martes, 23 de junio de 2020

Vinilo XXVII – 90125 – Yes (1984)



I

La edición de Drama (1980), el décimo disco de estudio de la emblemática banda de rock progresivo Yes, fue la demostración cabal de que su fans podían tolerar sin problema continuos cambios en la formación, pero no se podía prescindir de la voz característica y angelical de Jon Anderson. Su reemplazo por Trevor Horn fue el punto débil de un disco que fue valorado con el tiempo pero que en su momento no tuvo mucha repercusión. Todos entendían, incluso los propios integrantes de la banda, que su tiempo había terminado, como parecía terminar el tiempo de todo el rock sinfónico. Sin embargo, la década del 80 les traería la oportunidad de una resurrección inesperada.
El bajista Chris Squire, único miembro que participó de todas las formaciones de Yes, estaba fascinado por el sonido de la guitarra del músico australiano Trevor Rabin, que poseía la rara y difícil cualidad de tener gran técnica y pulso rockero al mismo tiempo. Lo contactaron junto al baterista Alan White y le propusieron grabar algo juntos. Les faltaba un tecladista: Squire contactó a Tony Kate, quien había formado parte de Yes en sus comienzos. Casi sin darse cuenta ya tenían un banda muy sólida que congenió en forma rápida, a la que llamaron Cinema. Rabin tenía unos muy interesantes demos que se propusieron trabajar en el estudio. Las cosas comenzaron a fluir, los temas tenían fuerza y simpleza, les quedaba solucionar el tema de la voz principal.
A Chris Squire, que comenzaba a tomarse el proyecto en forma cada vez más comprometida, se le ocurrió la temeraria idea de contactar a Jon Anderson, con quien no se hablaba desde hacía tiempo. Tras escuchar los demos y proponer algunos cambios estéticos y en las letras, decidió aceptar. Si Anderson estaba a bordo, si varios de los músicos participantes habían pasado por su historia, si la mística grupal reaparecía en el estudio, casi sin darse cuenta Yes estaba de vuelta. Faltaba ver como se reconvertiría para encajar en los 80 con la misma calidad con que se había convertido en una banda de culto.

II


El tratamiento del sonido y la producción de los temas grabados eran extraordinarios y aún hoy, tantos años despúes, suenan vigentes. Chris Squire (bajo), Trevor Rabin (guitarra) y Alan White (batería) formaron una base muy sólida, Tony Kate (teclados) tuvo que adaptarse a usar sintetizadores y Jon Anderson (voz) le daba su toque inconfundible en las letras y en la voz principal, que a veces le dejaba el lugar al mismo Rabin para que se luciera cantando. Era pop, sin dudas, pero con un sonido grandioso, y complejas estructuras y cambios de ritmo. Todo sonaba muy moderno, pero sobraba la calidad y había, como en todos los músicos progresivos, ambición y suficiencia en varios pasajes. El disco, editado en 1983, no tenía nombre elegido, por lo que decidieron titularlo con el número de catálogo que iba tener el vinilo en los registros de la compañía grabadora Atco: 90125. El éxito fue inmediato y superó cualquier previsión: fue el disco de Yes más vendido de su historia, les brindó su primer número uno en EEUU y fue acompañado por una gigante gira mundial. Casi sin proponérselo, Yes estaba tocando la cumbre de su popularidad.
El simple Owner of a Lonely Heart fue un éxito mundial y su video promocional tuvo gran repercusión. El tema lo tenía todo: gran sonido y producción, buen letra, efectos sonoros, gran solo de guitarra, buenos coros. Se escuchó por mucho tiempo en todos lados. Pero 90125 no se agotaba en ese hit enorme, tenía grandes temas. Hold On, It can Happen, Changes, Our Song, City of Love. Otro gran corte que tuvo mucha difución fue Leave It, con una gran labor en los arreglos y una trabajada armonización vocal. El disco tenía también un instrumental al que titularon Cinema, en homenaje a la génesis del proyecto que llevaba ese nombre.



