Mostrando entradas con la etiqueta Charly García. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Charly García. Mostrar todas las entradas

sábado, 28 de junio de 2025

Vinilo XLII - La Máquina de Hacer Pájaros (1976)

 


I

Cuando pensamos en Charly García, quizás el más grande y trascendente músico popular argentino, es muy difícil elegir o destacar algún período en particular de su extensa y fructífera discografía. Bandas como Sui Generis o Serú Girán, más su notable carrera solista, han dejado una huella indeleble en la cultura del país, con grabaciones que vistas en perspectiva , son esenciales y están siempre a flor de piel de nuestro inconsciente colectivo. De todo ese corpus los dos álbumes editados por La Máquina De Hacer Pájaros, el supergrupo que formó tras la separación de su primer proyecto profesional, siempre estuvo entre lo más escondido y menos difundido de su magnífica obra. Estamos en el nefasto año 1976 y desde hacía un tiempo Charly venía fascinado por la progresiva inglesa. Grupos como Genesis, Yes, Procol Harum, Focus, y un largo etcétera, le mostraban que su formación clásica tenía una vía de escape aún en los terrenos propios del rock. Desde los últimos tiempos de Sui Generis venía desarrollando un costado más sinfónico, con un uso intensivo de sintetizadores y el mellotron. Entusiasmado con esa propuesta decidió armar una banda que le permitiera relajarse en el liderazgo del proyecto y abocarse a complejizar la composición musical apoyado por compañeros a la altura de su capacidad y formación académica. Nacía La Máquina De Hacer Pájaros, un combo de lujo integrado además por Oscar Moro (batería), José Luis Fernández (bajo, ex Crucis), Gustavo Bazterrica (guitarra) y, algo novedoso, un segundo tecladista, Carlos Cutaia, que venía de tocar en Pescado Rabioso.


II

Después de algunos ajustes en la formación que presentaban en vivo (en sus primeros días la banda tuvo dos coristas y prescindía de un guitarrista), La Máquina se decidió a grabar su primer opus en los míticos estudios ION, lugar de registros históricos de la música argentina, entre julio y septiembre de ese 1976. Charly siempre bromeó sobre este proyecto diciendo que eran “los Yes del subdesarrollo”. El chiste escondía el deseo de mostrar que la banda estaba a la altura, y con creces, de cualquier proyecto progresivo consagrado fronteras afuera. Composiciones como Bubulina —tema que venía de los últimos tiempos de Sui Generis—, No Puedo Verme Más y, sobre todo, Ah Te Vi Entre Las Luces, mostraban el detallado trabajo en la composición y las horas de ensayo que tenían encima. En vivo solían extender la duración de los temas para dar lugar al lucimiento individual y colectivo. Como mata el viento norte y Por probar el vino y el agua salada mostraban un lado mucho más folk, mientras que Rock los exhibía como una banda que podía ser catalagada como pretenciosa pero que también tenía en las venas pulso rockero. El proyecto, armado inicialmente para que funcionara de manera democrática y le permitiera a Charly desmarcarse de las presiones del liderazgo, no pudo escapar a la impronta y la figura de su miembro más importante: todos los temas llevan su firma. En la grabación, además, García toca piano, sintetizador, clave, piano Fender, guitarra acústica y se hace cargo de la primera voz; una verdadera tour de force.


III

La Máquina De Hacer Pájaros era un nombre extraordinario para una banda progresiva. Por aquellos tiempos una tira del dibujante Crist llevaba ese nombre y su protagonista se llamaba precisamente García. Charly no sólo consiguió su autorización para ponerle ese nombre a la banda sino que además el autor se ofreció para hacer una tira para ser utilizada en la tapa. En los hechos el álbum tuvo doble portada, una exterior con los dibujos de Crist y una interior con una fotografía de la banda intervenida por el gran artista Juan Oreste Gatti, autor de algunas de las tapas más icónicas del rock argentino. Al año siguiente la banda graba su segundo álbum (Películas, 1977), quizás mejor producido que el debut, pero otra vez mostrando una calidad suprema en la composición y la ejecución de música popular. Pero los problema internos empezaron a erosionar las relaciones personales de sus miembros. Charly se quejaba de que debía llevar siempre sobre sus espaldas la responsabilidad creativa, mientras el resto protestaba por tener poco lugar en la composición de los temas. El éxito comercial tampoco los acompañaba. De un momento a otro García abandonó el proyecto y empezaría un camino de introspección y cambios en su creativa musical que va a desembocar en la creación de Serú Girán. La Máquina intentó continuar sin su fundador y líder, pero después de algunos ensayos se dieron cuenta que la cosa no funcionaba, por lo que definitivamente el grupo fue disuelto. El tiempo transformó a su dos álbumes en discos de culto. Un grupo de muchachos tuvo la osadía, la creatividad y el sueño de hacer una música pretenciosa y bella en el medio de la más negra noche de nuestra historia. Y lo lograron.


