miércoles, 9 de julio de 2025

Vinilo XLI – Mujeres Argentinas – Mercedes Sosa, Ariel Ramírez (1969)

 


I

Mercedes Sosa es, sin duda alguna, una leyenda de la música popular argentina y latinoamericana con reconocimiento y alcance universales. Su extensa discografía, que alcanza la grabación de más de treinta discos, además de su monumentalidad artística, muestra su compromiso político y su mirada humanística. Su extraordinaria voz dio espacio y difusión a numerosos autores del cancionero regional, actitud que mantuvo hasta el fin de su vida, siempre conectada con su tiempo y su espacio. Para 1969 ya era una artista consagrada y reconocida en un contexto social y político convulsionado al que la música popular argentina acompañó con cambios revolucionarios. Se editan los álbumes debut de Almendra y Manal, por ejemplo, mientras los Beatles empiezan a despedirse después de haberlo transformado todo. Ariel Ramírez, por otro lado, músico y pianista de una notable formación académica, ya había realizado la hazaña de componer y grabar la Misa Criolla (1965) junto a Los Fronterizos y un conjunto de músicos extraordinarios. Junto al historiador y escritor Félix Luna venía desarrollando la idea de escribir y componer un álbum de tono conceptual enfocado en narrar la vida de personajes femeninos argentinos a través de canciones que recorrieran distintos motivos folklóricos. El resultado es un álbum revolucionario y adelantado para su tiempo, con una atmósfera y un sonido únicos, la inclusión de instrumentos de origen europeo y la voz única y eterna de Mercedes Sosa, que alcanza con su registro una cumbre casi imposible de alcanzar para cualquier otro cantor. Con Mujeres Argentinas nacía una leyenda de la música popular, que alcanzó con los años una estatura y trascendencia únicas e irrepetibles.


II

Mujeres Argentinas, editado en 1969, contiene ocho grandes composiciones, con música íntegramente escrita por Ariel Ramírez y letras de Félix Luna. Elegir a las protagonistas de las canciones resultó ser más arduo de lo previsto, había tentación de incluir a figuras más contemporáneas, para finalmente decidirse por mujeres de la historia argentina más profunda, pero con una significado muy claro en consonancia con lo que el mundo vivía entonces, envuelto en un clima de cambios sociales y políticos muy profundos que parecían estaban al alcance de la mano. Juan Azurduy (guerrillera de la lucha por la independencia), Rosario Vera Peñaloza (pionera de la docencia argentina), Manuela Pedraza (tucumana que peleó en las invasiones inglesas), Guadalupe Cuenca (viuda de Mariano Moreno), Alfonsina Storni (poeta), Mariquita Sánchez de Thompson (en cuya casa se cantó por primera vez el himno nacional) y dos figuras míticas de la que no se puede asegurar su existencia real, Dorotea Bazán (la cautiva que no quiso volver con su familia) y la Gringa Chaqueña, personaje anónimo. Los motivos musicales folklóricos elegidos eran de lo más variados, hay zambas, cuecas, vidalitas, milongas, chacareras. Los músicos que participaron eran de primerísima línea: el propio Ariel Ramírez en piano y clavecín, Kelo Palacios en guitarra, Jaime Torres en charango, Héctor Zeoli en órgano y Domingo Cura en percusión. Y claro, la voz de Mercedes Sosa, que pone a la grabación en el bronce. Joven, vital, comprometida, su perfomance vocal es insuperable. Los complejos arreglos orquestales, el aire psicodélico que le da el clavecín a varias de las canciones, el tono conceptual de todo el álbum y la performance de la cantora, le dieron al álbum el tono épico que todavía conserva cuando volvemos a escucharlo.


III

Los ocho temas que componen el álbum son de una belleza y sensibilidad conmovedoras. El comienzo con Gringa Chaqueña es toda una demostración de principios, el tema es casi una suite en miniatura por los cambios y distintas partes que los componen. Dorotea La Cautiva es cautivante, la voz de Mercedes Sosa alcanza niveles de sensibilidad únicos. Hay emoción y complejidad en Rosarito Vera, Maestra, Las Cartas De Guadalupe y Manuela, La Tucumana. Los dos temas que ingresaron en forma inmediata en el cancionero popular como standards que cualquier cantante tiene que transitar en algún momento, son las eternas y vigentes Juana Azurduy y Alfonsina y El Mar. Esta última es considerada como una de las mejores canciones de todos los tiempos, siendo reinterpretada por los más diversos cantantes de todas las épocas y todos los estilos. El disco fue presentado en Buenos Aires con funciones a sala llena y se convirtió en un infaltable en las discotecas familiares de la época. Mujeres Argentinas, nacido de la idea de Ariel Ramírez, con las letras de Félix Luna y la voz inmortal de Mercedes Sosa, es una hito esencial y eterno de la cultura argentina. Una hazaña atemporal de artistas únicos y, muy probablemente, irrepetibles.


sábado, 28 de junio de 2025

Vinilo XL - La Máquina de Hacer Pájaros (1976)

 