III

El gran suceso de 90125 fue acompañado de una gira mundial. El nuevo Yes, con el pulso rockero de Trevor Rabin como motor, promovía los temas de disco, que vendía millones en todo el mundo y reversionaba viejos éxitos con la nueva estética. La banda sonaba potente en su nuevo formato pop, pero no dejaba de lado las viejas composiciones sinfónicas y le daba paso también al lucimiento individual. Tony Kate tenía su lugar con un solo de teclado con citas a Bach llamado Si, Trevor Rabin se lucía con una composición en guitarra acústica titulada Solly's beard, Chris Squire lo hacía con Amazing Grace, entre otros pasajes en donde todos demostraban su increíble calidad técnica. Estos temas fueron incluidos en un disco en vivo titulado 90125 The Solos (1985). La gira mundial los trajo a Argentina, en una época en donde las grandes bandas no venían nunca. Dieron tres shows en la cancha de Vélez, rodeados de un gran dispositivo de seguridad debido a amenazas de bombas. La Guerra de Malvinas estaba todavía muy fresca y grupos nacionalistas se oponían a la visita de un grupo inglés. Uno de los shows fue transmitido por Canal 9. Ver a Yes en Argentina en el momento de su mayor popularidad fue un acontecimiento enorme.
90125 no parece haber envejecido. A pesar de que algunos fanáticos en su momento repudiaron su giro estético hacia el pop, el disco es una muestra de calidad y puede escucharse todavía hoy como si no hubieran pasado los años. Quizás sea ese el sello de los grandes discos.

viernes, 19 de junio de 2020

Bioy y el cine: una película de amor


Me gustaría que el fin del mundo, si llega, me encuentre en una sala de cine. Me agrada que me cuenten historias”. 
Adolfo Bioy Casares

La relación de Bioy con el cine es una de las más fructíferas que haya tenido un escritor argentino con el séptimo arte. Sus relatos siempre han tenido un encanto para directores locales y de distintas partes del mundo. El autor de La invención de Morel era un gran cinéfilo y una amante de la fotografía, afición que lo acompañó a lo largo de toda su vida. Recorremos en estas líneas las producciones argentinas más destacadas dedicadas o inspiradas en su obra.

El crimen de Oribe (1950)

Esta película es la primera adaptación cinematográfica de una texto de Bioy Casares. Se trata del relato El perjurio de la nieve, publicado primero como novela corta e incluido más tarde en La trama celeste (1948) su primera colección de cuentos. La realización estuvo a cargo de Leopoldo Torre Ríos (padre) y Leopoldo Torre Nilsson (hijo). La acción transcurre en un paraje de la Patagonia. Hasta ahí llega el periodista Villafañe (Roberto Escalada) en una pensión en donde se hospeda también el poeta Oribe (Carlos Thompson). Ambos se obsesionan con un hombre llamado Vermehren (Raúl De Lange) que vive encerrado en una mansión junto a sus hijas y que tiene la extravagante rutina de todos los días repetir la celebración de la Navidad. Luego de una investigación, logran saber que el motivo de la repetición de este ritual es detener el tiempo y evitar la muerte de una de las hijas de Vermehren. El estilo de la película es de mucha sobriedad, pero deslumbra la actuación de Raúl De Lange que no actuaba demasiado en cine. Torre Nilsson era admirador de las ficciones de Bioy y no sería la última vez que lo llevaría a la pantalla.
Puede verse aquí.

