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jueves, 11 de agosto de 2022

Conurbano Bonaerense: Reflexiones sobre los imaginarios generados desde el centro del poder

La lectura y análisis de textos sobre la colonialidad del poder y el eurocentrismo aplicado al desarrollo político y económico de América Latina nos plantea la posibilidad de aplicar esa misma estructura a otros ámbitos y épocas. Europa, como centro del capitalismo mundial, no sólo impuso su dominio colonial en lo estrictamente económico, sino que además su concepción del mundo y las categorías que manejaba para interpretarlo se imponían como la regla indiscutida para el análisis de cualquier sociedad. Esta imposición de categorías y modos de ver la realidad reproducía en primer plano una relación de poder y sumisión, en donde las nuevas sociedades pasaban a formar parte de la nueva estructura de poder ocupando un lugar inferior. Este lugar, además, introducía el concepto de raza o identidad racial como un instrumento de clasificación social de la población oprimida.

Estas líneas de pensamiento, cuyas estructuras tienen conceptos todavía vigentes al día de hoy, colocan a una nación o a un grupo o sector social sobre otro, imponiendo su forma de ver el mundo y menospreciando las manifestaciones políticas o culturales que ese grupo representa. El eurocentrismo­­­ — definido entre otras cosas como el hecho de que los europeos occidentales se vieran a sí mismos como la culminación de la trayectoria de una civilización, los más avanzados de su especie–, es una categoría de pensamiento que puede verse reflejada hoy en día en muchos hechos individuales que no pueden dejar de ser también hechos sociales.­

Aplicando ese esquema, podemos decir que el poder mediático, expresado a través de los mensajes y valores emitidos desde los grupos más concentrados pero también a partir de otras expresiones políticas, económicas y culturales, menosprecian u ocultan a esa compleja estructura social que llamamos Conurbano Bonaerense. Los discursos que narran o cuentan a este extenso, complejo y denso conglomerado de alrededor de 14 millones de personas, suelen resumir lugares comunes en donde la marginalidad, la pobreza, la violencia, la incultura republicana, entre otras características estereotipadas, se ven presentes en los mensajes mediáticos. Se une a esta narrativa la continua desvalorización ideológica y la postergación económica que la praxis política no pudo resolver hasta ahora. Nadie puede negar la pobreza estructural que presentan amplias zonas del Conurbano, que merecen una especial preocupación desde varios puntos de vista, pero no es menos cierto que la postergación de este amplio espacio poblacional se debe, entre otras cosas, a una desigual distribución de los ingresos nacionales, que postergan inversión en la zona en relación a lo que esta misma zona produce.

II

En enero de este año, en una nota en donde se analizaban los primeros escarceos previos a las elecciones de medio término, el secretario de redacción del diario La Nación Pablo Sirvén calificó al Conurbano Bonaerense como “territorio inviable” y “africanizado”. La honestidad brutal del periodista muestra en forma descarnada la visión que el periodismo mainstream tiene o quiere imponer sobre esta zona del país. El relato que nos llega desde los grandes medios se centra fundamentalmente en señalar a las ciudades que rodean a Buenos Aires como un lugar de violencia, inseguridad y miseria. Un espacio casi por fuera de las normas que maneja el resto del país, con políticos o dirigentes que manipulan la voluntad de sus habitantes, que en algunos casos ni siquiera son vistos como ciudadanos plenos y conscientes.

En televisión abierta los noticieros o programas informativos suelen referirse al Conurbano sólo para contar hechos de violencia callejera o delincuencia común. Es común encontrarse en forma diaria con una nota realizada desde el mismo lugar del hecho en donde se narran robos, entraderas, peleas entre bandas, asaltos a negocios, etc. Casi no hay registros de estos hechos sucedan en otros puntos del país o en la misma ciudad de Buenos Aires. Incluso canales de noticias tienen programas exclusivos en donde se muestra la marginalidad y la violencia como características casi totales de la zona. En Canal 13 el programa Policías en Acción reproduce casi en formato de comic escenas de violencia en donde las fuerzas de seguridad deben intervenir. Las escenas suelen tener el mismo formato y transmiten el mismo mensaje: hay salvajismo, violencia y brutalidad en el Conurbano, se muestra una sensación entre bizarra y burlona de sus habitantes.

¿Cómo romper con esa imagen que sólo muestra una sola cara de un entramado social que es mucho más complejo? Las cuentas de Instagram y Twitter The Walking Conurban prueban mostrar otra realidad con fotografías tomadas en distintos puntos del Gran Buenos Aires. Creada por los oriundos de Berazategui Guillermo Galeano y Diego Flores, esquivan prejuicios y estereotipos posteando imágenes de distintos puntos del Conurbano en donde se muestran paisajes, arquitecturas y situaciones que lo muestran desde un punto de vista completamente distinto, alejado del consumo irónico o de la burla. Las publicaciones terminaron siendo colaborativas, los administradores reciben fotos de cientos de habitantes del conurbano, configurando un muestra visual alternativa. “Cuando a vos te hablan del Conurbano se refieren a un territorio en el que hay una desigualdad extrema y hay un caudillo que gobierna desde hace mil años. El lugar que más se asemeja a esa descripción es San Isidro. Pero cuando vos pensás en el conurbano no pensás en San Isidro. Una de las villas de emergencia más grande del país es La Cava y está en San Isidro, que tiene una familia que lo gobierna hace 38 años: los Posse. Pero cuando te hablan del Conurbano te hablan de González Catán, no te hablan de San Isidro”, dicen los creadores de The Walking Cornurban. El ejemplo es una muestra casi perfecta de cómo los prejuicios y los imaginarios emitidos desde diversos mensajes mediáticos se convierten en definiciones sobre una situación, lugar o sector social.

III

En cuanto a la representación política la provincia de Buenos Aires en su totalidad sufre una sub valoración con respecto al resto de los distritos del país. Como sabemos la composición de la Cámara de Diputados se establece a partir de la cantidad de habitantes de cada distrito. Con la restauración de la democracia en 1983 se estableció cual era el número de habitantes que debe tener un distrito para acceder a un diputado. Esta ley no se ha actualizado hasta la fecha, por lo que los continuos movimientos poblacionales y el crecimiento demográfico de la provincia de Buenos Aires no se ven reflejados en la cantidad de diputados que integran la Cámara Baja representado al distrito. El número de 70 legisladores sobre un total de 257 miembros se mantiene inalterable desde 1983; si se actualizaran los datos de acuerdo al último censo disponible (realizado en 2010) ese número debería ser de 102. Si bien la representación parlamentaria de la Provincia de Buenos Aires en Diputados es la más numerosa, está lejos de reflejar la actual composición demográfica del país.

En materia económica la postergación del Conurbano en la distribución de los ingresos nacionales es aún más marcada. Entre los 70 y los 80, la Provincia de Buenos Aires perdió alrededor de 15 puntos de los recursos recibidos provenientes de la coparticipación nacional, siendo que produce un 40% del total. Si bien es cierto que la coparticipación tiene un principio de solidaridad frente a distritos pobres o con baja población, los índices que recibe la provincia son muy bajos en relación a lo que produce y a las necesidades de la gran cantidad de población que debe atender. Atento a esta situación, en los 90 se creó el llamado Fondo de Reparación Histórica del Conurbano Bonaerense, que pretendía poner un poco de justicia en esta mala distribución de los ingresos nacionales. Este Fondo se formaba con el 10% de lo recaudado por la Nación en el Impuesto a las Ganancias y fue creado en el año 1995. Sin embargo, al tener un tope de 650 millones de pesos, monto que nunca fue actualizado tras años de procesos inflacionarios, el fondo fue perdiendo valor hasta prácticamente ser totalmente insustancial para el propósito que fue creado.

Si se analizan los números de los presupuestos de los municipios que conforman el conurbano nos vamos a encontrar con injusticias más evidentes. Tomemos el ejemplo de los recursos recibidos en el 2019 por el municipio de La Matanza versus la ciudad de Buenos Aires y veremos diferencias obscenas: $ 8.083 millones recibió La Matanza por recursos coparticipables provinciales contra $ 84.796 millones recibidos por CABA de parte del Estado Nacional. Nada más y nada menos que 10 veces menos. Si tomáramos en cuenta la población estimada de cada distrito (2,2 millones de matanceros contra 3,1 millones de porteños), cada ciudadano de La Matanza recibe un aporte de $ 3.600 por año contra $ 27.500 que recibe un porteño. Ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda separados por la Avenida General Paz. Esta desigualdad distributiva no sólo se produce en los municipios más carenciados; el partido de La Plata, por ejemplo, que algunos consideran parte de conglomerado del conurbano y que tiene una mejor calidad de vida promedio, también sufre el mismo tipo de discriminación presupuestaria. Hay una definición conceptual y política de relegar económicamente a la zona más poblada del país. La praxis política no ha podido resolver este problema a pesar de algunos parches que intentaron neutralizarlo.

