viernes, 22 de mayo de 2020

Vinilo XXIV - Sinatra at the Sands - Frank Sinatra (1966)



 I

A comienzos de 1966, con 50 años recién cumplidos, Frank Sinatra se encontraba ante un momento bisagra en su vida artística. Era sin lugar a dudas uno de los artistas populares más grandes de todo Estados Unidos y su obra tenía un alcance y prestigio que lo convertían en un personaje de fama universal. Pero los grandes cambios en los gustos musicales de la década le hacían correr el serio riesgo de convertirse en un artista de catalógo que se va alejando cada vez más de la masividad. A lo largo de su extensa carrera, Sinatra había cantado con las mejores orquestas y había podido elegir los mejores arregladores, entre ellos al legendario Nelson Riddle, quien trabajó junto al cantante entre 1953 y 1961 en el sello Columbia, en lo que se considera su período de oro. Dueño ahora de su propio sello, Reprise, Sinatra decidió darle un giro a los arreglos de su repertorio y contrató nada menos que a Quincy Jones, que trabajó en una orquestación enfocada en el swing, lo que lo haría sonar muy cerca del pop y con un sonido amigable a los cambios musicales de la década. Se decidió a trabajar además con la orquesta del pianista Count Basie, con quien ya había grabado un par de discos y que se ajustaba muy bien al cambio que buscaba en su carrera. Su extraordinario gusto y su fino oído absoluto no se equivocarían.

II

Sinatra venía trabajando en los nuevos arreglos en su repertorio desde hacía unos meses junto a Quincy Jones y se sentía tan a gusto que decidió encarar la grabación de un disco doble en vivo que registrara la potencia de la banda y el giro que buscaba en la interpretación. Para eso aprovechó una serie de presentaciones en el salón Copa Room del Hotel Sands en Las Vegas, en donde era habitué, para registrar su primer disco en vivo. Quincy Jones no participó de la grabación, por lo que Basie y el propio Sinatra actuaron de conductores de la orquesta. El resultado fue uno de sus discos más populares, lleno de brillo en su voz y energía en la orquestación. Sinatra había sido uno de los primeros cantantes en amplificar su voz lo suficiente para que siempre estuviera por encima de los músicos, pero el sonido y la fuerza de los músicos de Basie hicieron que Sinatra debiera adaptarse al swing de la orquesta y no al revés. Casi por primera vez se dejaba llevar por el registro de ese sonido. El resultado fue tan magnífico que Sinatra estableció casi un canon definitivo sobre como debían sonar de ahora en adelante esas canciones. De alguna manera, en la memoria colectiva ese registro marcó a fuego su repertorio. A partir de ahí sus canciones sonarían siempre en nuestros oídos de esa manera.

III

El disco, titulado Sinatra at the Sands, en una suerte de greatest hits inmortal. Come fly with me, I've got you under my skin, Fly me to the moon, You make me feel so young, Where or when y un largo etcétera, transformaron al disco en un éxito inmediato que relanzó con fuerza la carrera de Sinatra. El álbum doble se editaría ese mismo año en versiones mono y stereo con un estupenda tapa con una fotografía del cantante de pie y Basie al piano bajo la luz de un foco. Las grandes letras en colores daban cuenta de un estética pop novedosa para una portada de este tipo. El interior tenía un extenso texto firmado por Stan Cornyn, conocido ejecutivo discográfico, que se haría famoso y premiado por numerosas notas que acompañaban los discos de grandes artistas. Meses después Frank Sinatra grabaría Strangers in the nigth, canción y disco que serían los más vendidos en toda su discografía. De vuelta en el ruedo de la masividad el cantante volvía a reconvertirse para seguir siendo un gigante de la cultura popular.


viernes, 15 de mayo de 2020

Vinilo XXIII - So - Peter Gabriel (1986)



