involucraban a miembros del directorio del Grupo Clarín, por ejemplo. Grupo al que años atrás acusaba de monopólico y de querer inculcarnos qué comer, qué pensar, qué decidir. Mientras tanto, muestra cada día una imagen más degradada y degradante de su propia figura y de la figura del periodista comprometido. Quizás esta sea su verdadera cara, la cara más triste y lastimosa del tipo que tuviera bajo su dirección la última revolución en el periodismo gráfico argentino y hoy es la cara visible de un grupo mediático lanzado a voltear al único gobierno que ha osado enfrentarlo, utilizando las armas más nefastas de la profesión.

domingo, 17 de marzo de 2013

Nelly Rivas, la triste historia de un amor peronista

Nélida Haydée Rivas tenía catorce años, cursaba segundo año del secundario y era fanática del cine. Tenía el pelo corto y algunos rasgos ambiguos que hacían que algunos la confundieran con un varón. Para una chica de su edad a quien no le gustaban las actividades físicas y se aburría en el colegio, no había otro divertimento que ir los domingos al cine del barrio a disfrutar tres películas seguidas al precio de una sola entrada. Fuera de eso, una adolescente de comienzos de la década del 50 no tenía mucho para hacer. Su amiga Teresa la convenció. Los domingos concurrirían a la Unión de Estudiantes Secundarios, la famosa UES, donde muchas adolescentes como ellas tenían actividades recreativas, veían películas antes de su estreno, andaban en motoneta ­—última atracción en Buenos Aires—, comían rico y gratis y, además, podían conocer en persona al General. Nelly dudó, pero después de consultarlo con sus padres, decidió ir a la residencia presidencial la semana siguiente. No podía saber que su vida tendría un antes y un después a partir de esa decisión.
Juan Domingo Perón tenía cincuenta y nueve años, era Presidente de la Nación y estaba profundamente deprimido. Su joven segunda esposa se había muerto consumida por un cáncer que no le dio tiempo ni chances. Abrumado por el dolor de la ausencia, enfrentando una fuerte crisis económica, rodeado de alcahuetes y adulones, con sus enemigos confabulando y soñando con su caída, se sentía más solo que nunca. El ministro de Educación le acercó la idea. Había que crear la UES, transformar Olivos en un gigantesco gimnasio femenino con canchas para casi todos los deportes, sala de cine y un inmenso garaje para las motonetas fabricadas por la Siam. El mismo Presidente debía manejar y promocionar junto a las chicas el nuevo producto nacional. Perón aceptó la idea y pronto sus ratos de ocio se transformaron en un multitudinario picnic adolescente. Comenzó a sacarse a de encima el negro de la muerte y volvió disfrutar sin culpas. No podía saber que esa decisión sólo serviría para alimentar el morbo de sus muchos enemigos.
La primera vez que Nelly vio a Perón quedó impactada. Un griterío histérico le avisó que el General había llegado a Olivos. Lo vio encender un cigarrillo de espaldas, darse vuelta, distinguirla entre todas las otras chicas y preguntarle qué le parecía la UES. Nelly no pudo contestarle, quedó muda e impactada ante la imagen imponente de ese hombre alto, buen mozo, atlético, simpático, sonriente. A pesar de temblar como una hoja, de sentir que las rodillas se le vencían, se juró volver cada domingo para verlo nuevamente. Cuando llegó a su casa no le alcanzaban las palabras para contar a sus padres lo que había vivido. ¡El mismo Presidente de la Nación, el General Perón, ese que veía desde chica en los noticieros del cine, aquel a quien sus padres adoraban, la había mirado, la había distinguido y le había dirigido la palabra! Si todavía creía poder sentir su perfume y retenerlo en la memoria.