viernes, 23 de octubre de 2020

Vinilo XXXVII– Piano Bar – Charly García (1984)


I

Vamos a afirmarlo en la primera línea de esta nota: Charly García es el más grande músico popular argentino vivo. Alma mater de Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán, nada más y nada menos, emprendió una carrera solista de características únicas. Parecía estar a principios de los 80 en estado de gracia. Todas sus composiciones eran brillantes en letra y música, siempre rompiendo moldes, siempre mostrando el camino. Había llegado a cimas muy altas en Yendo de la cama al living (1982) y Clics Modernos (1983). Este último disco es una verdadera revolución cultural y cambió el sonido de toda una década. Estamos hablando de un genio. Era una época prolífica, a razón de un disco por año, dando siempre un salto hacia adelante en cada grabación, asumiendo riesgos estéticos y también físicos. El paso siguiente sería temerario y nuevamente genial. Mientras todo el rock nacional se acomodaba a la nueva década y asimilaba el nuevo canon sonoro que fijaba Clics Modernos, Charly se vuelve visceral, sanguíneo, más rockero que nunca, pero sin perder nada de eso que lo hacía distinto. Piano Bar (1984) lo muestra en carne viva para, otra vez, patear el tablero y contruir otra obra cumbre. Por supuesto, todo será compuesto por él, en un estado de lucidez único, pero la ejecución en estudio estará en manos del Pablo Guyot, Alfredo Toth, Willy Iturri (claro, los GIT), más un jovencísimo Fito Páez. El monstruo casi no toca ningún instrumento. Está casi como un director de orquesta que busca en el estudio, en forma descarnada, con el sonido al palo, en actitud rockera, mientras termina las letras mientras graba, escalar otro Everets artístico. Y lo logra.

II

Todo Piano Bar parece estar grabado en primeras tomas. No es sólo una percepción, la banda pasó del ensayo al registro casi sin sobregrabaciones. El comienzo es demoledor. Yo que crecí con Videla, yo que nací sin poder, yo que luché por la libertad pero nunca la pude tener, canta, casi grita en Demoliendo hoteles. Dos minutos extraordinarios que comienzan con unos golpes furiosos de batería. Pero cómo, ¿y la máquina de ritmos de Clics dónde fue a parar? El genio destruye y reconstruye todo en sólo 35 minutos, que es todo lo que dura el disco. Un disco al que no le sobra y no le falta nada. En Promesas sobre el bidet logra conmover, en letra y melodía. En Raros Peinados Nuevos sentencia que “si vas a la derecha y cambiás hacia la izquierda, adelante”. Piano Bar, tema que da título al disco, es un tema casi en formato de suite, con varias partes con aires tangueros. El lado A se cierra con No te animás a despegar, donde el maestro se emociona y nos emociona. El lado B arranca con una broma. SADAIC no dejaba por esas épocas registrar nombres de temas ya incriptos. Charly canta No se va a llamar mi amor, ya que el título Mi amor no podía registrarse. Tuve tu amor y Rap del exilio, con una gran intervención en saxo de Daniel Melingo nos preparan para el gran cierre. Hacia el final del disco aparece una las cimas de la música popular argentina: Cerca de la revolución. Cada vez que el genio toque en vivo este tema a todos nos correra una electricidad en el cuerpo. Si estas palabras te pudieran dar fe, su esta armonía te ayudara a creer. El final lo deja para un tema que había compuesto con Spinetta para el álbum conjunto que no pudo ser. Total interferencia está a la altura de Rezo por vos; los dos genios juntos se potenciaban. El disco que no fue es la gran deuda de la música popular argentina.