I

Desde que anunciara, en los primeros meses de 1975, que su etapa como frontman de Genesis, vaca sagrada del rock progresivo, estaba terminada, Peter Gabriel comenzó a construir una carrera solista que le daría un prestigio inmenso en la crítica y el público. Si había alguien dentro de la industria musical del rock que podía ostentar con autoridad el rótulo de artista era él. Había editado cuatro álbumes en donde había consolidada un estilo muy particular, en donde su extraordinaria capacidad interpretativa y el riesgo artístico se combinaban de manera casi perfecta. En lo que significaba una verdadera rareza, sus discos no tenían nombre, se los identificaba por la portada, aunque con el tiempo todos recibieron como seña una palabra para distinguirlos. Car (1977), Scratch (1978), Melt (1980) y Security (1982) habían cimentado un prestigio firme y sólido. Pero mientras Genesis se iba convirtiendo como banda en un fenómeno masivo, los discos de Gabriel tenían un público fiel pero no lograban el éxito mundial y extendido que su talento insinuaba. Después de tomarse un tiempo de experimentación y análisis, Peter Gabriel decidió simplificar un poco sus composiciones, orientó su música hacia un cierto tipo de pop sofisticado y armó un equipo de trabajo que era un verdadero seleccionado de músicos y cantantes sensacionales.

II

Peter Gabriel había decidido que su quinto álbum tampoco iba a llevar nombre, pero esta vez, la compañía grabadora no estuvo tan de acuerdo, había invertido mucho dinero en la producción. Ponerle un título al disco era una parte esencial de la estrategia de difusión. El músico peleó todo lo que pudo por mantener su postura, pero finalmente, decidió titularlo con una lacónico So y puso en la tapa su rostro en forma límpida, a contrapelo del trabajado arte de tapa que tenían sus discos anteriores. Desde la tapa misma, todo indicaba un cambio de rumbo. La edición del disco en mayo de 1986 transformaría la imagen de Gabriel en una estrella mundial.
Coproducido junto a Daniel Lanois, que venía de trabajar con Brian Eno y U2, entre otros, So tenía un sonido límpido y novedoso. La banda era insuperable: David Rhodes (guitarras), Tony Levin (bajo), Manu Katché (batería), más otro puñado de colaborares de lujo, le dieron a los temas del disco un lustre que marcaría una época. El comienzo con Red Rain, con un gran sonido ochentoso lleno de teclados, nos marca por dónde estaba yendo la cosa. La voz de Gabriel suena espectacular, rugosa y perfecta. El track dos es nada más y nada menos que Sledgehammer, mega hit que se convirtió en número uno en casi en todo el mundo. Su impresionante video, realizado con la técnica del stop motion, fue multipremiado y su altísima rotación en la cadena MTV es uno de los motivos del gran éxito que tuvo el tema.


La emotiva Don't give up, a dúo con la extraordinaria cantante Kate Bush, es otro gran punto alto del disco, una balada que es casi un diálogo de una pareja en dónde una parte sostiene el declive de la otra. That Voice Again, con el gran Steward Copeland en la batería, cierra el lado A.
En Mercy Street, una bello tema repleto de clima y sugestión, logra uno de sus mejores composiciones. Big Time, otro tema funky y bailable, muestra la banda sonando en forma increíble y el artista vuelve a impresionar con un video de difusión de impecable factura. Después de llegar a estas cimas, el disco muestra algo de experimentación sonora con We do what we'retold y This is the picture, este último con la trascendente colaboración de la artista norteamericana Laurie Anderson. El cierre es con la bella y exitosa In your eyes, cantada con la colaboración del senegalés Youssou N´Dour. El disco era una bomba de sonido e imagen con altísima rotación en radio y televisión. Peter Gabriel vivía por fin el momento de convertirse en una megaestrella.