Invasión (1969)

Un aporte directo a la cinematografía por parte de Bioy es el argumento de esta película, ópera prima de Hugo Santiago, y que realizara junto a Jorge Luis Borges. Durante años fue inhallable una buena copia y el prestigio que le daba la dupla de autores la transformó en un mito. Se trata de un relato de ciencia ficción que se desarrolla en una ciudad llamada Aquilea, en la que puede reconocerse sin dudas a Buenos Aires. Un grupo de ciudadanos comunes se resisten a una invasión extraterrestre o extranjera. El relato fantástico muestra claras referencias políticas en una acción que transcurre en lugares porteños muy reconocibles (bares, plazas, calles) con la música de la ciudad como fondo. Olga Zubarry y Lautaro Murúa, entre otros, forman parte del elenco. Estrenada en 1969, el guión definitivo fue escrito por Borges y el director, sin mucha repercusión de público y crítica, aunque fue muy bien recibida en el Festival de Cannes. En el año 2008 se digitalizó una copia de muy buena calidad que se pudo exhibir en el Malba.
Puede verse aquí.

La guerra del cerdo (1975)

Publicada en 1968, Diario de la guerra del cerdo fue un éxito editorial en Argentina y en varios países europeos. Leopoldo Torre Nilsson se propuso llevarla al cine encargándole el guión a la escritora Beatriz Guido. El personaje central es Isidro Galván (interpretado por José Slavin), un hombre mayor que vive junto a su hijo en una pensión. El muchacho forma parte de una organización juvenil que se dedica a a atacar ancianos, incluso ocasionándoles la muerte, culpándolos del retraso de la sociedad. El protagonista tiene una historia de amor con una mujer mucho más joven, mostrando como se mueve entre el miedo a ser atacado y morir y el orgullo de ser amado. La película está ambientada en los años 60, con música del Gato Barbieri como fondo. Algunos ven en la película una queja o denuncia contra la rebeldía de la juventud de esa época, mostrando la trama como un enfrentamiento entre generaciones. Tuvo un relativo éxito y quizás no haya envejecido muy bien.
Puede verse aquí.

Otra esperanza (1985)

Rodada entre 1984 y 1985, Otra esperanza recién pudo estrenarse en 1996, en el Complejo Tita Merello, debido a las tortuosas dificultades finacieras y de distribución que debió enfrentar su directora, le debutante Mercedes Frutos. El guión está inspirado en el cuento homónimo de Bioy incluido en El héroe de las mujeres (1978). Un grupo de operarios de una fábrica desaparece misteriosamente. El enigma se resuelve rápido: los cuerpos desaparecidos son utilizados por la patronal para extraerle la energía que hará funcionar las instalaciones. El cuento original transcurría en un sanatorio, trasladar la acción a una fábrica le da a la película un mirada social y política. Un grupo de obreros liderado por el personaje personificado por Pepe Soriano, intentará desarmar la criminal empresa. Es una de las tantas películas locales en que los problemas de distribución hacen desaparecer en el olvido.

El sueño de los héroes (1997)

Esta extraordinaria novela de Bioy, publicada en 1954, había sido por años una obsesión del director Sergio Renán. Incluso hasta tuvo la fantasía de trasladar el argumento a una ópera. Finalmente, decudió llevarla al cine en un ambicioso proyecto que tuvo una gran producción y un notable elenco. La película, ambientada hacia fines de los años 20, cuenta la historia de Emilio Gauna (Germán Palacios), que luego de ganar una gran suma en las carreras invita a sus amigos a pasar tres días y tres noches de carnaval perdidos en situciones violentas y alcohol. Gauna despierta tras la aventura con un recuerdo borroso que no puede desentrañar. Tres años después, intenta repetir con los mismos amigos los tres días de juerga, para ver si puede descubrir qué fue lo que pasó. La ambientación de época fue de gran factura y la película tuvo muy buena repercusión de público, aunque recibió críticas por descuidar la compleja trama psicológica de sus personajes. Lito Cruz y Soledad Villamil cumplen notables actuaciones. El mismo Bioy halagó la película y le dió su bendición al director.
Puede verse aquí.