III

La tapa de Piano Bar era muy extraña. Sobre un fondo blanco se mostraban las letras de las canciones, separadas por distintos colores. En las sucesivas reediciones en CD se mostraba un foto en primerísimo plano de Charly en el estudio. Con el tiempo esa sería la imgen que quedaría del disco. Era un álbum desnudo, en el arte de tapa también. La gira presentación fue con la misma banda que grabó el disco y las presentaciones en el Luna Park son consideradas como unas de la grandes actuaciones en vivo del Maestro. ¿Cómo hizo Charly García para construir estas obras maestras en tan poco tiempo? Imposible descifrarlo. Su genio no descansaría, al año siguiente publicaría Parte de la religión, otra obra maestra. Al repasar la obra prolífica y profunda de nuestro héroe, encontraremos belleza, melodía, riesgo, maestría, poesía. Pero como nunca, en Piano Bar todas esas cosas estarían en carne viva. Más adelante, en su etapa Say No More, profundizaría hasta bordear el patetismo, esa pulsión de entregarse en cuerpo y alma. No todos estarían preparados para esa performance provocadora. Quizás encontremos en este disco el punto exacto en que el genio entraba en una etapa superior en la que los simples mortales no siempre están en condiciones de comprender.


jueves, 27 de agosto de 2020

Vinilo XXXIV– Hotel Calamaro – Andrés Calamaro (1984)



I

A comienzos de los 80 Andrés Calamaro ya era un músico destacado dentro de la movida del rock nacional. Desde muy chico había aprendido a tocar guitarra eléctrica y piano y todavía adolescente participó de muchas grabaciones y varias formaciones de bandas, algunas que terminarían teniendo mucho éxito. Cuando Miguel Abuelo, de regreso en el país, se decidió a armar en 1982 una nueva formación de Los Abuelos de la Nada, Calamaro ingresó como parte del proyecto tocando teclados. El grupo era un verdadero seleccionado: Cachorro López, Daniel Melingo, Gustavo Bazterrica y Polo Corbella. Su primer disco, Los Abuelos de la Nada (1982), producido nada más y nada menos que por Charly García, fue un suceso. El joven tecladista era la sorpresa de la banda, el hit más grande del disco, Sin Gamulán, había sido compuesto por él. Charly le puso el ojo enseguida y también empezó a tocar en su banda soporte. Al año siguiente, con la edición de Vasos y Besos (1983), Calamaro ya era una figura destacada y otra vez aportaba un éxito imbatible: Mil horas. La tentación de grabar un disco solista era irresistible. Compuso un conjunto de canciones bien inclinadas al pop y se rodeó de músicos amigos y un productor estrella, otra vez Charly, que por esa época era una imagen omnipresente en todos los estudios de grabación, siempre dispuesto a producir y ayudar a todas las nuevas apariciones. Nacía Hotel Calamaro (1984), primer opus de la futura estrella de la música popular argentina.

II

En su primer disco, Calamaro se aleja del sonido de Los Abuelos de la Nada, muy afín a lo que sonaba en ese momento. Todas las canciones que lo forman tienen un claro formato pop con un tono intimista bastante alejado de la pose festiva que la mayoría de las bandas nacidas en la primavera alfonsinista parecían querer mostrar. En ese momento Hotel Calamaro pasó casi desapercibido, pero algunos de sus temas lograron cierta difusión radial: Radio actividad radial, Otro amor en Avellaneda y Fabio Zerpa tiene razón. Para esta última, Calamaro llevó al mismo Fabio Zerpa, reconocido ufólogo, para que grabara un monólogo que incluyó al final del tema, un delirio entre inocente y bizarro, que habla de la presencia pacífica de extraterrestres entre los humanos. Los músicos que participan de la grabación son de primera línea: Pablo Guyot (guitarra), Alfredo Toth (bajo), Willy Iturri (batería), es decir los futuros GIT, más participaciones de David Lebón en un par de solos. Amor iraní es una grabación exclusiva entre Charly y Andrés. El disco es bastante irregular y con un sonido un poco apagado. Las letras son, en general, inconsistentes, y desnudan ciertos formas y trucos que Calamaro profundizaría en otros discos. La balada No me pidas que no sea un inconsciente, escrita junto a Marcelo Scornik, en una sociedad que seguiría dando sus frutos más adelante, es una hermosa canción que evoca los momentos más felices de Calamaro como compositor.