III



A caballo de este éxito inédito, el ex Genesis emprende una gira mundial de largo alcance. Como lo hacía desde principios de los setenta, el concierto era un espectáculo integral en donde podía desplegar sus dotes histriónicas de gran intérprete. Con dirección de Michael Chapman y producción del gran Martin Scorsese, filma con un gran despliegue una presentación de la gira en Atenas. En 1989 sería presentado con el nombre de P.O.V. (Point of view) material de esa filmación, intercalado con imágenes inéditas del backstage y fragmentos documentales alusivos a las temáticas de las canciones. Es una muestra generosa de cómo el arte de Peter Gabriel abarcaba mucho más que un puñado de canciones perfectamente grabadas y ejecutadas. Músico transgresor, innovador, profundo, nos dejaba en So un perfecto documento de su búsqueda inquieta de nuevas sonoridades. Referente de la llamada world music y su inserción en los géneros occidentales, su figura lograba con este gran disco reunir un prestigio y una fama que no lo abandonarían más.

martes, 12 de mayo de 2020

Vinilo XXII - Grasa de las Capitales - Serú Girán (1979)



I

La recuperación del catálogo del sello Music Hall, propiedad de la empresa Sicamericana, en quiebra desde el año 1993, significó hace pocos años un hito trascendental dentro de las actividades del Instituto Nacional de la Música (INAM). El catálogo tenía más 2.500 discos de artistas nacionales cuyos masters se encontraban arrumbados en un depósito judicial. Los músicos no podían acceder a su propia obra ni tenían los derechos para publicar sus discos en el formato que quisieran. Luego de largas gestiones ante el juzgado que entendía en la causa, el INAM pudo hacerse de los masters y emprendió un plan de recuperación de esa obra inmensa y casi perdida. Se comenzó un proceso de digitalización, para que cada artista disponga de su obra y se abra la posiblidad de una reedición. Serú Girán, la emblemática banda del rock nacional, había editado su dos primeros discos en Sazam Records, uno de los sellos de Music Hall. De vuelta en manos de sus autores, Pedro Aznar se propuso remasterizar bajo los mejores estándares disponibles a la Grasa de las Capitales (1979), su segundo disco y el que los haría ingresar al panteón de las más grandes bandas argentinas de todos los tiempos. Pero antes de contar los resultados del edición 40° Aniversario del disco, repasemos un poco de la historia de su factura. 

II

El primer disco de la banda, Serú Girán (1978), no estuvo exento de numerosas controversias. Charly García y David Lebón se habían radicado a principios de ese año en Buzios, Brasil, dispuestos a componer y alejarse del aire enrarecido de Buenos Aires. Al poco tiempo se les sumaron un jovencísimo Pedro Aznar y el todo terreno Oscar Moro. A pesar de las muchas dificultades económicas que los acechaban congeniaron rápidamente como grupo y compusieron un puñado de canciones que podían transformarse en un disco. Producidos por el legendario Billy Bond y acompañados en algunos temas por una orquesta de veinticuatro músicos, Serú Girán grabó un disco muy incomprendido y mal recibido por la crítica y el público. La música y la poesía del nuevo grupo de Charly García no encajaba en el clima social y artístico de la Argentina de la dictadura. Desde su ida a Brasil, el ex Sui Generis era blanco de una campaña que buscaba mostrarlo como un bicho raro alejado del clima social y de lo que el público buscaba. La presentación del disco en Obras casi termina en una batahola. Les arrojaron pilas cuando intentaron parodiar a la música disco; Buenos Aires no era un lugar para metáforas. La crítica los despedazó y el público los ninguneaba.
Charly no iba a amilanarse ante ese contexto, más bien que la situación actuó como un incentivo. Ajustó su enorme antena de artista popular de cara a la sociedad y se dispuso a grabar un segundo opus en donde la banda reflejara sin concesiones lo que estaba pasando. Nacía la Grasa de la Capitales.