Dormir al sol (2010)

Publicada en 1973, Dormir al sol es un novela inquietante que oscila entre la ciencia ficción y la psicología de los personajes, con dosis de humor y costumbrismo. El director Ajelandro Chomski, convoca a una gran elenco y rueda en San Luis financiado por el gobierno provincial. El relojero Lucio Bordenave (Luis Machín) está casado con Diana (Esther Goris), una mujer que asegura poder hablar con los perros. Presionado por su cuñada (Florencia Peña) y un extraño médico, decide internarla en un neuropsiquiátrico y comienza a dudar de que todo lo que esté pasando a su alrededor sea normal. El mundo misterioso propuesto por Bioy es muy bien captado por Chomski, que incluso usa algunas escenas novedosas, como la cámara que sigue los movimientos del perro en la escena inicial. Se estrenó en marzo de 2012 y como tantas películas, al no alcanzar un mínimo de espectadores la primer semana de exhibición, fue levantada de cartel.
Puede verse aquí.

Los que aman, odian (2017)

Basada en la novela policial coescrita por Bioy junto a su mujer Silvina Ocampo, Los que aman, odian fue filmada por el director Alejandro Maci íntegramente en Pinamar. En un viejo hotel perdido en una playa desierta, en los años 40, el médico homeópata Enrique Hubermann (Guillermo Franchella) se refugia para pasar un días huyendo de un amor. Por pura casualidad se encuentra también en el hotel la mujer que quiere olvidar, la bellísima Mary Fraga (Luisana Lopilato), quien provoca pasiones manipulando a todos los hombres que se le cruzan. Se desata una terrible tormenta de arena, que los encierra a todos en el hotel, cuando la protagonista aparece muerta. A partir de ahí el odio de los que antes amaban despetara las más oscuras pasiones. Con gran calidad técnica y una gran fotografía, la película tuvo una buena recepción, apoyada en la popularidad de sus actores protagonistas, en donde también se destaca una extraordinaria colaboración de la gran Marilú Marini.
Puede verse aquí.

martes, 16 de junio de 2020

Vinilo XXVI – Pappo's Blues Volumen III – Pappo's Blues (1973)



I

Norberto Aníbal Napolitano, conocido como Pappo, alias el Carpo, es considerado por la mayoría de los músicos y la prensa especializada del país como el mejor guitarrista de rock de la Argentina. Fue uno de lo precursores del rock nacional y uno de los primeros en desarrollar un sonido blusero e incursionar en el heavy metal. Completamente autodidacta, desde 1967 y con sólo diecisiete años formó parte de varias grupos y grabaciones seminales del rock en español. La primera formación de Los Abuelos de la Nada, Engranaje, Carlos Bisso y su Conexión N°5, la última formación de Los Gatos. Dueño de un desparpajo escénico y una técnica formidables, todos querían tenerlo como miembro de sus bandas. La propuesta de su primer disco solista lo esperaba más temprano que tarde. El productor Jorge Álvarez lo insto a formar un grupo y grabar. Junto a un casi todavía niño David Lebón en bajo y Black Amaya en batería nacía Pappo's Blues. Ese primer disco, editado en 1971, era un bomba que ya tenía clásicos como Algo ha cambiado y El Viejo, entre otros. Tras la publicación del álbum, Pappo emprendió un viaje a Inglaterra por algunos meses, de donde volvió empapado del sonido de Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple, entre otras bandas de estructura más pesada. Graba un segundo disco, Pappo's Blues Volumen 2, con otra formación, y otra vez el disco es un éxito. Estaba haciendo algo totalmente nuevo y poderoso, con formidables interpretaciones y con un estilo único.