III

El título del disco hace obvia referencia al clásico disco Morrison Hotel, de la exitosa banda The Doors, y era un homenaje del autor a uno de sus ídolos, Jim Morrison. Más adelante, en su obra cumbre Alta suciedad (1997), el homenajeado sería otro de sus ídolos, Bob Dylan. La escucha del disco esconde dos curiosidades: está mezclado en mono, algo que estaba completamente en desuso para la época, y tiene un defecto en la velocidad de la grabación, está levemente acelerado. Calamaro aseguró en un reportaje del 2017 que esa aceleración no fue una buena idea y afectó el sonido de su voz. Ambas cosas quizás expliquen el sonido opaco y la voz por momentos chillona del cantante; el disco, a la distancia, no suena muy bien. Al momento de editarse Hotel Calamaro, Los Abuelos de la Nada estaban grabando en Ibiza Himno de mi corazón, último disco con la participación de Andrés en su formación. A partir de ahí emprendería una carrera solista a la que le costó demasiado arrancar y ser reconocida. Editaría más adelante dos discos en los que iría construyendo una imagen de songwriter más sólida: Vida Cruel (1985), otra vez con un tono intimista y, sobre todo, Por mirarte (1988). Este último, a pesar de su escasa repercusión, sería el primero enteramente producido por él y en donde conocería al guitarrista Ariel Roth, con quien formaría Los Rodríguez, una sociedad musical que les daría un inmenso éxito en España. Con Hotel Calamaro daba un primer paso tímido y no demasiado firme en su camino al Olimpo rockero argentino.

miércoles, 1 de julio de 2020

Vinilo XXVIII - Tango - Charly García, Pedro Aznar (1986)



I

Tras la publicación de tres de sus discos solistas más reconocidos por crítica y público —Yendo de la Cama al Living (1982), Clics Modernos (1983) y Piano Bar (1984)— Charly García decidió tomarse un tiempo para repensar su carrera y tomar algunas decisiones importantes, como por ejemplo, cambiar de compañía discográfica y firmar para CBS, que estaba lanzando a la mayoría de los grupos de rock argentino al mercado internacional. Por su parte Pedro Aznar, el sensacional bajista que había sido su compañero en Serú Girán, se encontraba de paso en Buenos Aires en una pausa en su trabajo con la banda de Pat Metheny. El encuentro fue inevitable, Aznar era uno de los pocos músicos que Charly respetaba y escuchaba y ambos decidieron juntarse a componer y grabar algunas cosas, casi como un pasatiempo o diversión. El entusiasmo de ambos, que podían tocar o componer casi de memoria, hizo el resto. Asistidos por Joe Blaney, el histórico productor de Clics Modernos, grabaron seis temas que decidieron editar en un disco. El álbum se quedaba a mitad de camino en la duración; no era ni un simple o un maxi de uno o dos temas, pero tampoco era un álbum completo. Sin muchas expectativas grabaron los temas en tiempo récord en diciembre de 1985. A comienzos del año siguiente se editaba Tango, casi un juego que se convirtió en un éxito imprevisto.

II

Toda la composición y grabación del disco había sido pensada casi como un juego. Charly y Aznar tocaron todos los instrumentos y todo el proceso nunca fue pensado como para ser tocado en vivo. El sonido era muy moderno, con un excelente uso de los sintetizadores y computadoras. La producción de Blaney logró que el disco sonara excelente. Había cierta frialdad en el clima general de los temas, pero los muy pegadizos Ángeles y Predicadores y, sobre todo, Hablando a tu corazón, lograron una muy buena difusión radiable. El disco tenía otros buenos temas, como Culpable eternamente, La gente es la misma y Gramercy Park Hotel. Pero Charly se luciría con una composición que está situada entre las cimas de su prolífica carrera: Pasajera en trance es un joya atemporal. Muchos músicos la consideran entre las mejores canciones compuestas por el ex Sui Generis. Casi sin proponérselo tenían un disco y también un éxito. Armaron una pequeña banda que incluía a Mario Serra en batería y Fernando Múscolo en teclados y armaron una gira que los llevó por todo el país presentando al juego que se había convertido de pronto en suceso. La excelente química entre los dos abriría la puerta para otras aventuras juntos.