IV

¿Cómo narra el arte al Conurbano? La literatura es casi una excepción que trata de romper los imaginarios impuestos y asimilados. Más bien juega y subvierte esas imágenes para construir ficciones que tienen como escenario este territorio lleno de estereotipos. Podemos citar a varios ejemplos: Berazachussets, de Leandro Ávalos Blacha, que parte de lo fantástico para anclar en la más cruda realidad; El lugar de lo vivido, de Cristian Vázquez, en donde Florencio Varela y sus alrededores nos cuentan una historia pletórica de realismo; Kryptonita, de Leonardo Oyola, en donde el mundo de los superhéroes se muda a Isidro Casanova. Numerosos escritores nacidos y criados en el Conurbano cuentan desde sus ficciones a un espacio casi inabarcable que desde los mensajes mediáticos parece estar reducido a los mismos tópicos y las mismas miradas. La narrativa de estos escritores se construye casi en su totalidad como lo opuesto a lo que sucede en la gran ciudad, pero nunca partiendo desde los imaginarios que el establishment literario maneja, sino desde una mirada propia que a veces sin proponérselo cuestiona o deconstruye los discursos dominantes. Lo que quizás muestran estas y otras expresiones artísticas surgidas de lo profundo Conurbano Bonaerense es que se narran a ellos mismos sin necesidad de espejarse en imaginarios que no les son propios. Toda la narración que se tiene desde el arte convencional (televisión, cine, literatura, periodismo, etc.) nace desde los supuestos y estereotipos formados desde los centros de poder. Estos discursos artísticos, ficcionales o referenciales, intentar narrarse ellos mismos, desde sus propias vivencias, con su lenguaje, sin la obligación ni la necesidad de ser aceptados o reconocidos en ámbitos que no son los propios.

V

El Conurbano Bonaerense se ha ido transformando en las últimas décadas, visto desde los centros de difusión de los mensajes mediáticos más masivos, en un no lugar, o mejor dicho en un lugar por afuera de lo que se considera el verdadero país. Pareciera que desde esa perspectiva, para contar al país sólo existiera la ciudad de Buenos Aires y el Interior; lo que queda, esa vasta zona poblada de argentinos a quienes se subestima en lo político, se ningunea en lo cultural y se posterga en lo económico, es algo diferente a la que se trata y se cuenta como algo inferior. Hay en estas prácticas sociales un eurocentrismo a escala local, en donde un sector social domina sobre otro, incluso imponiéndole formas de ver la realidad y postergando su desarrollo.

Un racismo en general solapado pero muchas veces explícito se puede ver en estos discursos, el habitante del Conurbano se muestra como un ser inferior en sus decisiones políticas y su expresiones artísticas. Tiene además muy poco espacio para contarse él mismo, generalmente los mensajes de los medios masivos, tanto desde lo informativo y lo periodístico, pero también desde las ficciones producidas por la industria cultural, muestran, proyectan y fijan en el imaginario social un estereotipo mezcla de vulgaridad, ignorancia y violencia. Estos discursos refuerzan y potencian la postergación económica del Conurbano, territorio clasificado desde el relato político como inviable desde la gestión. Incluso cuando fue gobernado por una fuerza política nueva, que además venía a gobernar con supuestos generados en la Ciudad de Buenos Aires, no hizo más que profundizar esas desigualdades y esa postergación estructural. Nadie puede negar la pobreza extendida, la necesidad de inversión en obra pública, la postergación de varias zonas que lo integran. Pero es necesario que las voces emitidas desde el mismo Conurbano Bonaerense sean escuchadas con su propia lógica, con su lenguaje y sus historias, respetando sus preocupaciones y necesidades. La postergación económica requerirá de una lucha política que no puede estar separada de lo cultural y el reconocimiento de los sujetos políticos que la integran. El Conurbano Bonaerense necesita contarse a sí mismo y el resto del país debería poder escuchar lo que tiene para decir.

lunes, 23 de noviembre de 2020

El enigma Carrascosa: el jugador que no quiso ser campeón mundial


Jorge el Lobo Carrascosa no era un jugador más de la Selección Nacional de fútbol que iba a participar del Campeonato Mundial que se jugaría en Argentina. Era un pilar del equipo, el principal referente de Menotti en el plantel y el capitán dentro y fuera de la cancha. Sin embargo, seis meses antes del comienzo del torneo, Carrascosa renuncia y se pierde la oportunidad de ser campeón mundial. La pregunta sigue flotando sin respuesta clara: ¿por qué lo hizo?

Jorge Carrascosa, 5 de Junio de 1977
Fotografía de Masahide Tomikoshi @tphoto
Jorge Carrascosa era el estereotipo del lateral de los 70, con una figura recia y un rostro serio que se coronaba con un bigote típico de la época. Debutó en Banfield, pasó por Rosario Central, en donde sería campeón en el Nacional 71 de la mano de Labruna, para finalmente recalar en Huracán. Dirigido por César Luis Menotti, sería capitán y figura en 1973 de uno de los equipos más recordados del fútbol argentino. Esas actuaciones lo llevarían a la Selección que disputó el Mundial 74 en Alemania, equipo que sería vapuleado por la mítica Holanda de Johan Cruyff. La llegada de Menotti a la Selección lo convertiría en capitán y referente del equipo que jugaría el Mundial 78 en Argentina. Después de ser titular en gran nivel en la famosa Serie Internacional que se jugó a manera de preparación durante el 77 en cancha de Boca, Carrascosa anuncia su renuncia a seguir participando de la selección. ¿Qué llevó al capitán del equipo a tomar semejante decisión? Durante años las especulaciones fueron la moneda corriente. El protagonista contribuyó a la situación con su silencio y su ambigüedad para responder a la pregunta que todos se hacían. 

El motivo más obvio que apareció sobre la mesa, aunque nadie lo expresaba abiertamente en esa época de terror, era su desacuerdo con la dictadura. Participar del Mundial era avalar el terrorismo de estado y sus nefastas consecuencias. Sin embargo, esto fue negado una y otra vez por el protagonista. Se especuló con que tenía militancia política y simpatía con Montoneros. La política no tiene nada que ver, declaró, tengo mis ideas, mis ideales de justicia, pero no tienen que ver con eso. Se habló de una pelea con Menotti. También fue totalmente descartado, el Flaco lo respetaba como nadie y a pesar del desplante de abandonar el barco faltando tan poco para el comienzo del mundial, siempre habló del Lobo como un hombre honesto e íntegro. Algunos integrantes del equipo deslizaron que se fue en desacuerdo con que participaran del plantel jugadores que residían en el exterior. Este motivo también fue desechado. El enigma seguía sin responderse pero nadie quería detenerse a escarbar demasiado, la “fiesta de todos” estaba demasiado cerca para arruinarla o mancharla con cuestiones secundarias, mejor seguir para adelante.

Conocida la noticia de su renuncia, Carrascosa desapareció de la escena. Era pleno verano a comienzo del 78, y las revistas deportivas del momento, El Gráfico y Goles, enviaron a sus periodistas a buscarlo y conocer la palabra más buscada. De vacaciones en Mar del Plata, parando en una playa no muy concurrida, fue difícil hallarlo y sacarle alguna declaración terminante. Dio reportajes a los dos medios, pero era como hablar sin decir nada, los motivos parecían ocultos y las respuestas eran muy vagas, el protagonista tenía decidido no dar títulos ni emitir frases contundentes ni polémicas. Pero asediado por el cronista de Goles, presionado para declarar algo fuerte, Carrascosa responde: “¿Qué querés? ¿Que me tenga que ir del país?”. Lejos de aclarar nada, la respuesta dejaba más dudas y las interpretaciones se multiplicaron. ¿Cuál era el motivo por el cual un jugador todavía joven, referente y capitán de un equipo, respetado por sus compañeros y el técnico, abandona la oportunidad profesional de su vida? Quizás la respuesta no había que buscarla en ese verano del 78 sino en la forma de vida y en las declaraciones previas que Carrascosa había hecho desde que debutara en primera.