II

Invitado por Luis Alberto Spinetta a paticipar de su primer disco solista, Spinettalandia y sus amigos (1971), Pappo conoce al baterista Héctor Pomo Lorenzo y al bajista Carlos Machi Rufino y les propone armar una nueva formación para Pappo's Blues y grabar un nuevo disco. Así nacía Pappo's Blues Volumen 3 (1973), quizás el mejor de toda la carrera de Pappo y el que le terminaría de brindar prestigio y éxito en un ambiente todavía pequeño pero que ya daba muestras de querer pegar una salto hacia la masividad. Este nuevo disco era mucho más frontal y eléctrico y Pappo da rienda suelta a un notable virtuosismo a través de riffs imbatibles y furiosos solos que llevaba adelante con una guitarra Fender Telecaster que le había prestado Claudio Gabis, ex integrante de Manal. La calidad técnica de Pomo Lorenzo y Machi Rufino le brindaban una base de una calidad superior, una atmósfera mucho más robusta y firme en donde el Carpo podía demostrar su calidad y técnica únicas. El resultado es extraordinario. El disco tiene varias canciones emblemáticas: Sucio y Desprolijo, El Sur de la Ciudad, Caras en el Parque, el breve y notable instrumental Stratocaster Boogie, Sánguches de Miga. Producido por el mismo Jorge Álvarez y Billy Bond y grabado en los estudios ION, el disco no tiene sobregrabaciones y como único efecto sólo tiene una distorsión en el sonido de la guitarra lograda con un amplificador Robertone, de fabricación nacional. Una verdadera hazaña que aún hoy suena demoledora. En el blues Siempre es lo mismo nena, Pappo demostraba a la eternidad que era un guitarrista sensacional.

III

El extraordinario arte de tapa de este Pappo's Blues Volumen 3 estuvo a cargo de la ilustradora Cristina Villamor. La canción El brujo y el tiempo incluida en el disco está inspirada en el dibujo hecho por la artista para el disco. El telón de fondo para este disco potente e inspirado era un 1973 que se debatía entre la esperanza que representaba el retorno de la democracia y la vuelta de Perón al país y la violencia política cada vez más radicalizada que presagiaba tormentas en el horizonte. El 31 de marzo de ese año el trío formó parte un festival realizado en la cancha de Argentinos Juniors que festejaba el triunfo de Cámpora en las elecciones. La flor y nata del floreciente rock nacional se dió cita en la jornada cuando todavía no podían imaginarse las desgracias que sobrevendrían. El sonido logrado por el trío era tan potente y de tanta calidad que Spinetta no pudo ni quiso escapar la oportunidad de proponerle a Pomo y a Machi formar Invisible, otra banda emblemática que se convertiría en leyenda. El Carpo reconstruiría a Pappo's Blues varias veces a través de los años, pero le sería muy difícil alcanzar las cimas logradas en este disco clásico. Sólo tenía 23 años.


lunes, 8 de junio de 2020

La playlist de El Sueño de los Héroes

En este blog abordo muchas historias relacionadas con discos: los músicos que participaron, anécdotas de la grabación, el arte de tapa, curiosidades. En esta playlist se muestran algunos de los artistas que pasaron por aquí. Pasen y escuchen.

domingo, 7 de junio de 2020

Clare Torry y Merry Clayton: voces femeninas eternas en grabaciones legendarias


De las múltiples grabaciones históricas del rock de todos los tiempos se pueden rescatar, entre otras, la participación de dos extraordinarias cantantes que contribuyeron a dejar en la leyenda a dos temas inmortales. Esta es la historia detras de las voces femeninas en The Great Gig in the Sky (del álbum The Dark Side of the moon, Pink Floyd, 1973) y Gimme Shelter (de álbum Let it Bleed, The Rolling Stones, 1969).