III

En 1989, Charly y Aznar decidieron volver a las andadas, pero el bajista tenía un colado para agregar al dúo. Grabando una baguala para un disco de Leda Valladares había conocido a Gustavo Cerati y habían armado muy buena relación. La idea del bajista era sumarlo en un proyecto que iba a llamarse Tango 3. Llegaron a trabajar en algunos temas, entre ellos No te mueras en mi casa, compuesto entre los tres, y que Charly incluiría en Filosofía barata y Zapatos de goma (1990). Finalmente los compromisos de Cerati con Soda Stereo, que ya estaba trabajando en su obra cumbre Canción Animal, dejaron trunca la posibilidad de un trío. Pero el dúo García – Aznar no se rompería. En 1991 editarían otro disco, Tango 4, este mucho más extenso, que otra vez les daría un gran éxito, con colaboraciones de Sandro, en una gran versión de Rompan todo del grupo uruguayo Los Shakers, y un recitado del actor Alfredo Alcón en el tema Treinta denarios. Tango fue una pausa casi lúdica pero talentosa entre dos músicos que se querían y se respetaban y que nos legaron varios temas infaltables en el repertorio de ambos. Privilegios de enormes y talentosos artistas populares.


martes, 12 de mayo de 2020

Vinilo XXII - Grasa de las Capitales - Serú Girán (1979)



I

La recuperación del catálogo del sello Music Hall, propiedad de la empresa Sicamericana, en quiebra desde el año 1993, significó hace pocos años un hito trascendental dentro de las actividades del Instituto Nacional de la Música (INAM). El catálogo tenía más 2.500 discos de artistas nacionales cuyos masters se encontraban arrumbados en un depósito judicial. Los músicos no podían acceder a su propia obra ni tenían los derechos para publicar sus discos en el formato que quisieran. Luego de largas gestiones ante el juzgado que entendía en la causa, el INAM pudo hacerse de los masters y emprendió un plan de recuperación de esa obra inmensa y casi perdida. Se comenzó un proceso de digitalización, para que cada artista disponga de su obra y se abra la posiblidad de una reedición. Serú Girán, la emblemática banda del rock nacional, había editado su dos primeros discos en Sazam Records, uno de los sellos de Music Hall. De vuelta en manos de sus autores, Pedro Aznar se propuso remasterizar bajo los mejores estándares disponibles a la Grasa de las Capitales (1979), su segundo disco y el que los haría ingresar al panteón de las más grandes bandas argentinas de todos los tiempos. Pero antes de contar los resultados del edición 40° Aniversario del disco, repasemos un poco de la historia de su factura. 

II

El primer disco de la banda, Serú Girán (1978), no estuvo exento de numerosas controversias. Charly García y David Lebón se habían radicado a principios de ese año en Buzios, Brasil, dispuestos a componer y alejarse del aire enrarecido de Buenos Aires. Al poco tiempo se les sumaron un jovencísimo Pedro Aznar y el todo terreno Oscar Moro. A pesar de las muchas dificultades económicas que los acechaban congeniaron rápidamente como grupo y compusieron un puñado de canciones que podían transformarse en un disco. Producidos por el legendario Billy Bond y acompañados en algunos temas por una orquesta de veinticuatro músicos, Serú Girán grabó un disco muy incomprendido y mal recibido por la crítica y el público. La música y la poesía del nuevo grupo de Charly García no encajaba en el clima social y artístico de la Argentina de la dictadura. Desde su ida a Brasil, el ex Sui Generis era blanco de una campaña que buscaba mostrarlo como un bicho raro alejado del clima social y de lo que el público buscaba. La presentación del disco en Obras casi termina en una batahola. Les arrojaron pilas cuando intentaron parodiar a la música disco; Buenos Aires no era un lugar para metáforas. La crítica los despedazó y el público los ninguneaba.
Charly no iba a amilanarse ante ese contexto, más bien que la situación actuó como un incentivo. Ajustó su enorme antena de artista popular de cara a la sociedad y se dispuso a grabar un segundo opus en donde la banda reflejara sin concesiones lo que estaba pasando. Nacía la Grasa de la Capitales.

