I
ABBA
es aún hoy en día una marca universal. El supergrupo de pop sueco,
formado en 1972, tuvo casi una década de fama creciente que los
llevaría a niveles de popularidad pocas veces visto. El nombre del
grupo es un acrónimo formado por las primeras letras del nombre de
cada uno de sus integrantes (Agnetha, Björn, Benny y Anni-Frid). Las
dos parejas de compositores y cantantes habían logrado trascender
las fronteras de su país hasta convertirse en un especie de
superestrellas que excedían la industria de la música. Tras tener
cierto éxito a nivel local, el reconocimiento en el resto de Europa
les llegaría tras ganar en 1974 el Festival de la Canción
Eurovisión con el tema Waterloo,
nombre con el que titularían su siguiente disco. A partir de
allí, el cuarteto, que cantaba sus canciones en inglés dejando de
lado su idioma natal, escalaría a niveles impensados de popularidad
en todo el continente europeo, Australia, Sudamérica y EEUU. Discos
como ABBA (1975) y Arrival (1976) se vendían como pan
caliente en todo el mundo. El grupo era famoso por sus infalibles
melodías pop, letras sencillas y sentidas y unas magníficas
armonizaciones vocales en manos de las dos cantantes mujeres. La
pareja masculina estaba a cargo de la composición, las canciones
pegadizas parecían caerles del cielo unas tras otras. La edición de
The Album (1977), su quinto disco de estudio, continuó el
sendero de éxito ininterrumpido que habían emprendido hacía cinco
años.
La
génesis de The
Album
hay que ubicarla en la gira promocional de Arrival. ABBA estaba en la
cúspide de su éxito a nivel global, el tour europeo tuvo muchísimo
éxito y en países como Australia generaron un histeria colectiva
que no se veía desde la primera época de The Beatles. En el marco
de esa gira, ABBA presentaba una sección de cuatro canciones
inéditas a la manera de un musical. El pequeños show dentro del
otro se llamaba The
Girl with the Golden Hair
y contaba la historia de una chica que soñaba ser cantante, dejando
de lado su pueblo natal para luego quedar atrapada en su propio
éxito. Tres de esas cuatro canciones —Thank
you for the Music, I wonder (Departure) y I'm a Marionette—,
pasaron a formar parte del nuevo disco que empezaron a grabar a
comienzos de 1977. The
Album
se completaba con otros éxitos imbatibles: Eagle,
Take
a Chace on me
y The
name of the Game.
Para lograr una gran producción en estudio, ABBA utilizaba el famoso
sistema wall
of sound,
ideado por Phil Spector, productor de John Lennon, entre otros. Al
año siguiente la banda convirtió un viejo edificio abandonado en
Estocolmo en un estudio de grabación al que llamaron Polar. Sus
comodidades y tecnología hicieron que bandas como Led Zeppelin o Genesis
lo usaran para grabar sus discos. ABBA se había convertido en algo
más que un grupo musical, era un fenómeno masivo que iba a
extenderse a otros formatos de difusión.
III
El
lanzamiento de The
Album
fue acompañada por una película. Las multitudinarias y exitosas
presentaciones de ABBA en Australia fueron filmadas pensadas para un
especial de televisión, pero el suceso de la gira, que mostraba
escenas de histeria y un seguimiento de los medios sin precedentes,
hizo que se estrenara en cines con el nombre de ABBA:
The Movie. Disco
y película fueron lanzados simultáneamente en una movida de
marketing muy poco vista por esos años. En lugares tan distintos y
alejados como Japón, la Unión Soviética o Latinoamérica el
cuartero sueco era todo una celebridad. Para ingresar con mayor éxito
al mercado latino, ABBA grabó dos de los temas de The
Album
con letras en español, adaptadas por los argentinos Buddy y Mary Mc
Cluskey, agentes de la compañía RCA en el país. Los temas
adaptados al español fueron Gracias
por la música
y Al
andar.
El sensacional éxito de estas versiones en el mercado latino hizo
que ABBA se decidiera a grabar un álbum completo en español. En
1979, los hermanos Mc Cluskey adaptarían el megaéxito Chiquitita,
rompiendo récords de venta. Después de su separación en 1982 ABBA
fue lentamente ninguneado como producto artístico. Hoy en día,
músicos de distintos orígenes y géneros —desde Madonna hasta
Lady Gaga, desde Alanise Morissette hasta Donna Summer— lo
reconocen como una influencia potente y siempre vital en sus
composiciones. Es que nadie puede resistirse a cantar una de sus
inmortales y pegadizas melodías.