Clare Torry: La gran voz en el cielo

Recluidos en Abbey Road para la grabación de un álbum muy trabajado de tono conceptual, Pink Floyd creía tener en las manos la concreción de un proyecto soñado. Un disco de tintes épicos en medio de una gran experimentación sonora, en donde Roger Waters ya demostraba querer tomar el control total de la banda. Los tópicos que se proponían tocar en cada tema eran de un existencialismo brutal: la alineación, el dinero, el tiempo, el consumo, la locura. Y la muerte.
En el medio de la elaboración artesanal de cada tema y cada sonido, el tecladista Rick Wright venía trabajando en una muy sencilla pero emotiva sucesión de acordes que en un principio iba a contener numerosos pasajes hablados. Los textos elegidos tenían relación con temas bíblicos, pero el resultado no los terminaba de convencer. Al ingeniero de grabación Alan Parsons (que posteriormente tendría una gran carrera musical) se le ocurrió la idea de agregar una voz femenina sobre la pista. Recordó una chica con la que había trabajado hacía un tiempo, llamada Clare Torry, que formaba parte del staff de coristas contratadas por EMI para las grabaciones de sus artistas. Dueña de un gran caudal vocal, se dedicaba a la interpretación de covers y a su trabajo por encargo en la discográfica. El domingo 21 de Enero de ese 1973 fue citada por el mismo Parsons para que se presentara en el estudio 3 de Abbey Road para grabar un coro para Pink Floyd. Como si se tratara de una oficinista, Clare se presentó en punto en el estudio y pidió que le pagaran doble por grabar un domingo, en vez de las 15 libras acostumbradas quería cobrar 30. Tras calentar un poco la voz recibió las indicaciones antes de grabar. Le hicieron escuchar los acordes escritos y tocados por Wright y le pidieron que improvisara un canto la pista grabada. Debía pensar en la muerte, una muerte que se hiciera carne como algo personal. En primera instancia la cantante comenzó a balbucear algunas palabras, pero inmediatemente la corrigieron, querían que su canto sonara como un instrumento más, como si fuera una guitarra, que dejara de pensar como una vocalista. La cantante improvisó un canto desgarrado que iba in crescendo y que dejó a todos pasmados en el estudio. Hizo tres tomas, preguntó si les había gustado, tomó sus cosas y se fue. No había quedado muy conforme y se dijo para sí que seguramente el tema quedaría descartado. Roger Waters sugirió el nombre de The Great Gig in the Sky, que fue el que finalmente quedó.
Editado en marzo de ese mismo año, The Dark Side of the Moon fue un éxito inmediato y se transformó con el paso de los años en un clásico atemporal que vendió y sigue vendiendo millones de copias en todo el mundo. El nombre de la cantante ni siquiera figuraba en los créditos. Clare Torry no tomó conciencia de la relevancia de su grabación hasta años después. Su increíble improvisación erizaba la piel en cada escucha. Además el tema era utilizado en múltiples ocasiones para los más variados motivos o situaciones: reediciones, compilados, películas, comerciales, etc. Nunca vio una sola moneda por esa grabación inmortal. En 2004 se decidió a hacerle un juicio a Pink Floyd por la coautoría del tema, teniendo en cuenta que toda su participación fue de su exclusiva inventiva y forma parte indisoluble de la obra. Llegó a un arreglo extrajudicial que incluyó una compensación económica y la inclusión de su nombre como coautora en futuras reediciones. A lo largo de los años siguió trabajando como cantante de sesión en numeras grabaciones. Entre ellas pueden citarse los temas Don't Hold Back (The Alan Parsons Proyect, 1979), The war song (Culture Club, 1984) y Yellowstone Park (Tangerine Dream, 1985), entre muchos otros.