III

Entre julio y agosto de 1979 en los míticos estudios ION, Serú ingresaba a grabar su segundo disco con la asistencia del histórico asistente de grabación Amílcar Gilabert. La idea era respetar el sonido de la banda, grabando casi todo en directo, sin sobregrabaciones, en una consola de 24 canales, muy buena para la época. La perfecta sintonía entre Gilabert y García, es otros de los secretos de lo bien logrado que está el sonido del disco, además de la soberbia interpretación de los cuatro músicos. Serú Girán era una banda que tenía muchísimas horas de ensayo y buscaba tener un profesionalismo en escena que no se veía por esa época en Argentina. Además de virtuosismo en el manejo de sus instrumentos, buscaban trabajar las armonizaciones vocales y el ensamble del sonido como nadie por estas tierras.
El concepto del disco nacía de la cabeza genial de Charly. La grasa apuntaba al consumo cultural de la clase media porteña, aunque el músico declarara que como concepto podía aplicarse a cualquier capital del mundo. Apuntaba a la gente careta y el “no se banca más” podía ser utilizado en varios sentidos, siendo el más obvio el que apuntaba al clima opresor de la dictadura, aunque lo más visible haya sido el cuestionamiento al medio pelo argentino. Serú había recibido una crítica despiadada a una de sus presentaciones en donde el periodista se preguntaba si eran los dobles de los músicos los que tocaban. Un diario, además, había publicado un perfil de Charly muy polémico con el título de “¿Ídolo o qué?” García juntó todo eso en los que sería una de las tapas más icónicas del rock nacional, parodiando a la portada del revista Gente, portavoz de ese medio pelo y férrea defensora del régimen militar, en donde los cuatro músicos aparecían caracterizados como un oficinista (Aznar), un rugbier (Lebón), un playero de estación de servicio (Charly) y un carnicero (Moro). Los títulos restantes se reían de los todos los tópicos de la tilinguería que mostraba la revista.

IV

Las nueve canciones del disco eran de una confección de alto vuelo. El grupo dejaba de lado las orquestaciones y las letras se volvían más directas y emotivas. El disco rompía ya de entrada con todo el pasado con unas líneas a capella que plantaban bandera: “Qué importan ya tus ideales, qué importa tu canción, la grasa de las capitales cubre tu corazón”. El tema resumía en cuatro minutos el concepto del disco: crítica feroz, varios géneros musicales, arreglos progresivos, solo de batería. En el “no se banca más” se resumía todo: el caretaje, la dictadura y los medios. Un fresco perfecto en pleno patriotismo mundialista. A partir de ahí el disco tocará cimas que lo convertirían en clásico.
Lebón canta en plano folk San Francisco y el Lobo con un poético llamado a la rebelión. García, el gran músico popular argentino, vuelve a la carga con Perro andaluz, un tema sobre una separación desde otro ángulo, con la banda en una performance soberbia y un gran trabajo de Aznar en el bajo. El jazz rock los toma por asalto en Frecuencia Modulada, en donde se burlan de la música comercial. El lado A termina con un tema solista de Pedro Aznar, Paranoia y soledad; el bajista, que sólo tenía 19 años, hace un pintura breve y perfecta de un estado de ánimo colectivo. Asombroso. El dúo García – Lebón inaugura el lado B con Noche de perros, en dónde el sentimiento individual de abandono es una perfecta metáfora de lo que le pasaba al resto de la sociedad. García contribuye con una de sus mejores páginas, Viernes 3 A.M., para muchos su mejor canción, que fuera censurada por instigación al suicidio. La dictadura no entendía de metáforas.
En el tramo final aparece quizás la canción más escondida del disco, Los sobrevivientes, un tango a lo García, con referencias a Piazzolla. Cerrando el disco se escucha Canción de Hollywood, con un temática recurrente en varios temas de Charly, la ilusión del cine y sus artistas. Sobre el final del tema el bajo de Aznar cita algunos acordes de The lamb lies down on Broadway, tema de Genesis, banda de referencia para Serú Girán.

V

La remasterización realizada por Pedro Aznar y el ingeniero de sonido Ariel Lavigna fue hecha sobre una copia de resguardo del master original rescatado por la INAM. El trabajo es excepcional, no sólo por el detalle de todas las sutilezas de la grabación que ahora pueden escucharse con claridad, sino porque se respetó el sonido de la época, muy de los 70, no dejando que se pierda la calidez de la grabación en el proceso de digitalización. Una verdadera proeza. Otro hallazgo es la reproducción del arte de tapa, parte indisoluble del concepto del disco, con un sobre interior rediseñado a partir de fotografías descartadas en la sesión original de fotos para la edición del disco, a cargo de Rubén Andón. Esta edición de lujo 40° Aniversario de la Grasa de las Capitales, que además del vinilo trae una copia del disco en cd, es un gran acontecimiento que premia un disco clásico de la que quizás sea la banda de rock argentina más grande todos los tiempos.