A Perón le atraía y le divertía la ambigüedad de la figura de Nelly pero supo muy rápido que la chica tenía determinación. Apenas unos meses después de su ingreso a la UES ya la vio integrada a la Comisión de Deportes que periódicamente se reunía con él y comenzó a notar como la mujercita trataba se sentarse lo más cerca posible de su figura. Lo que no pudo imaginarse es que esa joven casi niña le propusiera que fuera él mismo quien le enseñara a manejar la motoneta y no los mecánicos designados al resto de las chicas. Perón le festejó la originalidad y aceptó el reto. Para evitar celos y comentarios de las demás la citaba a primera hora del día, antes que llegara el resto, y le daba clases personales de manejo. El presidente estaba sorprendido de esto que vivía, de este guiño de la vida en medio de tanta muerte y tanta soledad.
Para Nelly era vivir el cuento de Cenicienta, tener que pellizcarse cada día para darse cuenta que el General la distinguía con su amistad, que era alguien especial para él. Para la Navidad del 53 recibió una de las mejores noticias de su vida. Estaba invitada junto a los miembros de la comisión de Deportes de la UES a pasar las fiestas con Perón. Tuvo que convencer a la sangre gallega de su papá, qué no podía entender que su nena pasará estas fechas fuera de la casa, sin su familia; pero el nombre de Perón todo lo podía y finalmente aceptó. Esa noche hubo regalos presidenciales muy costosos para todos, sin embargo la preferida no tuvo el más caro. A Nelly no le importó y se lo hizo saber, no le interesaba el valor, le dijo, bastaba con saber que era un regalo de Perón. A pesar de la corte servil que lo rodeaba, Nelly podía sentir la soledad de ese hombre a quien veía como a una superhéroe y se ofreció para pasar Año Nuevo con él en la quinta de San Vicente. El mismo Presidente hizo llamar al padre de Nelly para pedirle autorización.
Después de las fiestas Perón se alejó algunos días de la UES y de sus chicas, y también de Nelly, por lo que se sorprendió cuando la vio aparecer por la residencia presidencial un día cualquiera a la hora del almuerzo. No pensaba dejarlo solo, se ofreció a comer todos los días con él, y cuando empezó a encariñarse con Monito y Tinolita, los caniches del General, le ofreció a Perón quedarse a vivir. En casa de Nelly el machismo herido de su papá hizo tronar rayos, pero la niña mujer lo convenció con un  largo discurso sobre todo lo que los argentinos le debían, la soledad inmensa en que se encontraba y  que sólo buscaba a alguien para hablar de otra cosa que no fueran asuntos de gobierno. El señor Rivas otra vez accedió y Nelly pasó a formar parte de la coreografía presidencial, apareciendo incluso en algunas fotografías en los diarios de la época bien cerca del General. Una foto tomada en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata muestra a Nelly junto a Perón como una joven muy atractiva. Llevaba más de un año conviviendo con él y nadie podía ya confundirla con un muchacho como meses atrás.
¿Estaba Nelly enamorada de Perón? Seguro que sí, había quedado impresionada por él desde el primer momento que lo vio. Además de apuesto, elegante, simpático, era el Presidente de la Nación. La había colmado de obsequios y había ayudado a su familia que cuando su padre se quedó sin trabajo por enfermedad recibió como regalo una casa en Vicente López a cambio de la que tenían en la Boca. Había visto de cerca la soledad del líder y se había sentido importante estando cerca de él. ¿Estaba Perón enamorado de Nelly? Difícil saberlo, es probable que no, quizás se haya divertido primero de su espíritu adolescente y después, como con muchas otras relaciones, utilizó su estilo protector y de guía que lo convertía más en un padre que en una pareja. Nelly significó distracción y alegría en los momentos más difíciles de su vida. Meses después la cañonera de bandera paraguaya Huamitá se lo confirmaría.
Derrocado Perón, Nelly tuvo como única herencia a los dos caniches del General, que quedaron  a su cargo, y a una jauría de perros morbosos que se abalanzaron sobre su historia para pisotear todo lo que se pudiera la figura del prófugo que ahora no se podía ni siquiera nombrar. Obligada a declarar en algunas de las numerosas comisiones investigadoras que la Libertadora instauró para aniquilar al peronismo, tuvo la valentía que muchas ratas que huían del barco no tuvieron. Con orgullo e hidalguía se declaró amiga de Perón y sólo tuvo palabras de agradecimiento para con él. Mientras militantes eran fusilados o conocían la cárcel y se trataba de destruir ladrillo por ladrillo de la construcción material e ideológica peronista, comenzaba un período oscuro que prefiguró la tragedia argentina. Nelly y su familia no corrieron mejor suerte.