Palabras de Jorge Carrascosa:

“Yo al fútbol lo quiero. Nadie se puede imaginar hasta qué punto. Pero lo quiero como lo quise, como lo jugué, a mi manera. Lejos de las influencias que pueden deteriorarlo en su verdadera esencia.”

“La imperiosa obligación de ganar, la urgencia del éxito, han ido deteriorando al fútbol como deporte. Puedo admitir ese desgaste por las influencias económicas que todo lo gobiernan, pero no lo comparto. Yo no admití que me estimulen con cosas raras para ganar un partido. Yo siempre quise jugar y no ser utilizado por otros designios.”

“Quise poner dignidad a mi vida de futbolista, manejarme con armas nobles, tratar de hacer las menores concesiones posibles. Si mi equipo para salir campeón tiene que recurrir a la incentivación, al soborno o la aplicación de estimulantes, yo me sentiría muy mal.”

"No se puede generalizar ni controlar individualmente a cada persona. Pero siempre que existe la alta competencia, por las presiones mismas, late la posibilidadde que alguien busque incentivo por otro lado. Yo siempre entendí el deporte como una competencia digna y leal más allá de cualquier resultado. Con esto quiero decir que a mí me interesaba ganar con armas leales."


Jorge Carrascosa se perdió la fiesta y la gloria, todo fue a parar a manos de los que participaron de aquel Mundial 78. Pero con los años la situación cambiaría, el triunfo fue casi escondido y despreciado, los héroes era ahora tildados de colaboracionistas. La figura de Carrascosa casi que podía erigirse, si el protagonista lo hubiese querido o propiciado, en la de un héroe de la denuncia o la resistencia. Sin embargo, su actitud fue más cautelosa que nunca, prefirió el silencio y evitó cualquier señalamiento o condena a sus ex compañeros. Al repasar sus palabras a lo largo de los años se puede ver la coherencia granítica que contenían. Nunca quiso ser un héroe: era sólo un hombre que quiso decir que no a un ambiente exitista, asfixiante y de mucha presión, en donde el jugador era un elemento de descarte que debía estar dispuesto a todo. Todo eso, además, en el marco de una dictadura sangrienta.

"Sé que mi renuncia ha quedado como un emblema, pero también sé que debo darle el lugar que tiene. Aquella renuncia puede ser entendida perfectamente si se analiza todo lo que hice y dije en el fútbol antes de renunciar."

Quizás acá resida la mayor grandeza de Jorge el Lobo Carrascosa: un hombre coherente que quiso y supo decir que no a la gloria más grande a que puede aspirar un jugador profesional, por el solo y gigante hecho de ser fiel a sí mismo.

Fuentes: Revista El Gráfico, Revista Goles, "Historia oral del Mundial 78" de Matías Bauso, Sudamericana, 2018.

   

viernes, 19 de junio de 2020

Bioy y el cine: una película de amor


Me gustaría que el fin del mundo, si llega, me encuentre en una sala de cine. Me agrada que me cuenten historias”. 
Adolfo Bioy Casares

La relación de Bioy con el cine es una de las más fructíferas que haya tenido un escritor argentino con el séptimo arte. Sus relatos siempre han tenido un encanto para directores locales y de distintas partes del mundo. El autor de La invención de Morel era un gran cinéfilo y una amante de la fotografía, afición que lo acompañó a lo largo de toda su vida. Recorremos en estas líneas las producciones argentinas más destacadas dedicadas o inspiradas en su obra.

El crimen de Oribe (1950)

Esta película es la primera adaptación cinematográfica de una texto de Bioy Casares. Se trata del relato El perjurio de la nieve, publicado primero como novela corta e incluido más tarde en La trama celeste (1948) su primera colección de cuentos. La realización estuvo a cargo de Leopoldo Torre Ríos (padre) y Leopoldo Torre Nilsson (hijo). La acción transcurre en un paraje de la Patagonia. Hasta ahí llega el periodista Villafañe (Roberto Escalada) en una pensión en donde se hospeda también el poeta Oribe (Carlos Thompson). Ambos se obsesionan con un hombre llamado Vermehren (Raúl De Lange) que vive encerrado en una mansión junto a sus hijas y que tiene la extravagante rutina de todos los días repetir la celebración de la Navidad. Luego de una investigación, logran saber que el motivo de la repetición de este ritual es detener el tiempo y evitar la muerte de una de las hijas de Vermehren. El estilo de la película es de mucha sobriedad, pero deslumbra la actuación de Raúl De Lange que no actuaba demasiado en cine. Torre Nilsson era admirador de las ficciones de Bioy y no sería la última vez que lo llevaría a la pantalla.
Puede verse aquí.

Invasión (1969)

Un aporte directo a la cinematografía por parte de Bioy es el argumento de esta película, ópera prima de Hugo Santiago, y que realizara junto a Jorge Luis Borges. Durante años fue inhallable una buena copia y el prestigio que le daba la dupla de autores la transformó en un mito. Se trata de un relato de ciencia ficción que se desarrolla en una ciudad llamada Aquilea, en la que puede reconocerse sin dudas a Buenos Aires. Un grupo de ciudadanos comunes se resisten a una invasión extraterrestre o extranjera. El relato fantástico muestra claras referencias políticas en una acción que transcurre en lugares porteños muy reconocibles (bares, plazas, calles) con la música de la ciudad como fondo. Olga Zubarry y Lautaro Murúa, entre otros, forman parte del elenco. Estrenada en 1969, el guión definitivo fue escrito por Borges y el director, sin mucha repercusión de público y crítica, aunque fue muy bien recibida en el Festival de Cannes. En el año 2008 se digitalizó una copia de muy buena calidad que se pudo exhibir en el Malba.
Puede verse aquí.

La guerra del cerdo (1975)

Publicada en 1968, Diario de la guerra del cerdo fue un éxito editorial en Argentina y en varios países europeos. Leopoldo Torre Nilsson se propuso llevarla al cine encargándole el guión a la escritora Beatriz Guido. El personaje central es Isidro Galván (interpretado por José Slavin), un hombre mayor que vive junto a su hijo en una pensión. El muchacho forma parte de una organización juvenil que se dedica a a atacar ancianos, incluso ocasionándoles la muerte, culpándolos del retraso de la sociedad. El protagonista tiene una historia de amor con una mujer mucho más joven, mostrando como se mueve entre el miedo a ser atacado y morir y el orgullo de ser amado. La película está ambientada en los años 60, con música del Gato Barbieri como fondo. Algunos ven en la película una queja o denuncia contra la rebeldía de la juventud de esa época, mostrando la trama como un enfrentamiento entre generaciones. Tuvo un relativo éxito y quizás no haya envejecido muy bien.
Puede verse aquí.

Otra esperanza (1985)

Rodada entre 1984 y 1985, Otra esperanza recién pudo estrenarse en 1996, en el Complejo Tita Merello, debido a las tortuosas dificultades finacieras y de distribución que debió enfrentar su directora, le debutante Mercedes Frutos. El guión está inspirado en el cuento homónimo de Bioy incluido en El héroe de las mujeres (1978). Un grupo de operarios de una fábrica desaparece misteriosamente. El enigma se resuelve rápido: los cuerpos desaparecidos son utilizados por la patronal para extraerle la energía que hará funcionar las instalaciones. El cuento original transcurría en un sanatorio, trasladar la acción a una fábrica le da a la película un mirada social y política. Un grupo de obreros liderado por el personaje personificado por Pepe Soriano, intentará desarmar la criminal empresa. Es una de las tantas películas locales en que los problemas de distribución hacen desaparecer en el olvido.

El sueño de los héroes (1997)

Esta extraordinaria novela de Bioy, publicada en 1954, había sido por años una obsesión del director Sergio Renán. Incluso hasta tuvo la fantasía de trasladar el argumento a una ópera. Finalmente, decudió llevarla al cine en un ambicioso proyecto que tuvo una gran producción y un notable elenco. La película, ambientada hacia fines de los años 20, cuenta la historia de Emilio Gauna (Germán Palacios), que luego de ganar una gran suma en las carreras invita a sus amigos a pasar tres días y tres noches de carnaval perdidos en situciones violentas y alcohol. Gauna despierta tras la aventura con un recuerdo borroso que no puede desentrañar. Tres años después, intenta repetir con los mismos amigos los tres días de juerga, para ver si puede descubrir qué fue lo que pasó. La ambientación de época fue de gran factura y la película tuvo muy buena repercusión de público, aunque recibió críticas por descuidar la compleja trama psicológica de sus personajes. Lito Cruz y Soledad Villamil cumplen notables actuaciones. El mismo Bioy halagó la película y le dió su bendición al director.
Puede verse aquí.

