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viernes, 20 de junio de 2025

Vinilo XLI - Going For The One - Yes (1977)

 


I

Después de la edición de tres discos fundamentales e icónicos dentro del llamado rock sinfónico – The Yes Album (1971), Fragile (1971) y el extraordinario Close To The Edge (1972) – y la publicación del polémico, extenso y barroco álbum doble Tales From Topographic Oceans (1973), la longeva y todavía vigente banda británica Yes, sufrió la partida de unos de sus integrantes esenciales, nada menos que el tecladista Rick Wakeman, dedicado de lleno a una exitosa carrera solista. El lanzamiento del estupendo Relayer (1974), con la inclusión de Patrick Moraz en los teclados, no pudo opacar la ausencia del excéntrico músico que solía destacarse en el escenario con sus largas capas brillantes y su abundante cabellera rubia. El interregno entre su partida y su vuelta se extendió hasta 1977, cuando Yes vuelve a los estudios con un nuevo álbum y con su más famoso tecladista de nuevo en sus filas. Going For The One fue el disco con que la mítica banda progresiva volvía con pretensiones de ocupar el centro de la escena internacional. Grabado en la ciudad de Montreaux, Suiza, el quinteto se completaba con Jon Arderson (voz), Steve Howe (guitarra), Chris Squire (bajo) y Alan White (batería): un combo de grandes y virtuosos músicos.


II

Reunidos nuevamente en el estudio tras dos años y medio quedaba más que claro que el perfil de Patrick Moraz no encajaba muy bien en la dinámica del grupo. El mánager Brian Lane, apoyado por Chris Squire, tuvo la temeraria idea de hacer retornar a Wakeman, que no se había ido en buenos términos de la banda. Incluido en las grabaciones primero como sesionista y rápidamente integrado al proyecto, su aporte fue decisivo para el resultado final. El álbum parecía estar enfocado en composiciones más cortas y concretas. Going For The One, que abre el disco y le da su nombre, tiene un riff de guitarra muy rockero, lo que era una completa novedad dentro de la estética sonora de la banda. Turn Of The Century y sobre todo la estupenda Parallels, mostraban a los Yes renovados y vitales. En esta última mezclan sabiamente un riff de bajo sublime y de tono bluseado de Squire junto a los sonidos de un órgano de iglesia tocados por Wakeman y grabados en St. Martin's Church, ubicada en Vevey, Suiza. El tema iba a ser utilizado para abrir los conciertos de presentación del álbum. Sonaban grandiosos. El lado dos contenía a Wonderous Stories, un bello tema de corte pop escrito por Anderson y que sería el corte de difusión y cerraba con la increíble Awaken, que los devolvía al plano sinfónico con una larga suite a la que ellos mismo consideran como una sus mejores creaciones.


III

La portada del nuevo álbum también traía novedades estéticas. Encargaron el diseño al mítico colectivo de creadores Hipgnosis, alejándose de su legendaria sociedad con el dibujante Roger Dean, quien había diseñado casi todas las tapas de su álbumes anteriores además de su icónico logo. El arte de tapa de Going For The One contiene el retrato de un hombre desnudo visto de espaldas y de frente a una imagen imponente del edificio Century Plaza Towers de Los Angeles. Además tenía formato de tríptico con fotografías en la parte interna tomadas en Suiza durante la grabación y un sobre interno con las letras y la ficha técnica. En Argentina, cosa inusual, se respetó al arte original en una edición de lujo que nada tenía que envidiarle a la importada. Editado el 7 de julio de 1977, Going For The One significó el regreso de una de las formaciones más trascendentes de todo el rock progesivo, con composiones que iban desde un pop simple hasta una larga suite sinfónica. A Yes lo esperaban más adelante una larga gira presentación del disco, la edición de un nuevo álbum al poco tiempo (Tormato, 1978)  y una noticia inesperada y casi mortal: el adiós a la banda de Jon Anderson. Pero esa es otra larga historia.



martes, 23 de junio de 2020

Vinilo XXVII – 90125 – Yes (1984)