La Policía de la Libertadora ingresó a las casa de sus padres, destruyó o robó todo lo que pudo y entregó a juicio a toda la familia. Los defensores de la moral cristiana y los valores de los fundadores de la patria, que denunciaban la corrupción y el autoritarismo peronistas, utilizaron la historia de Nelly para acusar a Perón de estupro y a sus padres de cómplices, confiscándoles además todas sus propiedades. José María Rivas y Mariana Sebastiana Viva de Rivas fueron condenados y confinados en la Cárcel de Villa Devoto, mientras su hija Nelly fue derivada a un Asilo Correccional de Mujeres para “reconstruir su moral”. Tras un año de encierro debió emprender un tratamiento psicológico intenso y prolongado. Era una muestra de las formas y los resultados de la limpieza moral que la Libertadora venía a traer al país después del escarnio peronista. Durante el exilio del ex presidente la vida de ambos continuó sin saber cada uno nada del otro. Perón, jugando al ajedrez político desde Madrid, conducía una masa informe y contradictoria que quería traerlo de vuelta y se casó con una bailarina a la que llamaban Isabel. Nelly trató de reconstruir su vida como pudo y tras algún tiempo, se casó con un muchacho llamado Carlos, empleado de la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires.
En noviembre de 1972, en una de las proezas más gigantes que una militancia política haya conseguido, después de dieciocho años de represión y de lucha, Juan Domingo Perón vuelve al país. Aquellos patriotas que habían venido a barrer la corrupción peronista demostraron que no era la moral del ex presidente su preocupación. No les interesaba la burocracia estatal, el culto al personalismo, la corrupción generalizada, la inflación ni los ataques a la prensa libre. En realidad su preocupación urgente era la destrucción de un país que dejaba de lado el modelo agroexportador para apuntalar a una industria nacional, con un mercado interno expansivo, la clase obrera sentado en la mesa de las decisiones políticas, con una verdadera distribución de la riqueza, como nunca se vio y nunca volvería a verse. Mientras el país se convulsionaba tratando de imaginarse con Perón de vuelta, el viejo líder se instalaba en una casa en la calle Gaspar Campos, comprada especialmente por el Partido. Una de esas mañanas Nelly decidió, con la misma determinación que cuando tenía catorce años, que tenía que volver a ver a Perón.
Franqueando toda la seguridad de la casa con la temeridad y la decisión de siempre, Nelly llegó hasta la cocina en donde estaba el General. Perón la reconoció al instante y quedó tieso del asombro. Toda una mujer, sus primeras palabras fueron para retarlo, tenía que tener más cuidado, si entraba ella tan fácil también podía hacerlo cualquiera. Después se lanzó a relatarle sus años de penurias, la suerte de sus padres, su reclusión, el escarnio público, su tratamiento psicológico, su nueva vida familiar. El gigante de la Historia, el hombre de la sonrisa y simpatía eternas, el que siempre tenía la palabra o la frase justas para cada ocasión, aquel a quien le costaba demostrar sentimientos amurallado en su rígida formación militar, no supo que decir y se largó a llorar casi sin consuelo. Quizás haya pensado en esos minutos de congoja si había valido la pena todo lo vivido sólo para recordar tantos muertos, consolar a tantos lastimados, cicatrizar tantas heridas.
Ese día fue el último en que se vieron. Nelly seguiría recordando con cariño y admiración a Perón el resto de su vida. El General se enfrentaría viejo, malo y enfermo, a los días más negros que haya vivido como líder político. El país se preparaba para sufrir sus años más tristes y sangrientos.