Dormir al sol (2010)

Publicada en 1973, Dormir al sol es un novela inquietante que oscila entre la ciencia ficción y la psicología de los personajes, con dosis de humor y costumbrismo. El director Ajelandro Chomski, convoca a una gran elenco y rueda en San Luis financiado por el gobierno provincial. El relojero Lucio Bordenave (Luis Machín) está casado con Diana (Esther Goris), una mujer que asegura poder hablar con los perros. Presionado por su cuñada (Florencia Peña) y un extraño médico, decide internarla en un neuropsiquiátrico y comienza a dudar de que todo lo que esté pasando a su alrededor sea normal. El mundo misterioso propuesto por Bioy es muy bien captado por Chomski, que incluso usa algunas escenas novedosas, como la cámara que sigue los movimientos del perro en la escena inicial. Se estrenó en marzo de 2012 y como tantas películas, al no alcanzar un mínimo de espectadores la primer semana de exhibición, fue levantada de cartel.
Puede verse aquí.

Los que aman, odian (2017)

Basada en la novela policial coescrita por Bioy junto a su mujer Silvina Ocampo, Los que aman, odian fue filmada por el director Alejandro Maci íntegramente en Pinamar. En un viejo hotel perdido en una playa desierta, en los años 40, el médico homeópata Enrique Hubermann (Guillermo Franchella) se refugia para pasar un días huyendo de un amor. Por pura casualidad se encuentra también en el hotel la mujer que quiere olvidar, la bellísima Mary Fraga (Luisana Lopilato), quien provoca pasiones manipulando a todos los hombres que se le cruzan. Se desata una terrible tormenta de arena, que los encierra a todos en el hotel, cuando la protagonista aparece muerta. A partir de ahí el odio de los que antes amaban despetara las más oscuras pasiones. Con gran calidad técnica y una gran fotografía, la película tuvo una buena recepción, apoyada en la popularidad de sus actores protagonistas, en donde también se destaca una extraordinaria colaboración de la gran Marilú Marini.
Puede verse aquí.

domingo, 7 de junio de 2020

Clare Torry y Merry Clayton: voces femeninas eternas en grabaciones legendarias


De las múltiples grabaciones históricas del rock de todos los tiempos se pueden rescatar, entre otras, la participación de dos extraordinarias cantantes que contribuyeron a dejar en la leyenda a dos temas inmortales. Esta es la historia detras de las voces femeninas en The Great Gig in the Sky (del álbum The Dark Side of the moon, Pink Floyd, 1973) y Gimme Shelter (de álbum Let it Bleed, The Rolling Stones, 1969).

Clare Torry: La gran voz en el cielo

Recluidos en Abbey Road para la grabación de un álbum muy trabajado de tono conceptual, Pink Floyd creía tener en las manos la concreción de un proyecto soñado. Un disco de tintes épicos en medio de una gran experimentación sonora, en donde Roger Waters ya demostraba querer tomar el control total de la banda. Los tópicos que se proponían tocar en cada tema eran de un existencialismo brutal: la alineación, el dinero, el tiempo, el consumo, la locura. Y la muerte.
En el medio de la elaboración artesanal de cada tema y cada sonido, el tecladista Rick Wright venía trabajando en una muy sencilla pero emotiva sucesión de acordes que en un principio iba a contener numerosos pasajes hablados. Los textos elegidos tenían relación con temas bíblicos, pero el resultado no los terminaba de convencer. Al ingeniero de grabación Alan Parsons (que posteriormente tendría una gran carrera musical) se le ocurrió la idea de agregar una voz femenina sobre la pista. Recordó una chica con la que había trabajado hacía un tiempo, llamada Clare Torry, que formaba parte del staff de coristas contratadas por EMI para las grabaciones de sus artistas. Dueña de un gran caudal vocal, se dedicaba a la interpretación de covers y a su trabajo por encargo en la discográfica. El domingo 21 de Enero de ese 1973 fue citada por el mismo Parsons para que se presentara en el estudio 3 de Abbey Road para grabar un coro para Pink Floyd. Como si se tratara de una oficinista, Clare se presentó en punto en el estudio y pidió que le pagaran doble por grabar un domingo, en vez de las 15 libras acostumbradas quería cobrar 30. Tras calentar un poco la voz recibió las indicaciones antes de grabar. Le hicieron escuchar los acordes escritos y tocados por Wright y le pidieron que improvisara un canto la pista grabada. Debía pensar en la muerte, una muerte que se hiciera carne como algo personal. En primera instancia la cantante comenzó a balbucear algunas palabras, pero inmediatemente la corrigieron, querían que su canto sonara como un instrumento más, como si fuera una guitarra, que dejara de pensar como una vocalista. La cantante improvisó un canto desgarrado que iba in crescendo y que dejó a todos pasmados en el estudio. Hizo tres tomas, preguntó si les había gustado, tomó sus cosas y se fue. No había quedado muy conforme y se dijo para sí que seguramente el tema quedaría descartado. Roger Waters sugirió el nombre de The Great Gig in the Sky, que fue el que finalmente quedó.
Editado en marzo de ese mismo año, The Dark Side of the Moon fue un éxito inmediato y se transformó con el paso de los años en un clásico atemporal que vendió y sigue vendiendo millones de copias en todo el mundo. El nombre de la cantante ni siquiera figuraba en los créditos. Clare Torry no tomó conciencia de la relevancia de su grabación hasta años después. Su increíble improvisación erizaba la piel en cada escucha. Además el tema era utilizado en múltiples ocasiones para los más variados motivos o situaciones: reediciones, compilados, películas, comerciales, etc. Nunca vio una sola moneda por esa grabación inmortal. En 2004 se decidió a hacerle un juicio a Pink Floyd por la coautoría del tema, teniendo en cuenta que toda su participación fue de su exclusiva inventiva y forma parte indisoluble de la obra. Llegó a un arreglo extrajudicial que incluyó una compensación económica y la inclusión de su nombre como coautora en futuras reediciones. A lo largo de los años siguió trabajando como cantante de sesión en numeras grabaciones. Entre ellas pueden citarse los temas Don't Hold Back (The Alan Parsons Proyect, 1979), The war song (Culture Club, 1984) y Yellowstone Park (Tangerine Dream, 1985), entre muchos otros.


Merry Clayton: A un tiro de distancia

El año 1969 fue un año muy convulsionado para The Rolling Stones. Al enrarecido ambiente social (Guerra de Vietnam, protestas sociales, cambios culturales) se le sumaba la precaria estabilidad emocional de unos de sus fundadores, el guitarrista Brian Jones, que apenas podía mantenerse en pie abrumado por el consumo de drogas. A partir de febrero de ese año se dispusieron a grabar su octavo disco de estudio, pero las constantes ausencias del guitarrista y la búsqueda de un sonido más crudo y sucio hizo que el trabajo se extendiera hasta noviembre. En el medio Brian Jones, que tocó en apenas dos temas, sería reemplazo por Mick Taylor. Meses después el conflictuado guitarrista y miembro fundador de la banda aparecería muerto por sobredosis.
Jagger y Richards tenían una potente composición para el disco, Gimme Shelter, un descarnado tema en donde se hablaba de guerra, asesinato y violación, con los horrores de Vietman de fondo. El tema se grabó entre febrero y marzo de ese 1969. La composición es un ejemplo perfecto de la sincronía que el dúo tenía para trabajar en un tema; la combinación perfecta de la guitarra de Richards y la voz de Jagger se fundían en un combo perfecto con una letra desgarradora. Ambos entendieron que todo el espítiru del disco estaba en esa canción (casi todo el espíritu de una época) y decidieron que el nuevo disco, cuando pudiera terminarse, debía abrir con ese tema.
Instalados en Los Ángeles, los Stones decidieron regrabarlo. Al productor Jimmy Miller se le ocurrió que la canción adquiriría más potencia si se le agregaba una voz femenina que hiciera casi un dueto con Jagger. Todos estuvieron de acuerdo de inmediato y la primera corista que encontraron disponible a altas horas de la madrugada era Merry Clayton. Dieron el blanco con el primer disparo. Clayton dudó en aceptar, estaba durmiendo cuando la llamaron y para peor, estaba embarazada. Había comenzado en el mundo de la industria musical a los 14 años, formando parte de numerosas bandas, como corista o primera voz. Con poco más de 20 años el canto era su manera de ganarse el pan de cada día. Terminó aceptando y en el medio de la noche se dirigió al estudio de grabación.
Las indicaciones fueron breves y precisas. Merry debía ingresar en la segunda estrofa y repetir la línea “Rape, murder, it's just a shot away”. El oficio le hizo entender en forma rápida el clima de la canción y con una voz desgarradora repitió una y otra vez la letra, con tanto sentimiento y entrega, que en dos oportunidades su voz llegó a quebrarse, debiendo regrabar la toma. Todos los presentes quedaron impresionados, el aporte de la cantante resultaba clave para lo que se intentaba transmitir. En la cinta original se puede escuchar claramente como Jagger exclama en un par de oportunidades “guau”. Estaba fascinado por la performance. Termina la faena del día, Merry Clayton tomó sus cosas y se marchó. Días después perdió su embarazo y la leyenda dice que fue a causa del esfuerzo realizado en la grabación; ella lo negó siempre.
Editado en diciembre de ese 1969, Let it Bleed fue un suceso inmediato y Gimme Shelter pasó a ser un infaltable hasta el día de hoy, más de 50 años después, de cualquier presentación de los Rolling Stones. En los años siguientes la cantante continuó siendo una trabajadora de la música, participando de múltiples grabaciones. Incluso tuvo un pequeño éxito solista con el simple Yes, incluido en el soundtrack de la película Dirty Dancing (1987). Pero la voz desgarradora de Merry Clayton permanecerá inmortal poniendo la piel de gallina cada vez que se la escuche en esta grabación legendaria.

