I
A
comienzos de los 80 Andrés Calamaro ya era un músico destacado
dentro de la movida del rock nacional. Desde muy chico había
aprendido a tocar guitarra eléctrica y piano y todavía adolescente
participó de muchas grabaciones y varias formaciones de bandas,
algunas que terminarían teniendo mucho éxito. Cuando Miguel Abuelo,
de regreso en el país, se decidió a armar en 1982 una nueva
formación de Los Abuelos de la Nada, Calamaro ingresó como parte
del proyecto tocando teclados. El grupo era un verdadero
seleccionado: Cachorro López, Daniel Melingo, Gustavo Bazterrica y
Polo Corbella. Su primer disco, Los
Abuelos de la Nada
(1982), producido nada más y nada menos que por Charly García, fue
un suceso. El joven tecladista era la sorpresa de la banda, el hit
más grande del disco, Sin
Gamulán,
había sido compuesto por él. Charly le puso el ojo enseguida y
también empezó a tocar en su banda soporte. Al año siguiente, con la edición de Vasos
y Besos
(1983), Calamaro ya era una figura destacada y otra vez aportaba un
éxito imbatible: Mil
horas.
La tentación de grabar un disco solista era irresistible. Compuso un
conjunto de canciones bien inclinadas al pop y se rodeó de músicos
amigos y un productor estrella, otra vez Charly, que por esa época
era una imagen omnipresente en todos los estudios de grabación,
siempre dispuesto a producir y ayudar a todas las nuevas apariciones.
Nacía Hotel
Calamaro (1984),
primer opus de la futura estrella de la música popular argentina.
II
En
su primer disco, Calamaro se aleja del sonido de Los Abuelos de la
Nada, muy afín a lo que sonaba en ese momento. Todas las canciones
que lo forman tienen un claro formato pop con un tono intimista
bastante alejado de la pose festiva que la mayoría de las bandas
nacidas en la primavera alfonsinista parecían querer mostrar. En ese momento
Hotel
Calamaro
pasó casi desapercibido, pero algunos de sus temas lograron cierta
difusión radial: Radio
actividad radial,
Otro
amor en Avellaneda
y Fabio
Zerpa tiene razón.
Para esta última, Calamaro llevó al mismo Fabio Zerpa, reconocido ufólogo, para que
grabara un monólogo que incluyó al final del tema, un delirio entre
inocente y bizarro, que habla de la presencia pacífica de
extraterrestres entre los humanos. Los músicos que participan de la
grabación son de primera línea: Pablo Guyot (guitarra), Alfredo
Toth (bajo), Willy Iturri (batería), es decir los futuros GIT, más
participaciones de David Lebón en un par de solos. Amor
iraní
es una grabación exclusiva entre Charly y Andrés. El disco es
bastante irregular y con un sonido un poco apagado. Las letras son,
en general, inconsistentes, y desnudan ciertos formas y trucos que
Calamaro profundizaría en otros discos. La balada No
me pidas que no sea un inconsciente,
escrita junto a Marcelo Scornik, en una sociedad que seguiría dando
sus frutos más adelante, es una hermosa canción que evoca los
momentos más felices de Calamaro como compositor.
III
El
título del disco hace obvia referencia al clásico disco Morrison
Hotel,
de la exitosa banda The Doors, y era un homenaje del autor a uno de
sus ídolos, Jim Morrison. Más adelante, en su obra cumbre Alta
suciedad
(1997), el homenajeado sería otro de sus ídolos, Bob Dylan. La
escucha del disco esconde dos curiosidades: está mezclado en mono,
algo que estaba completamente en desuso para la época, y tiene un
defecto en la velocidad de la grabación, está levemente acelerado.
Calamaro aseguró en un reportaje del 2017 que esa aceleración no
fue una buena idea y afectó el sonido de su voz. Ambas cosas quizás
expliquen el sonido opaco y la voz por momentos chillona del
cantante; el disco, a la distancia, no suena muy bien. Al momento de
editarse Hotel
Calamaro,
Los Abuelos de la Nada estaban grabando en Ibiza Himno
de mi corazón,
último disco con la participación de Andrés en su formación. A
partir de ahí emprendería una carrera solista a la que le costó
demasiado arrancar y ser reconocida. Editaría más adelante dos
discos en los que iría construyendo una imagen de songwriter
más sólida: Vida
Cruel
(1985), otra vez con un tono intimista y, sobre todo, Por
mirarte
(1988). Este último, a pesar de su escasa repercusión, sería el
primero enteramente producido por él y en donde conocería al
guitarrista Ariel Roth, con quien formaría Los Rodríguez, una
sociedad musical que les daría un inmenso éxito en España. Con
Hotel
Calamaro
daba un primer paso tímido y no demasiado firme en su camino al
Olimpo rockero argentino.