jueves, 22 de diciembre de 2011

Cristina Fernández de Kirchner: las palabras y los hechos


Tenía muchas expectativas en el discurso que daría Cristina Kirchner ante la Asamblea Legislativa en ocasión del juramento del cargo por un nuevo período presidencial. Si en el peor de los momentos la consigna fue “vamos por todo”, luego del tener más del 54% de los votos en las elecciones nacionales, creía necesario dejar en claro que había que correr los límites hacia adelante, “ir por más”, profundizar los cambios y emprender aquellos desafíos no enfrentados.
La realidad me mostró el anuncio de tres o cuatro medidas trascendentes en ese sentido –ley de extranjerización de tierras, modificación de la ley penal tributaria, declaración de interés nacional de la producción de papel para diarios, etc.-, y una largo recitado de los logros de la gestión, como una larga letanía, por momentos extenuante, de autoreferencia. El discurso mantuvo coherencia, sentido y atracción, sólo por el increíble carisma de Cristina, la notable utilización de recursos oratorios, su impecable dicción y un poder de argumentación que la ponen muy pero muy por encima del resto de la clase política.
¿Era necesario ese largo recitado de logros y políticas activas del Estado? No había que convencer a nadie, las elecciones ya estaban ganadas por paliza, Cristina está en el punto más alto del gran “protagónico de su vida” (Feimann dixit). Creo que enumerar cada uno de estos logros era necesario para reafirmar que el cambio ha sido espectacular por el cortísimo tiempo histórico en que se produjo. Y esa reafirmación de valores que cada uno de esas medidas tiene implícita es lo que debe iluminar las nueva medidas. Nuevas medidas en el marco de un nuevo paradigma impensado en la Argentina post dictadura. Lo política como elemento transformador y no como reaseguro servil del los intereses de las corporaciones. La política como nuevo escenario donde una sociedad siente que puede usarse para cambiar lo que quiere cambiar. La política como lugar donde miles de jóvenes descubren o vuelven a encontrar la alegría de la militancia.
Si el histórico discurso de Néstor del 25 de mayo de 2003 eran sólo palabras que luego se transformarían en hechos, el discurso de Cristina son palabras que dan cuenta de los hechos. Y los hechos son abrumadores. No los repetiremos aquí, hemos militado todos estos años tratando de hacerlos lo más visibles que pudiéramos. Pero me gustaría resaltar la matriz conductora de toda esta transformación: la completa subordinación de la conducción económica en manos de la política. Es fama el recuerdo de Néstor y su famoso cuaderno a espiral llamando todos los días a primera hora a Economía para saber como iba la recaudación fiscal o como estaba el nivel de reservas. No se equivocaba; sin esa herramienta su gobierno y el de Cristina hubieran sucumbido por un golpe de mercado en un abrir y cerrar de ojos. El intento destituyente conocido como la “crisis del campo” o el intento de los primeras horas de este tercer mandato kirchnerista, cuando desde los medios se organizó una corrida cambiaria que, a pesar de algunas torpezas, el Gobierno controló, hubieran hecho volar todo por el aire. O hubiera obligado a capitular convicciones. Es lo que el Perro Verbitzky llamó alguna vez "la educación presidencial". Eso que quiso hacer Escribano, de La Nación,  llevándole condiciones a Néstor apenas asumido. Es lo que la corporación mediática y sus cada vez más idiotas útiles intentó durante todos los santos días de este Gobierno.
Cristina no usa eufemismos cuando no debe hacerlo. “No soy la Presidenta de las corporaciones”, dice claramente a toda la sociedad mirándonos a la cara, por si a alguno no le quedaba claro. Avisa, como Néstor, que “no va a dejar las convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Y va por más. Desde el minuto cero de su segundo mandato no cesa de recibir mensajes desde todos los sectores cuyos intereses han sido tocados. Desde el minuto cero y ante la Asamblea Legislativa ha mostrado un coraje y una entereza que provocan cada vez más admiración y alegría. Nos ha convencido que siempre se puede ir por más.