lunes, 27 de abril de 2020

"El Gigante" González: una vida con un triste y solitario final


El 22 de septiembre de 2010, Jorge “El Gigante” González, que al momento de su muerte medía 2,32 metros y pesaba 210 kilos, moría en El Colorado, Formosa, donde había nacido y en donde vivía desde hacía unos años. Al día siguiente su hermano Ricardo, que jugaba al rugby en el Bermejo Club, convocó a doce compañeros de equipo para que llevaran el impresionante ataúd hecho a medida al cementerio local. Jorge, de tan sólo 44 años, había muerto acechado por una diabetes feroz, un debilitamiento general de las articulaciones y una falta casi total de movilidad en sus piernas que lo habían postrado en una silla de ruedas. Esto es un breve y triste detalle de su corta e intensa vida.


I

Jorge González nació en El Colorado, un pueblo de menos de 10.000 habitantes situado entre dos arroyos tributarios del Paraná, el 31 de enero de 1966. Desde muy niño empezó a verse muy diferente a todos. Hijo de un matrimonio muy humilde, trabajó desde pequeño en la recolección del algodón y en plena niñez comenzó a aventajar a los chicos de su edad en volumen y en altura. Con sólo 16 años ya medía 2,18 metros y en ese pueblo chico, sin atractivos, casi perdido, llamaba la atención de todos. Por ese entonces, casi de casualidad, un hombre ligado al básquet de la región, Oscar Rozanovich, lo ve y al instante vislumbra la oportunidad de reclutar para ese deporte a alguien con una característica poco común para el biotipo argentino: un jugador muy por arriba de los dos metros. Una rareza lista para ser aprovechada.
Casi de inmediato, “El Gigante” González, se trasladó a Chaco, en donde comenzó a entrenarse y jugar en el Hindú Club de Resistencia. Rápidamente empezó a llamar la atención del mundo del básquet. Las características del jugador llegaron a oídos del gran León Najnudel, creador de la Liga Nacional, en ese entonces técnico del seleccionado nacional. Viajó al Chaco a conocerlo, lo convenció de cambiar hábitos y alimentación para volverse profesional e hizo los arreglos para alojarlo en Buenos Aires. Lo fichó en Gimnasia y Esgrima La Plata y lo cuidó y protegió casi como a un hijo. Al cabo de pocos años, lo citó a una gira que la Selección hizo por Cuba en donde pudo debutar en un partido internacional. En ese tiempo, González fue perfeccionando movimientos, tonificando su cuerpo y agilizando sus traslados. Estaba casi listo para pegar el salto a las ligas mayores. El esfuerzo al que sometía a su cuerpo era tremendo, pero daba resultados a pesar de estar siempre dispuesto a placeres por fuera del entrenamiento; tenía que luchar con su tendencia al sobrepeso y al gusto por las salidas y el cigarrillo.

II

En poco tiempo su ascenso en el básquet fue fulgurante. En 1987 lo contrató Sport Club de Cañada de Gómez, uno de los equipos pesados de la Liga Nacional, y el portorriqueño Flor Meléndez, nuevo técnico de la Selección, lo convoca nuevamente. A pesar de una lesión en la rodilla que lo tuvo ocho meses parados, participa en el 88 del Preolímpico de Montevideo. Con 2,28 metros de altura, su presencia fue sensación y los scouters de Atlanta Hawks, propiedad del magnate Ted Turner, dueño entra otras cosas de la CNN, no desaprovecharon la oportunidad. Viajaron a Buenos Aires, tramitaron la visa en tiempo récord y compraron su pase en apenas 30.000 australes. Una pequeña fortuna para el club santafesino, unos centavos para un equipo NBA. Casi sin darse cuenta, Jorge “el Gigante” González era drafteado y viajaba a cumplir un sueño imposible para un basquetbolista argentino: el ingreso al mundo de la liga más grande y espectacular del mundo.
Instalado en Atlanta se sorprendió un poco; ya no era un fenómeno, casi todos sus compañeros superaban los dos metros. Incluso la NBA tenía un jugador más alto que él, el sudanés Manute Bol, de 2,29 metros, que lo superaba por un centímetro. Lo cosa no sería llegar y jugar, lo sometieron a una rigurosa dieta y un exigente plan de entrenamiento. Debía bajar por lo menos 20 kilos y mejorar la tonificación de músculos y la movilidad, su cuerpo no estaba preparado para ese nivel de exigencia. No tardó en darse cuenta que el sacrificio enorme que estaba haciendo no convencía al cuerpo técnico de los Hawks: nunca fue citado a participar con el equipo. Después de varios meses de trabajo silencioso empezó a tomar conciencia que su vuelta a la Argentina sería inminente.
Richard Kane, el scout que lo viera en Montevideo y lo llevara en una operación relámpago a Atlanta, pronto se convenció que el destino del misionero no era el básquet. Distintos estudios médicos le diagnosticaron una diabetes feroz, graves problemas en sus rodillas y, lo más grave, una enfermedad que explicaba su cuerpo enorme en talla y peso. Jorge padecía de acromegalia, también conocida como gigantismo, una rara enfermedad crónica causada por una secreción excesiva de la hormona del crecimiento producida por la glándula pituitaria. Los estragos que provoca la enfermedad se van produciendo lentos pero inexorables: desfiguración progresiva del cuerpo, especialmente de la cara y las extremidades, con crecimiento desproporcionado del rostro, pies y manos. Sumado a esto van apareciendo otros graves trastornos: agrandamiento de vísceras y órganos, dolores musculares y articulares, fuertes dolores de cabeza, hipertensión, diabetes, impotencia sexual. Un cóctel de calamidades muy difícil de soportar. “El Gigante” González no era sólo un fenómeno extraño y anómalo. Era una persona enferma de gravedad, y con un pronóstico de vida difícil y que podía llegar a ser muy corto.