Merry Clayton: A un tiro de distancia

El año 1969 fue un año muy convulsionado para The Rolling Stones. Al enrarecido ambiente social (Guerra de Vietnam, protestas sociales, cambios culturales) se le sumaba la precaria estabilidad emocional de unos de sus fundadores, el guitarrista Brian Jones, que apenas podía mantenerse en pie abrumado por el consumo de drogas. A partir de febrero de ese año se dispusieron a grabar su octavo disco de estudio, pero las constantes ausencias del guitarrista y la búsqueda de un sonido más crudo y sucio hizo que el trabajo se extendiera hasta noviembre. En el medio Brian Jones, que tocó en apenas dos temas, sería reemplazo por Mick Taylor. Meses después el conflictuado guitarrista y miembro fundador de la banda aparecería muerto por sobredosis.
Jagger y Richards tenían una potente composición para el disco, Gimme Shelter, un descarnado tema en donde se hablaba de guerra, asesinato y violación, con los horrores de Vietman de fondo. El tema se grabó entre febrero y marzo de ese 1969. La composición es un ejemplo perfecto de la sincronía que el dúo tenía para trabajar en un tema; la combinación perfecta de la guitarra de Richards y la voz de Jagger se fundían en un combo perfecto con una letra desgarradora. Ambos entendieron que todo el espítiru del disco estaba en esa canción (casi todo el espíritu de una época) y decidieron que el nuevo disco, cuando pudiera terminarse, debía abrir con ese tema.
Instalados en Los Ángeles, los Stones decidieron regrabarlo. Al productor Jimmy Miller se le ocurrió que la canción adquiriría más potencia si se le agregaba una voz femenina que hiciera casi un dueto con Jagger. Todos estuvieron de acuerdo de inmediato y la primera corista que encontraron disponible a altas horas de la madrugada era Merry Clayton. Dieron el blanco con el primer disparo. Clayton dudó en aceptar, estaba durmiendo cuando la llamaron y para peor, estaba embarazada. Había comenzado en el mundo de la industria musical a los 14 años, formando parte de numerosas bandas, como corista o primera voz. Con poco más de 20 años el canto era su manera de ganarse el pan de cada día. Terminó aceptando y en el medio de la noche se dirigió al estudio de grabación.
Las indicaciones fueron breves y precisas. Merry debía ingresar en la segunda estrofa y repetir la línea “Rape, murder, it's just a shot away”. El oficio le hizo entender en forma rápida el clima de la canción y con una voz desgarradora repitió una y otra vez la letra, con tanto sentimiento y entrega, que en dos oportunidades su voz llegó a quebrarse, debiendo regrabar la toma. Todos los presentes quedaron impresionados, el aporte de la cantante resultaba clave para lo que se intentaba transmitir. En la cinta original se puede escuchar claramente como Jagger exclama en un par de oportunidades “guau”. Estaba fascinado por la performance. Termina la faena del día, Merry Clayton tomó sus cosas y se marchó. Días después perdió su embarazo y la leyenda dice que fue a causa del esfuerzo realizado en la grabación; ella lo negó siempre.
Editado en diciembre de ese 1969, Let it Bleed fue un suceso inmediato y Gimme Shelter pasó a ser un infaltable hasta el día de hoy, más de 50 años después, de cualquier presentación de los Rolling Stones. En los años siguientes la cantante continuó siendo una trabajadora de la música, participando de múltiples grabaciones. Incluso tuvo un pequeño éxito solista con el simple Yes, incluido en el soundtrack de la película Dirty Dancing (1987). Pero la voz desgarradora de Merry Clayton permanecerá inmortal poniendo la piel de gallina cada vez que se la escuche en esta grabación legendaria.

martes, 2 de junio de 2020

Vinilo XXV - Abacab - Genesis (1981)



I

La edición de Duke (1980) había significado para Genesis una despedida a todo trapo de los gloriosos años 70. Acorralada por los nuevos géneros musicales en boga —la new wave, el punk y la música disco, entre otros—, la banda había emprendido un lento pero decidido viraje hacia composiciones más simples y despojadas, acercándose a un público más masivo. El simple Follow You Follow Me (1978), una bella y simple balada pop, les dió su primer éxito radiable y la llegada a un público más amplio y no tan exclusivo. En Duke decidieron continuar ese camino con gran resultado; Genesis estaba en las puertas de alcanzar el status de banda masiva. Encarar la nueva época significaba tirar varios supuestos abajo y reinventarse como banda. Phil Collins, que tenía recién editado su primer disco solista Face Value con un éxito inusitado, estaba muy entusiasmado con la producción de Hugh Padgham, a quien había conocido grabando en el tercer disco solista de Peter Gabriel. En ese disco habían trabajado un nuevo sonido para la batería que lo había enamorado y al que estaba dispuesto a seguir desarrollando. Reunido otra vez con Tony Banks y Mike Rutherford para grabar un nuevo disco, recomendó fervorosamente a Padgham como productor para la grabación. Tony Banks no dudaría en decir que lo logrado en el estudio significó una “verdadera patada en el culo” para el sonido de la banda. Los 80, a partir de este cambio artístico, esperarían a Genesis con los brazos abiertos y dispuestos a convertirlos en una banda de estadios.

