Hoy, 15 de septiembre de 2014, se cumplen cien años del
nacimiento de Adolfo Bioy Casares, uno de los más grandes escritores de habla
hispana, cuentista excepcional y autor, entre otras, de la novela que le da
nombre a este blog. En estas líneas que se escriben a propósito de un número
redondo y perfecto, que curiosamente Bioy comparte con otro dios del Olimpo de
los escritores argentinos, Julio Cortázar, hablaré breve y emocionalmente de mi
comercio particular con su obra. ¿Qué otra manera se puede encontrar de
trasmitir la pasión que despiertan las ficciones, la elegancia y la fantasía de
su literatura inmortal?
El primer cuento que leí de Bioy fue “Cavar un foso”,
estupendo relato entre policial y de amor, que reúne una arquitectura potente y
un relato de amor solapado. Sin dudas un cuentista sabio y excepcional. Pero
claro, Argentina tuvo, tiene y tendrá, una tradición en la materia que hizo de ese relato uno más entre los cientos de cuentos de esa estirpe que
enorgullecen nuestra literatura. Superada mi imperdonable ignorancia, su genial obra recién comenzó a volarme
la cabeza con la lectura de El sueño de los héroes. Hay en esta novela tantas maravillas acumuladas (la excepcional
trama fantástica, el costumbrismo detallado, la reconstrucción portentosa de un
Buenos Aires pretérito, la creación de personajes sólo comparable a la de
Arlt), que, a mi gusto personal y subjetivo, la convierten en la mejor novela
argentina.
Obviaré aquí el aporte eterno a la literatura universal que
significó La invención de Morel, hoy
de lectura casi obligatoria en el sistema educativo argentino, lo que causaría
comentarios entre piadosos y jocosos del propio autor. No hace falta decirlo, este libro es una de las cúspides de la literatura fantástica. Perfecto, según lo definiera su amigo
Jorge Luis Borges. Pero quisiera detenerme en esa caballerosidad antigua, esa
humildad rayana en el estoicismo, en su conocimiento enciclopédico del alma
femenina, en ese porte permanente de dandy.
Osvaldo Soriano, que lo reverenciaba, dijo de él: “No he conocido otro hombre de genio que respete tanto a sus semejantes
ni que los entienda mejor”. Esas palabras del autor de Una sombra ya pronto serás describen como nadie la figura ya mítica
de Bioy Casares.
“Algunas amigas
pensaron que en mis cuentos de amor me burlo de las mujeres, porque a veces las
presento en situaciones ridículas o frívolas. Les puedo dar mi palabra de que
están equivocadas. Todos sabemos que el escritor satírico bromea con lo que más
quiere y también con lo que más le duele. Mi vida ha pasado entre mujeres; mis
interlocutores más constantes –salvo unos pocos amigos- siempre fueron mujeres;
si en mis cuentos deslizo alguna queja, entonces, no es por indiferencia hacia
ellas sino porque de alguna forma yo he sido su mártir.”
Estas líneas de Bioy, extraídas del prólogo a su libro Historias de amor, describe como pocas
la elegancia y las pasiones de la obra de unos de los pocos, acaso el único
escritor argentino de su época, que transmite su alegría al escribir, su alegría
por ser escritor.
Alguna vez escribí: “Si
pudiera algún día construir perfecciones como El perjurio de la nieve o El nóumeno sabría lo que es ser feliz como escritor.” Abandonada la utópica
pretensión, me conformo con la felicidad eterna de su lectura. La lectura de la
obra del irrepetible último caballero de la literatura argentina: el gran Adolfo
Bioy Casares.
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