III

La franquicia de Turner no estaba dispuesta a perder ni un centavo de sus inversiones, sean estas grandes o pequeñas. El multimillonario era dueño, además, de la cadena televisiva TNT, que entre otras atracciones transmitía el Campeonato Mundial de Lucha, la famosa WWC. Para 1989 la lucha libre era muy popular en Estados Unidos, una mezcla de deporte y espectáculo circense, que congregaba multitudes y tenía una audiencia global. Richard Kane le ofreció a González un muy buen contrato de varios años para que dedicara a pelear en la WWC. Aceptó de inmediato lo que era una salida casi perfecta a su situación. Se aseguraba un ingreso en dólares que le solucionaba varios problemas y le permitiría ayudar a su familia, que seguía en la pobreza de El Dorado. Se terminaba, además, con la tortura de exigirle a su cuerpo un esfuerzo que lo estaba consumiendo. Abandonaba para siempre el básquet, el deporte que lo había sacado de la más extrema pobreza y lo había hecho sentir importante. No pisaría un piso de parquet nunca más en su vida.
Adiestrado por un ex luchador profesional, en 1990 debutaba en la WWC con el nombre de “Giant González transformándose en un verdadero fenómeno. Era el luchador más alto del campeonato y a lo largo de seis años recorrió, en una vida casi de rockstar, todo Estados Unidos y varios países de mundo peleando más de 1.400 peleas, de las cuales sólo perdió tres. Usaba un extraño traje que le simulaba músculos marcados y se dejó crecer la barba. Se había convertido en una verdadera estrella de la lucha, a pesar de no poder materializar en grandes contratos semejante suceso. En el 93 firma contrató con la WWF, la liga rival en la que peleaba, con un mejor contrato. Pero sus performances habían bajado mucho de nivel y decidieron despedirlo apenas un año después. “Giant González se encontró sin trabajo y a la deriva. Aceptó un contrato para pelear en Japón y en el 94 debuto en ese país con gran suceso. Sin embargo, su cuerpo enfermo empezó a pasarle facturas. En una de las peleas sufrió un desmayo por lipotimia y los médicos fueron terminantes, la diabetes estaba en un punto crítico y debía abandonar la actividad.


IV

Solo, enfermo, con la pequeña fortuna ganada despilfarrada, en 1996 Jorge González volvía a la Argentina y al El Dorado. Recluido en su pueblo, decidió administrar los ahorros que le quedaban para tratar de sobrevivir lo mejor posible. Compró una casa y le hizo adaptar todas las aberturas para que su cuerpo se traslade con mayor comodidad. Sin trabajo, sin atención médica, sin ingresos fijos, se dedicó a dejar pasar las horas y los días. Sabía que su enfermedad lo iba a deteriorar cada vez más, le habían dicho que el promedio de vida para los que sufrían de acromegalia era de alrededor de 45 años. Los problemas físicos comenzaron a acumularse; se transformó en insulinodependiente, su visión sufría un grave deterioro al punto de quedar casi ciego de un ojo, una artrosis progresiva y los problemas de rodilla lo dejaron casi inmovilizado, obligado a usar silla de ruedas. Entrado el nuevo siglo su estado emocional, físico y económico comenzó a caer en un declive inexorable.
Gracias al aporte de varias personalidades de Formosa y la difusión que tuvo en varios medios deportivos su situación, “El Gigante” tuvo alguna ayuda que permitió amortiguar un poco los pesares de sus últimos años de vida. El mundo del básquet, a través de la Confederación, también acercó su ayuda, con donación de ropa, calzado y algunos electrodomésticos. Pero su situación ya era irreversible. Con poco más de 40 años, internado en un hospital público de Chaco, acechado por la diabetes y muy deteriorado físicamente, moría casi en soledad.



V

En sus últimos años había dado algunos reportajes contando su derrotero y su situación actual. Una nota muy comentada que le dio al noticiero Telenoche poco años antes de morir, concluía con una definición perfecta de su vida: “No voy a encontrar jamás mi lugar, no en la sociedad que vivimos, este mundo no está hecho para un hombre de dos metros y treinta centímetros”. Al momento de su muerte había superado su propia marca. Ese 22 de septiembre de 2010, con 44 años, medía 2,32 metros. Un gigante argentino, en un triste y solitario final.

jueves, 10 de marzo de 2016

El encanto de un libro perdido y encontrado

Reflexiones acerca de Claraboya, de José Saramago

I

A fines de los 80, José Saramago, ya escritor de renombre en el mundo editorial, futuro Premio Nobel de Literatura, recibe una llamada inesperada. Una editorial se comunicaba para transmitirle la buena nueva de que revisando sus archivos había encontrado el original de Claraboya (Clarabóia, en portugués). Escrita en 1953 había permanecido más de treinta años no sólo inédita, sino perdida hasta para su propio autor. El creador de Ensayo sobre la ceguera no dudó un instante: se hizo rápidamente de su segunda novela y rehusó la oferta de la editorial para su publicación. De nada sirvieron los ruegos de su mujer, la traductora al español de todas sus obras, Pilar del Río, y de su editor, que insistieron en lo que sabían podía ser un éxito editorial seguro: la edición de la novela perdida y encontrada del escritor portugués más traducido en el mundo. Saramago lo prohibió en forma terminante, habían pasado más de tres décadas desde que la había terminado, su tiempo había ya pasado, si querían verla impresa tendrían que esperar a su muerte. Ni siquiera intentó releerla. Aunque algún valor le otorgaría porque a pesar de tanto rechazo, no la destruyó.

II

Tierra de pecado es el primer libro publicado por José Saramago. Editado en 1947, pasó por las librerías sin pena y sin gloria. Para 1953, el portugués fatigaba las editoriales de su país tratando de que alguien le publicara Claraboya, su segunda novela. No tuvo suerte. Ni siquiera consiguió una explicación a tantas negativas, sólo la indiferencia o el silencio. El dolor del rechazo logró que el autor no escribiera por casi veinte años y que el original que tenía en su poder se perdiera entre otros papeles. El desprecio a su obra mutó a humillación, la humillación en dolor, el dolor en silencio. Pero la obra perdida del portugués tenía muchas felicidades escondidas: una historia que transcurre en un edificio de una Lisboa gris y bajo la opresión de una dictadura que no se nombra pero se presiente, un relato coral repleto de mujeres fuertes y hombres solitarios, una novela novedosa y muy arriesgada para una sociedad represora y reprimida. Recién hacia fines de los 70 Saramago volvería a publicar, acompañando su renacer literario a un Portugal que volvía a ver el sol de las libertades públicas. A partir de allí su carrera su carrera literaria no conocería límites: éxito editorial, reconocimiento de la crítica, traducciones alrededor del mundo y finalmente, el Premio Nobel en 1998.

III


En 2010 José Saramago muere en las Islas Canarias, donde residía desde hacía años. Su mujer Pilar creó una fundación que lleva el nombre de su ilustre esposo muerto y que, además de algunas obras filantrópicas, administra el cuidado y la edición de toda la bibliografía del autor de El Evangelio según Jesucristo. Esta vez no había nadie que se opusiera a la publicación de Claraboya, el libro perdido y encontrado de una celebridad mundial. Saramago era ya una marca que vendía por sí misma y Alfaguara, aprovechando la publicación de toda la obra del autorproduce en 2011 un enorme impacto editorial editando un texto inédito por casi 60 años de una vaca sagrada de la literatura. ¿Estaría José Saramago, ese escritor famoso, que estuvo 20 años sin escribir herido por un rechazo editorial, finalmente feliz de la publicación de su Claraboya? No haberla destruido, revivir acaso los sacrificios y desvelos para escribirla, recordar quizás a la decena de fuertes personajes que la pueblan, decir que no se publicaría jamás con él en vida, es quizás una respuesta que podría interpretarse de muchas maneras. Me pregunto, además, qué pensarían otros autores de la publicación póstuma de sus obras. ¿Una última forma de pedantería o exhibición como a lo mejor sea toda publicación? ¿Un negocio editorial sin medición de valores estéticos o voluntades personales? ¿Una forma de mantener viva la influencia de la obra de toda una vida en la mente de millones de lectores? No está aquí Saramago para contestarlo o, quizás, se encuentre alguna respuesta en la lectura de esta feliz y sorprendente Claraboya, varias décadas después de ser escrita y rechazada.

miércoles, 24 de junio de 2015

Genetics y Steve Hackett: la celebración de una música eterna

Con dos exitosas presentaciones en el Teatro Coliseo los días 17 y 18 de junio, Genetics volvió a los escenarios tras la trágica muerte de su frontman Nacho Rodríguez Genta, estrenando nuevo cantante y con la participación estelar del miembro original de Genesis Steve Hackett. Emoción y magia para recrear como nadie las gemas de la música eterna del legendario grupo inglés.


Quizás los momentos más oscuros nos lleven a otros momentos luminosos y mágicos. Algo de eso deben haber pensado los miembros de Genetics cuando se vieron y escucharon en el familiar escenario del Coliseo acompañados nada más y nada menos que por el legendario Steve Hackett, miembro original del Genesis de los dorados años 70. Si ya habíamos destacado la notable performance de Genetics tocando en forma inigualable esos clásicos eternos, hacerlo junto al guitarrista original, coautor e intérprete de muchas de esas páginas, fue un logro artístico mayúsculo. A las cualidades remarcadas del grupo se le sumó el arte, la entrega y la generosidad escénica y artística de un prócer de la guitarra en dos noches mágicas y eternas. Con una escenografía austera, una iluminación exacta y precisas proyecciones que acompañaron las canciones, lograron el clima exacto para la celebración y el homenaje.