III

Entre julio y agosto de 1979 en los míticos estudios ION, Serú ingresaba a grabar su segundo disco con la asistencia del histórico asistente de grabación Amílcar Gilabert. La idea era respetar el sonido de la banda, grabando casi todo en directo, sin sobregrabaciones, en una consola de 24 canales, muy buena para la época. La perfecta sintonía entre Gilabert y García, es otros de los secretos de lo bien logrado que está el sonido del disco, además de la soberbia interpretación de los cuatro músicos. Serú Girán era una banda que tenía muchísimas horas de ensayo y buscaba tener un profesionalismo en escena que no se veía por esa época en Argentina. Además de virtuosismo en el manejo de sus instrumentos, buscaban trabajar las armonizaciones vocales y el ensamble del sonido como nadie por estas tierras.
El concepto del disco nacía de la cabeza genial de Charly. La grasa apuntaba al consumo cultural de la clase media porteña, aunque el músico declarara que como concepto podía aplicarse a cualquier capital del mundo. Apuntaba a la gente careta y el “no se banca más” podía ser utilizado en varios sentidos, siendo el más obvio el que apuntaba al clima opresor de la dictadura, aunque lo más visible haya sido el cuestionamiento al medio pelo argentino. Serú había recibido una crítica despiadada a una de sus presentaciones en donde el periodista se preguntaba si eran los dobles de los músicos los que tocaban. Un diario, además, había publicado un perfil de Charly muy polémico con el título de “¿Ídolo o qué?” García juntó todo eso en los que sería una de las tapas más icónicas del rock nacional, parodiando a la portada del revista Gente, portavoz de ese medio pelo y férrea defensora del régimen militar, en donde los cuatro músicos aparecían caracterizados como un oficinista (Aznar), un rugbier (Lebón), un playero de estación de servicio (Charly) y un carnicero (Moro). Los títulos restantes se reían de los todos los tópicos de la tilinguería que mostraba la revista.

IV

Las nueve canciones del disco eran de una confección de alto vuelo. El grupo dejaba de lado las orquestaciones y las letras se volvían más directas y emotivas. El disco rompía ya de entrada con todo el pasado con unas líneas a capella que plantaban bandera: “Qué importan ya tus ideales, qué importa tu canción, la grasa de las capitales cubre tu corazón”. El tema resumía en cuatro minutos el concepto del disco: crítica feroz, varios géneros musicales, arreglos progresivos, solo de batería. En el “no se banca más” se resumía todo: el caretaje, la dictadura y los medios. Un fresco perfecto en pleno patriotismo mundialista. A partir de ahí el disco tocará cimas que lo convertirían en clásico.
Lebón canta en plano folk San Francisco y el Lobo con un poético llamado a la rebelión. García, el gran músico popular argentino, vuelve a la carga con Perro andaluz, un tema sobre una separación desde otro ángulo, con la banda en una performance soberbia y un gran trabajo de Aznar en el bajo. El jazz rock los toma por asalto en Frecuencia Modulada, en donde se burlan de la música comercial. El lado A termina con un tema solista de Pedro Aznar, Paranoia y soledad; el bajista, que sólo tenía 19 años, hace un pintura breve y perfecta de un estado de ánimo colectivo. Asombroso. El dúo García – Lebón inaugura el lado B con Noche de perros, en dónde el sentimiento individual de abandono es una perfecta metáfora de lo que le pasaba al resto de la sociedad. García contribuye con una de sus mejores páginas, Viernes 3 A.M., para muchos su mejor canción, que fuera censurada por instigación al suicidio. La dictadura no entendía de metáforas.
En el tramo final aparece quizás la canción más escondida del disco, Los sobrevivientes, un tango a lo García, con referencias a Piazzolla. Cerrando el disco se escucha Canción de Hollywood, con un temática recurrente en varios temas de Charly, la ilusión del cine y sus artistas. Sobre el final del tema el bajo de Aznar cita algunos acordes de The lamb lies down on Broadway, tema de Genesis, banda de referencia para Serú Girán.