I

La edición de Drama (1980), el décimo disco de estudio de la emblemática banda de rock progresivo Yes, fue la demostración cabal de que su fans podían tolerar sin problema continuos cambios en la formación, pero no se podía prescindir de la voz característica y angelical de Jon Anderson. Su reemplazo por Trevor Horn fue el punto débil de un disco que fue valorado con el tiempo pero que en su momento no tuvo mucha repercusión. Todos entendían, incluso los propios integrantes de la banda, que su tiempo había terminado, como parecía terminar el tiempo de todo el rock sinfónico. Sin embargo, la década del 80 les traería la oportunidad de una resurrección inesperada.
El bajista Chris Squire, único miembro que participó de todas las formaciones de Yes, estaba fascinado por el sonido de la guitarra del músico australiano Trevor Rabin, que poseía la rara y difícil cualidad de tener gran técnica y pulso rockero al mismo tiempo. Lo contactaron junto al baterista Alan White y le propusieron grabar algo juntos. Les faltaba un tecladista: Squire contactó a Tony Kate, quien había formado parte de Yes en sus comienzos. Casi sin darse cuenta ya tenían un banda muy sólida que congenió en forma rápida, a la que llamaron Cinema. Rabin tenía unos muy interesantes demos que se propusieron trabajar en el estudio. Las cosas comenzaron a fluir, los temas tenían fuerza y simpleza, les quedaba solucionar el tema de la voz principal.
A Chris Squire, que comenzaba a tomarse el proyecto en forma cada vez más comprometida, se le ocurrió la temeraria idea de contactar a Jon Anderson, con quien no se hablaba desde hacía tiempo. Tras escuchar los demos y proponer algunos cambios estéticos y en las letras, decidió aceptar. Si Anderson estaba a bordo, si varios de los músicos participantes habían pasado por su historia, si la mística grupal reaparecía en el estudio, casi sin darse cuenta Yes estaba de vuelta. Faltaba ver como se reconvertiría para encajar en los 80 con la misma calidad con que se había convertido en una banda de culto.

II


El tratamiento del sonido y la producción de los temas grabados eran extraordinarios y aún hoy, tantos años despúes, suenan vigentes. Chris Squire (bajo), Trevor Rabin (guitarra) y Alan White (batería) formaron una base muy sólida, Tony Kate (teclados) tuvo que adaptarse a usar sintetizadores y Jon Anderson (voz) le daba su toque inconfundible en las letras y en la voz principal, que a veces le dejaba el lugar al mismo Rabin para que se luciera cantando. Era pop, sin dudas, pero con un sonido grandioso, y complejas estructuras y cambios de ritmo. Todo sonaba muy moderno, pero sobraba la calidad y había, como en todos los músicos progresivos, ambición y suficiencia en varios pasajes. El disco, editado en 1983, no tenía nombre elegido, por lo que decidieron titularlo con el número de catálogo que iba tener el vinilo en los registros de la compañía grabadora Atco: 90125. El éxito fue inmediato y superó cualquier previsión: fue el disco de Yes más vendido de su historia, les brindó su primer número uno en EEUU y fue acompañado por una gigante gira mundial. Casi sin proponérselo, Yes estaba tocando la cumbre de su popularidad.
El simple Owner of a Lonely Heart fue un éxito mundial y su video promocional tuvo gran repercusión. El tema lo tenía todo: gran sonido y producción, buen letra, efectos sonoros, gran solo de guitarra, buenos coros. Se escuchó por mucho tiempo en todos lados. Pero 90125 no se agotaba en ese hit enorme, tenía grandes temas. Hold On, It can Happen, Changes, Our Song, City of Love. Otro gran corte que tuvo mucha difución fue Leave It, con una gran labor en los arreglos y una trabajada armonización vocal. El disco tenía también un instrumental al que titularon Cinema, en homenaje a la génesis del proyecto que llevaba ese nombre.



III

El gran suceso de 90125 fue acompañado de una gira mundial. El nuevo Yes, con el pulso rockero de Trevor Rabin como motor, promovía los temas de disco, que vendía millones en todo el mundo y reversionaba viejos éxitos con la nueva estética. La banda sonaba potente en su nuevo formato pop, pero no dejaba de lado las viejas composiciones sinfónicas y le daba paso también al lucimiento individual. Tony Kate tenía su lugar con un solo de teclado con citas a Bach llamado Si, Trevor Rabin se lucía con una composición en guitarra acústica titulada Solly's beard, Chris Squire lo hacía con Amazing Grace, entre otros pasajes en donde todos demostraban su increíble calidad técnica. Estos temas fueron incluidos en un disco en vivo titulado 90125 The Solos (1985). La gira mundial los trajo a Argentina, en una época en donde las grandes bandas no venían nunca. Dieron tres shows en la cancha de Vélez, rodeados de un gran dispositivo de seguridad debido a amenazas de bombas. La Guerra de Malvinas estaba todavía muy fresca y grupos nacionalistas se oponían a la visita de un grupo inglés. Uno de los shows fue transmitido por Canal 9. Ver a Yes en Argentina en el momento de su mayor popularidad fue un acontecimiento enorme.
90125 no parece haber envejecido. A pesar de que algunos fanáticos en su momento repudiaron su giro estético hacia el pop, el disco es una muestra de calidad y puede escucharse todavía hoy como si no hubieran pasado los años. Quizás sea ese el sello de los grandes discos.