Tomás Price, nuevo frontman de Genetics
Una de las incógnitas de la noche estuvo en saber quién y cómo reemplazaría a Nacho Rodríguez Genta en la voz principal. Tomás Price fue una grata sorpresa; quizás ayudado en que todas las miradas estaban puestas en Hackett, el debutante cantó admirablemente. No tiene la presencia escénica del ausente homenajeado, pero descolló en cada una de sus intervenciones: un verdadero hallazgo. El resto de la banda impecable como siempre. Daniel Rawsi en batería, Claudio Laface en bajo y guitarra, Horacio Pozzo en teclados y Leo Fernández en guitarra son Genesis. Uno cierra los ojos y resulta muy difícil no pensar que está escuchando a la vaca sagrada del rock sinfónico, a la banda más imaginativa, potente, dramática, operística y genial de toda la música progresiva de cualquier lugar y época. Si a eso le sumamos la presencia majestuosa del guitarrista original que tocó en esas grabaciones eternas, sabemos que el banquete estaba servido. Steve Hackett se comportó como un sabio generoso: tocó como nadie lo que tenía que tocar e hizo participar a Leo Fernández en proporciones casi iguales a las de él. El resultado fue magia en estado puro.

El gran Steve Hackett
El arranque fue con Dance on a volcano, primer tema del primer disco post Peter Gabriel; escuchar esos primeros acordes de Hackett erizó la piel. No fue la única vez: Dancing with the Moonlit night, The fountain of Salmacis y Firth of fifth fueron puntos altísimos, casi insuperables. El guitarrista inglés tocó con pasión y en forma inmejorable cada nota. Verdadero maestro de la guitarra, estudioso por años del instrumento y todas sus variantes, dueño de una generosa discografía solista, Steve Hackett no necesita excesivos yeites para deslumbrar ni sumar notas en breves tiempos para demostrar destrezas. Su manera de tocar hace alargar y profundizar el sentimiento de cada nota y cada acorde. Los magistrales y emocionantes solos ejecutados al final de The Lamia y la suprema obra maestra Supper’s Ready (que Genetics tocó íntegramente en su más de 20 minutos en gran forma) fueron demostraciones de que Hackett puede hacer que un instrumento nos hable, nos transporte, nos penetre. El maestro tuvo además un set acústico en guitarra española que desembocó en la genial Horizons, primer y breve track del lado B de Foxtrot, su segundo disco en Genesis.



Los extraordinarios bises con Watcher of the skies y la imperecedera The musical box cerraron una mágica noche de música y emociones. Los Genetics, renaciendo desde el dolor de la pérdida de su amigo y carismático frontman, se encontraron nuevamente con su público, con el talento sabio y generoso de Hackett, con la obra monumental de Genesis, con la certeza de que son bastante más que una banda tributo. Son una forma de arte casi renacentista, que con preciosismo y pasión, reviven una obra eterna. Salud Genetics, el milagro ha sido hecho y hemos podido escucharlo y verlo: Genesis no morirá jamás.

domingo, 17 de mayo de 2015

"Las ideas de Cooke golpean la conciencia de los argentinos"

En una breve y luminosa charla con este blog, Daniel Sorín, autor de John William Cooke, La mano izquierda de Perón, nos habla del legado, la filosofía y la militancia políticas del primer delegado de Perón en la Argentina durante su exilio. El pensamiento claro, el análisis histórico didáctico y la relectura desde el presente de la filosofía política de Cooke desde la lúcida mirada de Sorín, nos traen la mítica figura del Bebe para cuestionar y analizar el presente.

En el prólogo a tu libro decís que traes a Cooke a partir de este presente. ¿Por qué Cooke? ¿Qué cosas de este presente discuten o ponen en escena su filosofía política?

Hoy en la Argentina se discuten “modelos”. Por un lado el definido como “crecimiento con inclusión” y por otro el típicamente liberal de libre mercado. Lo que no se discute son un par de conceptos. Uno: el capitalismo (o sea el sistema basado en la apropiación por parte del capital del valor que agrega el trabajo, la famosa plusvalía) y dos: la dependencia (esto es, la organización del capitalismo mundial en el que las economías dependientes remiten capital a las metrópolis). No nos preguntamos nada sobre esto. Algunos porque asumen imposible salir del capitalismo dado el fracaso del socialismo real, otros porque imaginan una redistribución de la riqueza que no perjudique a los monopolios.
Traigo a Cooke al presente porque él se planteó esta situación y le dio respuestas. Respuestas diferentes según el momento de la evolución de su pensamiento. Ciertamente, el tema cruza su correspondencia con Juan Perón y define los límites de la Comunidad Organizada.

"El común de la gente exige coherencia entre pensamiento y espíritu. Pero resulta que es infinitamente menos complejo pensar bien que ser mejor. Exigir esa coherencia, lejos de hacernos mejores nos obligará a pensar peor." (Daniel Sorín)

Esta biografía, dedicada al Cooke político y militante, excluye cuestiones que tiene que ver con lo personal. ¿Por qué prescindir de estos tópicos para escribir sobre un personaje histórico? ¿No crees que estas cuestiones ayudarían a entender o conocerlo en forma más completa?

La pregunta es magnífica y la contestación será rara, rara para un novelista: lo que me interesó fue una biografía de su pensamiento. Por supuesto que no es tarea menor una biografía íntima, pero lo que golpea en la conciencia de los argentinos de hoy son sus ideas no sus peripecias personales. No le conozco agachadas al Cooke, al menos que consideremos que ser cocainómano, alcohólico, jugador y mujeriego lo sean. Dicho de forma sintética: conocer mejor a John no nos acerca más a su pensamiento. Un pensamiento complejo, de grandes mutaciones (del radicalismo antiyrigoyenista al marxismo) que no tienen relación con lo bien que bailaba el tango.
(Por otro lado, el común de la gente exige coherencia entre pensamiento y espíritu. Pero resulta que es infinitamente menos complejo pensar bien que ser mejor. Exigir esa coherencia, lejos de hacernos mejores nos obligará a pensar peor.)
No obstante, estuve tentado, te aclaro, porque hay un libro tan mentiroso y cobarde como gorila, al que habría que contestar.

Tras el golpe del 55, Perón nombra a Cooke como su primer delegado en el país. Sobre él recae la enorme tarea de organizar la resistencia. ¿Qué vio Perón en él? ¿Por qué un todavía muy joven dirigente, desconocido para muchos, debía ocuparse de esa enorme responsabilidad?

Cooke ya era conocido. Fue desde 1946 a 1952 diputado nacional y figura clave de la bancada peronista. No integró la lista a diputados del 52 por ser un peronista que se tomó en serio las tres banderas: justicia social, independencia económica y soberanía política. Esto lo hizo profundamente antiburocrático. En la Argentina y en política, la palabra “burócratas” está ubicada en una amorosa vecindad con la palabra “traidores”. Los burócratas eran para Cooke los adulones que fingían estar con el pueblo pero operaban en su contra. En 1966, en su Informe a las bases, definirá de manera precisa lo burocrático como un estilo que opera con los mismos valores que el adversario. Es decir, como un falso adversario del adversario.
Veamos un poco. El 17 de junio de 1954 escribe en su revista De Frente (número 15) un artículo que se llama: “Quiénes facilitan la infiltración comunista”, allí dice:

En los últimos años se ha advertido una peligrosa inclinación en muchos dirigentes sindicales. A poco de llegar a las comisiones directivas, saltando de fábricas y talleres, el flamante dirigente “descubría” un nuevo mundo. Generalmente, el descubrimiento comenzaba con la compra de un sombrero Orión. Luego con los cigarrillos rubios, por supuesto extranjeros. Después, el automóvil, cuanto más largo, mejor.

Con Orión, “Chésterfield” y “bote” la vida resultaba distinta, la fábrica lejana, y sus compañeros obreros, con sus problemas diarios, una cosa realmente molesta. A medida que se internaba en el reconocimiento de la nueva vida [...] perdía el poco o mucho arraigo que había tenido en la masa. Se abría un abismo entre el señor dirigente y sus compañeros obreros. Éstos debían hacer antesala para verlo a aquél, mientras el señor dirigente, a su vez, hacía antesala en las oficinas públicas persiguiendo las cosas más dispares, desde un negocio personal hasta una solución para algún problema gremial que, desconectado de la masa, no se atrevía a encarar.