V

La remasterización realizada por Pedro Aznar y el ingeniero de sonido Ariel Lavigna fue hecha sobre una copia de resguardo del master original rescatado por la INAM. El trabajo es excepcional, no sólo por el detalle de todas las sutilezas de la grabación que ahora pueden escucharse con claridad, sino porque se respetó el sonido de la época, muy de los 70, no dejando que se pierda la calidez de la grabación en el proceso de digitalización. Una verdadera proeza. Otro hallazgo es la reproducción del arte de tapa, parte indisoluble del concepto del disco, con un sobre interior rediseñado a partir de fotografías descartadas en la sesión original de fotos para la edición del disco, a cargo de Rubén Andón. Esta edición de lujo 40° Aniversario de la Grasa de las Capitales, que además del vinilo trae una copia del disco en cd, es un gran acontecimiento que premia un disco clásico de la que quizás sea la banda de rock argentina más grande todos los tiempos.


miércoles, 6 de mayo de 2020

Vinilo XXI - La Magia de Sandro - Sandro (1968)




I

Entre su rutilante aparición con Presentando a Sandro en 1964 y Espectacular en 1971, Sandro construyó una prolífica y exitosa carrera en Argentina y el resto de América. Nacido en la barriada de Valentín Alsina, en el corazón del conurbano bonaerense, su trabajo con el grupo Los de Fuego es una referencia ineludible para entender la génesis del rock cantado en español. La banda había nacido con un nombre estrafalario, Los caniches de Oklahoma, y en 1960 tenían un simple editado, un rock escrito totalmente en español por el mismo Sandro titulado Comiendo rosquitas calientes en Puente Alsina. Al año siguiente cambiaron su nombre a Los de Fuego y el mismo Sandro, que hasta ese momento era la primera guitarra, se hizo cargo de la voz. Influenciado por su ídolo Elvis Presley emprendía una carrera inigualable que lo convertiría rápidamente en una estrella. En 1965, todos conocían al grupo como Sandro y Los de Fuego, y en ese año frenético grabaron dos discos de gran éxito que hasta los llevó a la televisión, en ese entonces un privilegio para muy pocos.

II

Hacia fines de ese 1965 Sandro se enfrentó a la oportunidad de emprender una carrera solista. Dueño de una gran voz y de una presencia escénica inigualables, la compañía grabadora no tardó en proponerle salir de a poco del rock y empezar a incursionar en la canción melódica. Separado ya de Los de Fuego, graba un puñado de discos que lo catapultan a la fama, las presentaciones exitosas y las cifras increíbles de ventas de discos. Entre El sorprendente mundo de Sandro (1965) y Una muchacha y una guitarra (1968), el cantante y performer es ya una estrella de proyección internacional. Su sociedad compositiva con Oscar Anderle, quien además era su representante, se convirtió en una dupla imbatible creadora de una seguidilla de hits muy exitosos. Con la edición de cada nuevo disco, Sandro iba dejando de lado su impronta rockera para acercarse cada vez más a la balada romántica. La edición a fines de 1968 de La magia de Sandro, quizás sea el punto exacto en su carrera en donde todas esas cosas se dan al mismo tiempo. Deja de lado los covers y las composiciones de la dupla con Anderle ocupan todo el disco, desplegadas en doce grandes temas, algunos de ellos convertidos casi desde su misma edición en clásicos eternos.

III

La magia de Sandro está repleto de felicidades. Los Beatles les habían enseñado a todos los compositores de la época que daba mucho prestigio ser cantautor, tener un repertorio propio era un valor agregado, tal como lo demostraban desde Leonardo Favio hasta Roberto Carlos. La mágica alquimia de los autores, la extraordinaria interpretación de Sandro más la exacta ubicación de la orquesta de Jorge López Ruiz dieron en el blanco en cada tema de manera casi perfecta. El disco lo tenía todo: temas festivos y temas románticos, con aires de bossa nova, country, vals y baladas bien distribuidos e interpretados. El éxito masivo en Argentina y América fue inmediato y Sandro sentaba en este disco las bases sólidas que lo transformarían en un ícono de la canción popular. Tengo, Así, Penas, Penumbras, París ante tí; cada tema era un éxito y un clásico en sí mismo. A partir de este disco, Sandro, ya convertido en una máquina de éxitos, se erigía en una superestrella de la música y el cine, gran herramienta para que su imagen también se expandiera en toda América.
Las bases y columnas con las construyó su mito pueden verse en este disco: sencillez compositiva, perfecta interpretación y llegada popular. Pocos artistas pueden mostrar semejantes medallas.