domingo, 20 de noviembre de 2011

El relato K: la historia como eje de nuestra imaginación creadora



Una de los modales kirchneristas que más enfurecen a gorilas y chimpancés es la construcción de un supuesto relato histórico deformado y completo de falsedades, imposturas y deformaciones. Según esta visión, los Kirchner han construido con hechos históricos aislados, reinterpretados, pegados en una suerte de collage antojadizo, un hilo conductor que arranca en Mariano Moreno y Manuel Belgrano –los favoritos de Cristina Fernández-, pasa por Rosas, Perón, Eva, Cámpora, Jauretche, etc.; y culmina en la figura cada vez más épica de Néstor Kirchner.
Muchas veces me pregunté si era válida la apropiación de estos hechos en forma segmentada para integrarlos como parte y sostén del discurso de un movimiento  político. A pesar de la simpatía que me despiertan estos hechos y personajes junto con el rumbo elegido por el partido gobernante en este momento histórico para Argentina y América Latina, no tenía una respuesta definitiva. Lo que sí tengo en claro es que detesto la construcción histórica del otro relato dominante durante décadas, ese que tiene como bandera al diario La Nación por ejemplo, y que muestra como héroes de la patria a genocidas como Julio Argentino Roca.
Como tantas veces, en forma sorpresiva una mesa de saldos me trajo algo de luz al respecto. Whashington Cucurto, escritor antisistema surgido del conurbano bonaerense, que escribe con todo lo que está afuera del idioma establecido por la academia, me dio una mirada audaz, inteligente, distinta, de lo que significan los protagonistas y los hechos históricos en su relación con el presente. Escribe Cucurto en 1810 La Revolución de Mayo vivida por lo negros (Emece Editores, Buenos Aires, 2008):

Señoras y señores,        
¡se acabó!
¡tomemos la historia por el culo!
¡La historia y la literatura nos pertenecen!
Basta de historiadores de manos blancas
y oscuras ideologías,
ahora la historia la escribiremos nosotros.

Y más adelante otro párrafo perturbador:

La historia debe ser
el eje de nuestra imaginación creadora.
De nada sirven San Martín y Bolívar
-con todo respeto- si no nos ayudan a solucionar
nuestro horrendo presente de hambre y desesperanza.
Porque la primera obligación de San Martín,
¡hete aquí, bien dicho,
la primerísima obligación sanmartiniana!,
es ser nuestro compinche,
ser como nosotros queremos.

Entonces me pregunto, ¿de qué me sirve hoy, por ejemplo, Perón? ¿Cómo puede ayudarme Evita? ¿Qué hechos del pasado integro a mi proyecto de país? Es muy conocida la anécdota sobre la respuesta de Perón a Braden con apenas unos días ejerciendo como presidente en octubre de 1945. El Embajador de EEUU había cumplido en esas elecciones presidenciales el papel que por estos tiempos hicieron los grandes medios con Clarín como bastonero; es decir, demonizar al gobierno, aglutinar a la oposición, darles un discurso, enfrentar al candidato nacional y popular. Con todo a favor, Braden, como Clarín, pierde clamorosamente. Pero sabe que tiene la impunidad del poder. Pues bien, visita a Perón y lleva un pliego de condiciones para que el general transite una presidencia sin turbulencias. Braden dice algo así como “esto es lo que debe hacer para ser bien considerado en mi país”. El Presidente lo lee detenidamente y responde: “No quiero se bien considerado en su país a costa de ser un hijo de puta en el mío”.
Cuando pienso en las distintas caras que Perón mostrara en su larga vida política, créanme me quedo con ese revolucionario presidente conductor de un modelo nacional y popular y no con el viejo hijo de puta que le dio la derecha a López Rega para comenzar la represión ilegal con la complicidad del Estado. Sé que es un recorte, que estoy editando la historia de acuerdo a mis intereses, que Perón fue algo más complejo que esa maravillosa respuesta a Braden y su formidable primer gobierno. Pero es el Perón que necesito en este momento de la Patria. Su primera obligación es ser mi compinche, ser como yo quiera.
Por eso, cuando leo a tanto contrera profundamente preocupado por cuantas hectáreas tiene la propiedad de los Kirchner en el Calafate, y no mencionan la formidable quita que Néstor lograra sobre nuestra ominosa deuda externa, por citar sólo un ejemplo de una larga, larguísima lista de medidas verdaderamente nacionales y populares, no puedo dejar de enojarme. Y con respecto al relato histórico k, no está nada mal investirnos de una mística histórica que será muy necesaria cuando tengamos que enfrentar a los enemigos de siempre, que siempre estarán dispuestos a la revancha.
El presente como resignificante de la historia, la historia como eje de nuestra imaginación creadora, las banderas y mitos que creamos como escudos para enfrentar las grandes batallas. Gracias Cucurto, nuevo Roberto Arlt que se pasea entre Berazategui y Constitución pegando sin cansarse a cada rato un nuevo  “cross a la mandíbula”.