II

El trío Collins – Banks – Rutherford había adquirido una granja en las afueras de Londres, a la que llamaron The Farm, para transformarla primero en una sala de ensayos y, más tarde, en un estudio de grabación. Invirtieron tanto dinero en equipos que finalmente comprendieron que no haría falta trasladarse a ningún estudio ya instalado. A partir de entonces, cada nuevo disco de Genesis sería compuesto y grabado en ese lugar. El nuevo sonido de la batería de Phil Collins –sonido que sería el dominante durante toda la década— se transformaría en la base de toda la composición. Resonando en un amplio espacio sonoro, el golpe de la batería lo dominaba casi todo, y sobre él se apoyaban las bellas melodías de los teclados de Banks y la voz cada vez más potente y firme del cantante. Sumado a eso, la banda había empezado a experimentar con computadoras y cajas rítmicas que habían adquirido en su última gira por Japón. Sin ideas preconcebidas, improvisando música y letras en el estudio, el nuevo disco significaría un cambio de rumbo rotundo. El uso de la nueva tecnología se notaba claramente en composiciones como Me and Sarah Jane (único tema en donde Banks se permite meter algunas florituras con sus teclados), Man on the corner (con una máquina de ritmos como base), No reply at all (con la impensada colaboración de la sección de vientos de Earth, Wind & Fire) y Keep it dark (con una sonido impactante). En la imponente Dodo se producía una rara mezcla del nuevo sonido y el viejo sinfonismo y en Abacab, tema que le daría nombre al disco, Genesis ponía toda la carne en la parrilla en un tema potente, con una letra abstracta y una prolongada jam final. Dos bellos temas cerraban el disco, Like it or not y Anoter Record. Para septiembre de 1981 Abacab llegaba a las bateas. Genesis batía sus propios récords y el disco se convertía en su álbum más vendido a ese momento.

III

Si el sonido era mucho más potente y puro y algunas de las letras se ponían abstractas, el arte de tapa también mostraba un cambio profundo en la estética; Sobre un fondo blanco se dibujaban unas pinceladas en tres colores. Hubo varias ediciones y esos tres colores fueron variando, por lo que se produjeron algunas discusiones sobre cuales eran los colores correctos. No los había, los colores iban variando de acuerdo al lugar de edición. El sobre interno mostraba al trío en una fotografía granulada en tonos sepia sin ningún texto adicional. Programaron una gira mundial de gran éxito, la concurrecia promedio a los shows no bajaba de los 50.000 espectadores. La teatralidad y el dramatismo característicos de la banda se potenciaban con la innovación de los VarieLites, el sistema de iluminación que permitía el movimiento de las luces y el cambio de color en forma automatizada. Genesis fue la primera banda en presentar este sistema que cambiaría para siempre a los conciertos a gran escala. El éxito fue tan grande que los obligó a editar el año siguiente un disco en vivo, Three Sides Live (1982), en donde además de un registro de la gira se presentaban algunos temas descartados de discos anteriores. Con una verdadera demostración de fuerza y adaptación, Genesis ingresaba a los 80 renovado y dispuesto a seguir dando pelea. Tendría otras oportunidades de seguir escalando más alto.