Notable fragmento que en pocas palabras describe la génesis de la “burocracia sindical”. Cuando en el 55 se produce el bombardeo a Plaza de Mayo, Perón lo llama porque para impedir el golpe los burócratas no servían. Pero el golpe ya era inevitable porque, como pronto se dará cuenta Cooke, el frente del 45 estaba definitivamente roto. Ni el Ejército ni el clero ni los industriales nacionales sostendrían al gobierno.
Producido el golpe, Perón en el exilio pide resistir de las maneras más violentas, llamando incluso a asesinar a los gorilas. Cooke está preso (Las Heras, Devoto, Ushuaia) y es en esas cárceles que junto a César Marcos y Raúl Lagomarsino fundan los primeros comandos. Perón sueña con una insurrección, y para eso Cooke y la izquierda del peronismo (los peronistas antiimperialistas) eran necesarios. Ambos, Perón y Cooke, trabajarán por la insurrección hasta que se convencen de que es imposible. Hacia fines del 57 ambos saben que el pueblo peronista no estaba dispuesto a aguantar seis años del partido de la Libertadora (Balbín) y que votará por Frondizi que promete derogar el decreto 4161 y volver a la Constitución de 1949. Es cuando los dos Juanes hacen el pacto con Frondizi.


"La oligarquía no solamente es dueña de las cosas: también es dueña de las palabras: libertad, democracia, moral. La democracia y la libertad se definen a partir del mundo liberal burgués. " (John William Cooke)


Los cuatro que firmaron el pacto (Perón, Cooke, Frondizi y Frigerio) sabían que era incumplible. La clase obrera enfrenta al gobierno de Frondizi (en 1958 las huelgas alcanzan a 6 millones de días laborables por trabajador y en 1959 a 11 millones). Para ese entonces Cooke piensa que, para no traicionarse, el peronismo debe ser obrero, apoya las huelgas y, aunque no la dirige, está en la primera línea de combate en la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre (enero de 1959). Frondizi reprime con tanques del Ejército la huelga, la parodia democrática había acabado. La toma fracasa por la traición de la burocracia sindical, Vandor pide la cabeza de Cooke y Perón acepta y lo saca definitivamente del círculo de las decisiones. Aquí hay que apuntar algo importante: el capital político de Cooke no era propio sino el otorgado por Perón, Cooke era líder por delegación.
La vida de John corre peligro y decide viajar a Cuba (el triunfo de Castro es simultáneo con la toma del frigorífico, enero del 59). Nadie puede saber cuándo Cooke adopta el marxismo (que en él no es contradictorio con el peronismo), yo estoy convencido que cuando viaja a Cuba ya es marxista, pero es opinable. En Cuba escribe uno de sus textos más memorables y que recomiendo: “Aportes a la crítica del reformismo en la Argentina” (que se puede consultar en la edición facsimilar de Pasado y Presente editada por la Biblioteca Nacional), que es un informe a Fidel Castro sobre el Partido Comunista Argentino. Una crítica demoledora por izquierda al partido de Codovilla. En esos años tratará de influir en Perón a favor de la tendencia revolucionaria que recorre el continente.
Contestando a tu pregunta (y dejando tanta cháchara): Perón usó a Cooke cuando le convino y Cooke usó a Perón todo lo que pudo. Fueron todo lo sinceros que podían ser, poco por cierto, pero tengo la sensación que ambos se respetaron. En este sentido es muy reveladora la contestación de John a la invitación del Grupo Cóndor (Hernández Arregui), pero eso lo dejaremos para no extendernos más.

Siempre pensé que la dramática y exagerada adulación pública de Eva hacia Perón llevaba implícita una exigencia enorme hacia el líder. Cooke, en otro momento histórico, va más allá; sin dejar de reconocer y hasta admirar el liderazgo de Perón, lo cuestiona y discute tratando de forzarle definiciones. ¿Cómo analiza ese comportamiento de Cooke en sus formas y en sus contenidos?

Buena parte de la pregunta está contestada en la anterior. Perón es el líder bonapartista de un movimiento que busca la conciliación de clases, la conciliación entre el capital y el trabajo. Esto es indiscutible, solamente hay que leer “La comunidad organizada”.
Cooke integró el peronismo en tanto movimiento nacional. Hasta la resistencia combate las “desviaciones” burocráticas, pero durante la resistencia se da cuenta de que son más que desviaciones: si la burguesía nacional ha pactado con el imperio, entonces el peronismo no puede ser conciliatorio sino obrero o dejará de ser nacionalista. Plantea que un nacionalismo que no fuera antiimperialista no es nacionalismo. Dicho sintéticamente: su peronismo se distancia del peronismo de Perón, en tanto es un peronismo revolucionario, obrero y no burgués.


"La izquierda argentina se divide entre dos bandos, tan burdo uno como el otro: los que piensan que Menem es igual a Kirchner y terminan haciendo asquerosos acuerdos con la Sociedad Rural; y los que se encolumnan acríticamente con el gobierno y terminan comprados por un puñado de cargos." (Daniel Sorín)

El peronismo es muchas veces un significante vacío que cada quien llena con lo que le parece o le interesa. Cooke, desde el marxismo, le encontró un sentido y luchó para forzar a Perón a que se decidiera por su visión. ¿Puede el peronismo actual encontrar un sentido único a su pertenencia política? ¿Tiene sentido plantearse al peronismo como una herramienta de cambio social que revolucione estructuras? Parecería que hoy en día sólo debe conformarse con la redistribución.

Pensemos más allá de las etiquetas que son confusas, especialmente la etiqueta “peronismo” que es extremadamente difusa en sus límites. Una redistribución sin modificar los cimientos de la estructura social no puede ser más que un veranito efímero. El kirchnerismo, que es el peronismo de esta época (líquido comparado con el del 45-49, como líquida es nuestra época con respecto a aquella) después de 12 años de gobierno se salda por derecha. Gane con Scioli o pierda con Macri, lo que viene es un avance de la derecha (lo que no quiere decir que sea lo mismo que gane Scioli o Macri). La razón es evidente y no la ven los que no quieren verla: la economía sigue en manos de los mismos monopolios extranjeros, de los mismos bancos, de los mismos consorcios agroexportadores y de una industria a la que ni se le pasa por la cabeza desarrollar el sector 1 de la economía (máquinas que hacen máquinas) y que solamente se dedica a algunos productos de consumo. Tarde o temprano la lógica política hace (en especial en las semicolonias) que el poder político sea sinónimo del poder económico y el veranito se acaba.
Un par de cosas finales. Uno: No comparto la idea de Cooke de que el único nacionalismo es el antiimperialista. Es el único nacionalismo revolucionario, pero existen nacionalismos más tibios (como el kirchnerismo) que no pueden obviarse. Es interesante esto. La izquierda argentina se divide entre dos bandos, tan burdo uno como el otro: los que piensan que Menem es igual a Kirchner y terminan haciendo asquerosos acuerdos con la Sociedad Rural; y los que se encolumnan acríticamente con el gobierno y terminan comprados por un puñado de cargos.
Dos: un verano, aunque pasajero, es un verano. Soy un trabajador que ha sufrido, a veces más a veces menos, la suerte del común de los trabajadores y no se me escapa ni por un instante la diferencia entre la inclusión en un sistema injusto y la definitiva exclusión, la diferencia entre un plato de comida caliente y el hambre. No rechazo ese verano, rechazo la ilusión que promete.


El libro, el autor


Daniel Sorín nació en Buenos Aires en 1951. Novelista, ganó el premio Emecé de Novela en 1998 con Error de cálculo, y editó entre otros libros, El dandy argentino (2000), El hombre que engañó a Perón (2008) y La última carta (2013). Es editor, además, de las revistas culturales Abanico y La púrpura de Tiro. En John William Cooke, la mano izquierda de Perón encara una biografía política de uno de los más grandes ejemplos de lealtad, coherencia y lucha. El trabajo documental de Sorín es meticuloso y apasionado, dando a la palabra y los textos de Cooke el espacio necesario para iluminar el presente con claridad y honestidad intelectual nuestro presente. El autor es llano y directo, contextualizando y dando marco histórico y teórico a cada palabra de Cooke. Una biografía alejada de las cuestiones personales del personaje que se transita con deleite hasta la última página. El pensamiento y labor política y militante de John Cooke no podrían encontrar mejor homenaje que este libro.