jueves, 27 de enero de 2011

Mauricio Macri: la sinceridad de un reaccionario


Las palabras de mi amigo Octavio Echevarría en Facebook sobre las estúpidas puestas en escena de Mauricio Macri  -El Mauri, el Barba, la María y el Cacho- me hicieron reflexionar sobre la influencia y las consecuencias que provocan en los votantes el candidato a presidente de la derecha vernácula. Suelo desvalorizarlo, lo creo limitado e ideológicamente troglodita, incapaz de lograr un consenso político que lo lleve a la Casa Rosada. Alguno de los comentarios al texto de Octavio me hicieron repensar esta postura; definitivamente sería muy torpe subestimar a un tipo que creció políticamente desde la nada de su discurso y los goles de un Boca que le debe todo a Carlos Bianchi. ¿O vamos a seguir creyendo el verso de la "gestión"?


Justo en el día hoy La Nación publica un reportaje a Mauricio Macri en el sitial de precandidato presidencial. Blanco sobre negro Macri muestra su ideología y sus valores políticos sin disimulos, quizás amparado bajo el paraguas del diario más afín a su ideario. Igualmente, reconozcámosle el valor de la sinceridad. Veamos algunas respuestas y definiciones.

LA NACIÓN: Se estima que todos los años se realizan 450.000 abortos y es la principal causa de la mortalidad materna. ¿Qué respuesta inmediata daría a este problema?
MAURICIO MACRI: No hay una solución.

LN: ¿Impulsará los juicios por violaciones de los derechos humanos durante la dictadura?
MM: No tengo nada que impulsar.

LN: ¿Hay que subir el impuesto a las ganancias?
MM: Hay que bajar el nivel de evasión.

LN: ¿Impulsará un impuesto a la renta financiera?
MM: No, es un error.

LN: ¿Considera adecuado el nivel de apertura de la economía?
MM: No, la economía argentina está muy trabada.

LN: ¿Retenciones?
MM: Vamos a eliminar todas las retenciones.

LN: ¿Apelaría a las reservas del Banco Central?
MM: No, el rol del Banco Central es defender el valor de la moneda.

LN: ¿Dejaría que el FMI audite las cuentas de la Argentina?
MM: El Fondo y cualquier organismo serio del mundo.



¿Quedó claro a qué debemos atenernos?
Cuidado hay más:

"La mejor ley de medios es que no existe"
¡Aguante Clarín carajo! ¡Y La Nación también!"
"Necesitamos una ley justa que cuide a la gente de bien"
¿A qué no saben cual es la gente de bien?
"No estoy de acuerdo con que las fuerzas de seguridad vayan desarmadas a las protestas"
O sea, criminalicemos la protesta.
"La Argentina necesita inmigración, pero tiene que ser organizada, no se puede vivir en la ilegalidad"
¿Qué les parece la expulsión del país? ¿O se le ocurrirá alguna otra forma de solución final?
"Tenemos un futuro por delante con tres ejes estratégicos: la minería sustentable, el turismo y el campo y la agroindustria"
Cagate en el mercado interno, la movilidad social, el progreso y la distribución de la riqueza.

Cada vez tengo más claro de qué lado voy a estar en octubre.



lunes, 3 de enero de 2011

Néstor Kirchner: las palabras y los hechos


En 2003 y tras las muertes del Puente Avellaneda, Duhalde no tiene otro remedio que convocar a elecciones. Movido por el espanto a Menem voto a Néstor Kirchner.
Quedo desde el primer minuto subyugado por el discurso presidencial. La pregunta inevitable era donde quedarían esas palabras a las que seguramente traicionaría.
Sin embargo algunas señales de que el tipo era distinto aparecían. A mí me pareció muy pero muy fuerte que no cambiara una coma de lo que pregonaba en campaña. Es más, se daba la paradoja de que este presidente si cambiaba algo de su dicurso era hacia la izquierda y no hacia la traición a los votos recibidos y a la historia de su militancia y su partido.
El Encuento Literario Sinécdoque (gracias Octavio, Cristian, Patricia, Sabina, Elisa) publicaba en ese entonces la revista Caos que nos sirviera para mostrarnos como escritores. Duró pocos número, apenas tres ni no recuerdo mal. En esa revista publiqué este artículo que reproduzco.
Comparar con lo hechos. Estoy convencido que los sueños no se dejaron en la puerta de la Casa Rosada.


