I
Cuando pensamos en Charly García, quizás el más grande y trascendente músico popular argentino, es muy difícil elegir o destacar algún período en particular de su extensa y fructífera discografía. Bandas como Sui Generis o Serú Girán, más su notable carrera solista, han dejado una huella indeleble en la cultura del país, con grabaciones que vistas en perspectiva , son esenciales y están siempre a flor de piel de nuestro inconsciente colectivo. De todo ese corpus los dos álbumes editados por La Máquina De Hacer Pájaros, el supergrupo que formó tras la separación de su primer proyecto profesional, siempre estuvo entre lo más escondido y menos difundido de su magnífica obra. Estamos en el nefasto año 1976 y desde hacía un tiempo Charly venía fascinado por la progresiva inglesa. Grupos como Genesis, Yes, Procol Harum, Focus, y un largo etcétera, le mostraban que su formación clásica tenía una vía de escape aún en los terrenos propios del rock. Desde los últimos tiempos de Sui Generis venía desarrollando un costado más sinfónico, con un uso intensivo de sintetizadores y el mellotron. Entusiasmado con esa propuesta decidió armar una banda que le permitiera relajarse en el liderazgo del proyecto y abocarse a complejizar la composición musical apoyado por compañeros a la altura de su capacidad y formación académica. Nacía La Máquina De Hacer Pájaros, un combo de lujo integrado además por Oscar Moro (batería), José Luis Fernández (bajo, ex Crucis), Gustavo Bazterrica (guitarra) y, algo novedoso, un segundo tecladista, Carlos Cutaia, que venía de tocar en Pescado Rabioso.
Después de algunos ajustes en la formación que presentaban en vivo (en sus primeros días la banda tuvo dos coristas y prescindía de un guitarrista), La Máquina se decidió a grabar su primer opus en los míticos estudios ION, lugar de registros históricos de la música argentina, entre julio y septiembre de ese 1976. Charly siempre bromeó sobre este proyecto diciendo que eran “los Yes del subdesarrollo”. El chiste escondía el deseo de mostrar que la banda estaba a la altura, y con creces, de cualquier proyecto progresivo consagrado fronteras afuera. Composiciones como Bubulina —tema que venía de los últimos tiempos de Sui Generis—, No Puedo Verme Más y, sobre todo, Ah Te Vi Entre Las Luces, mostraban el detallado trabajo en la composición y las horas de ensayo que tenían encima. En vivo solían extender la duración de los temas para dar lugar al lucimiento individual y colectivo. Como mata el viento norte y Por probar el vino y el agua salada mostraban un lado mucho más folk, mientras que Rock los exhibía como una banda que podía ser catalagada como pretenciosa pero que también tenía en las venas pulso rockero. El proyecto, armado inicialmente para que funcionara de manera democrática y le permitiera a Charly desmarcarse de las presiones del liderazgo, no pudo escapar a la impronta y la figura de su miembro más importante: todos los temas llevan su firma. En la grabación, además, García toca piano, sintetizador, clave, piano Fender, guitarra acústica y se hace cargo de la primera voz; una verdadera tour de force.
La Máquina De Hacer Pájaros era un nombre extraordinario para una banda progresiva. Por aquellos tiempos una tira del dibujante Crist llevaba ese nombre y su protagonista se llamaba precisamente García. Charly no sólo consiguió su autorización para ponerle ese nombre a la banda sino que además el autor se ofreció para hacer una tira para ser utilizada en la tapa. En los hechos el álbum tuvo doble portada, una exterior con los dibujos de Crist y una interior con una fotografía de la banda intervenida por el gran artista Juan Oreste Gatti, autor de algunas de las tapas más icónicas del rock argentino. Al año siguiente la banda graba su segundo álbum (Películas, 1977), quizás mejor producido que el debut, pero otra vez mostrando una calidad suprema en la composición y la ejecución de música popular. Pero los problema internos empezaron a erosionar las relaciones personales de sus miembros. Charly se quejaba de que debía llevar siempre sobre sus espaldas la responsabilidad creativa, mientras el resto protestaba por tener poco lugar en la composición de los temas. El éxito comercial tampoco los acompañaba. De un momento a otro García abandonó el proyecto y empezaría un camino de introspección y cambios en su creativa musical que va a desembocar en la creación de Serú Girán. La Máquina intentó continuar sin su fundador y líder, pero después de algunos ensayos se dieron cuenta que la cosa no funcionaba, por lo que definitivamente el grupo fue disuelto. El tiempo transformó a su dos álbumes en discos de culto. Un grupo de muchachos tuvo la osadía, la creatividad y el sueño de hacer una música pretenciosa y bella en el medio de la más negra noche de nuestra historia. Y lo lograron.
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