Discurso presidencial

¿Cómo escuchar y analizar un discurso presidencial? ¿Se puede considerar un discurso como punto de partida de una nueva forma de entender el gobierno? Partiendo de la premisa de que también el poder se ejerce desde las palabras y de cómo se las dice, el discurso de asunción del cargo ante la Asamblea Legislativa del presidente Néstor Kirchner tiene elementos que son importantes de destacar. En principio hay que decir que fue más fuerte lo que se dijo que como se lo dijo. Por supuesto que cualquier análisis y su posterior conclusión estarán marcados por la aprehensión y desconfianza que todo lo que venga de la clase política nos provoca. De todos modos, es indudable que más allá de posteriores y casi seguras traiciones o desencantos, un discurso inaugural invita a nuevas esperanzas y expectativas. Después de habernos quemado tantas veces con la leche que siempre da la misma vaca, todavía tenemos fuerzas para volver a tomarla.
El discurso inaugural de Kirchner mostró dos elementos para destacar en primer plano: en principio hace rato que un presidente no cambia el discurso inmediatamente en el momento de asumir, incluso atreviéndose a decir cosas fuertes que en la campaña no dijo; en segundo término hay un gran contraste entre esas definiciones claras y la falta de carisma para expresarlas. Las palabras del santacruceño fueron casi las que hubiera soñado Chacho Álvarez que dijera De la Rúa, el increíble caso de un conservador de domingo en misa que lideró una supuesta coalición de centroizquierda y que desde el primer día se propuso actuar un menemismo más prolijo. Y así nos fue.
“En nuestro proyecto ubicamos en un lugar central la idea de reconstruir un capitalismo nacional que genere las alternativas que permitan reinstalar la movilidad social ascendente.” Esta frase habrá provocado náuseas a los exégetas del capitalismo prebendario y canibalista que lograron que un gobierno peronista hiciera en los noventa lo que no se atrevió la dictadura militar en materia de liberalismo económico. Lo que la Alianza evitó decir en palabras y hechos de gobierno, lo que ningún candidato presidencial con posibilidades de poder dijo en campaña, estuvo en las palabras de Kirchner en su primer día como presidente. El poder económico dominante por estas tierras tiene una mirada sesgada del capitalismo, se ha transformado en su estructura en totalmente transnacional, se olvida del principio fundamental del progreso y del consumo interno como generador de riqueza; su único interés fue y sigue siendo lograr la mayor cantidad de ganancia en el menor tiempo posible pero para girar a las metrópolis.
“El mercado organiza económicamente pero no articula socialmente; debemos hacer que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona.” Otra vez las palabras prohibidas de una clase política genuflexa ante el poder económico. El Estado, desmantelado y despojado de toda riqueza e injerencia en cuestiones importantes, como el verdadero instrumento de cambio social debe volver a ocupar el rol de contrapeso ante la voracidad del mercado. En una economía capitalista, donde el dinero y los instrumentos para tenerlo atraviesan todas las decisiones, es impensable no tener injerencia en por lo menos algunas de sus variables. Kirchner va por más. “Es imprescindible advertir que la tragedia cívica del clientelismo político no es producto de la asistencia social como gestión del Estado, sino de la desocupación como consecuencia de un modelo económico.” En esta frase se muestra blanco sobre negro las fragilidades del discurso acosador de la derecha vernácula sobre cualquier política progresista, dicha no por un político de la oposición sino por el mismo Presidente en el día que asume su cargo.
Podemos decir con respecto al discurso de Néstor Kirchner, que es sólo un discurso, que no ha planteado una revolución social, que se puede afirmar que muchas de sus actitudes y gestos responden a una sobreactuación para generar rápidamente un poder político que todavía no tiene. El lastre del peronismo bonaerense, que querrá cobrar su factura, y ciertas figuras lamentables que no podrá ignorar para lograr hacer pie en el poder, nos siembran de dudas y desconfianzas, nos pone alertas. Pero se puede reconocer sin rubores que hacía rato que un representante de la clase política ya en ejercicio del poder no pronunciaba unas palabras que son el sentido del peronismo histórico y constituyen la base de un proyecto de inclusión social. El tiempo dirá si la leche nos vuelve a quemar.

Mayo 2003