I

Cuando pensamos en Charly García, quizás el más grande y trascendente músico popular argentino, es muy difícil elegir o destacar algún período en particular de su extensa y fructífera discografía. Bandas como Sui Generis o Serú Girán, más su notable carrera solista, han dejado una huella indeleble en la cultura del país, con grabaciones que vistas en perspectiva , son esenciales y están siempre a flor de piel de nuestro inconsciente colectivo. De todo ese corpus los dos álbumes editados por La Máquina De Hacer Pájaros, el supergrupo que formó tras la separación de su primer proyecto profesional, siempre estuvo entre lo más escondido y menos difundido de su magnífica obra. Estamos en el nefasto año 1976 y desde hacía un tiempo Charly venía fascinado por la progresiva inglesa. Grupos como Genesis, Yes, Procol Harum, Focus, y un largo etcétera, le mostraban que su formación clásica tenía una vía de escape aún en los terrenos propios del rock. Desde los últimos tiempos de Sui Generis venía desarrollando un costado más sinfónico, con un uso intensivo de sintetizadores y el mellotron. Entusiasmado con esa propuesta decidió armar una banda que le permitiera relajarse en el liderazgo del proyecto y abocarse a complejizar la composición musical apoyado por compañeros a la altura de su capacidad y formación académica. Nacía La Máquina De Hacer Pájaros, un combo de lujo integrado además por Oscar Moro (batería), José Luis Fernández (bajo, ex Crucis), Gustavo Bazterrica (guitarra) y, algo novedoso, un segundo tecladista, Carlos Cutaia, que venía de tocar en Pescado Rabioso.


II

Después de algunos ajustes en la formación que presentaban en vivo (en sus primeros días la banda tuvo dos coristas y prescindía de un guitarrista), La Máquina se decidió a grabar su primer opus en los míticos estudios ION, lugar de registros históricos de la música argentina, entre julio y septiembre de ese 1976. Charly siempre bromeó sobre este proyecto diciendo que eran “los Yes del subdesarrollo”. El chiste escondía el deseo de mostrar que la banda estaba a la altura, y con creces, de cualquier proyecto progresivo consagrado fronteras afuera. Composiciones como Bubulina —tema que venía de los últimos tiempos de Sui Generis—, No Puedo Verme Más y, sobre todo, Ah Te Vi Entre Las Luces, mostraban el detallado trabajo en la composición y las horas de ensayo que tenían encima. En vivo solían extender la duración de los temas para dar lugar al lucimiento individual y colectivo. Como mata el viento norte y Por probar el vino y el agua salada mostraban un lado mucho más folk, mientras que Rock los exhibía como una banda que podía ser catalagada como pretenciosa pero que también tenía en las venas pulso rockero. El proyecto, armado inicialmente para que funcionara de manera democrática y le permitiera a Charly desmarcarse de las presiones del liderazgo, no pudo escapar a la impronta y la figura de su miembro más importante: todos los temas llevan su firma. En la grabación, además, García toca piano, sintetizador, clave, piano Fender, guitarra acústica y se hace cargo de la primera voz; una verdadera tour de force.


III

La Máquina De Hacer Pájaros era un nombre extraordinario para una banda progresiva. Por aquellos tiempos una tira del dibujante Crist llevaba ese nombre y su protagonista se llamaba precisamente García. Charly no sólo consiguió su autorización para ponerle ese nombre a la banda sino que además el autor se ofreció para hacer una tira para ser utilizada en la tapa. En los hechos el álbum tuvo doble portada, una exterior con los dibujos de Crist y una interior con una fotografía de la banda intervenida por el gran artista Juan Oreste Gatti, autor de algunas de las tapas más icónicas del rock argentino. Al año siguiente la banda graba su segundo álbum (Películas, 1977), quizás mejor producido que el debut, pero otra vez mostrando una calidad suprema en la composición y la ejecución de música popular. Pero los problema internos empezaron a erosionar las relaciones personales de sus miembros. Charly se quejaba de que debía llevar siempre sobre sus espaldas la responsabilidad creativa, mientras el resto protestaba por tener poco lugar en la composición de los temas. El éxito comercial tampoco los acompañaba. De un momento a otro García abandonó el proyecto y empezaría un camino de introspección y cambios en su creativa musical que va a desembocar en la creación de Serú Girán. La Máquina intentó continuar sin su fundador y líder, pero después de algunos ensayos se dieron cuenta que la cosa no funcionaba, por lo que definitivamente el grupo fue disuelto. El tiempo transformó a su dos álbumes en discos de culto. Un grupo de muchachos tuvo la osadía, la creatividad y el sueño de hacer una música pretenciosa y bella en el medio de la más negra noche de nuestra historia. Y lo lograron.


viernes, 20 de junio de 2025

Vinilo XLI - Going For The One - Yes (1977)

 


I

Después de la edición de tres discos fundamentales e icónicos dentro del llamado rock sinfónico – The Yes Album (1971), Fragile (1971) y el extraordinario Close To The Edge (1972) – y la publicación del polémico, extenso y barroco álbum doble Tales From Topographic Oceans (1973), la longeva y todavía vigente banda británica Yes, sufrió la partida de unos de sus integrantes esenciales, nada menos que el tecladista Rick Wakeman, dedicado de lleno a una exitosa carrera solista. El lanzamiento del estupendo Relayer (1974), con la inclusión de Patrick Moraz en los teclados, no pudo opacar la ausencia del excéntrico músico que solía destacarse en el escenario con sus largas capas brillantes y su abundante cabellera rubia. El interregno entre su partida y su vuelta se extendió hasta 1977, cuando Yes vuelve a los estudios con un nuevo álbum y con su más famoso tecladista de nuevo en sus filas. Going For The One fue el disco con que la mítica banda progresiva volvía con pretensiones de ocupar el centro de la escena internacional. Grabado en la ciudad de Montreaux, Suiza, el quinteto se completaba con Jon Arderson (voz), Steve Howe (guitarra), Chris Squire (bajo) y Alan White (batería): un combo de grandes y virtuosos músicos.


II

Reunidos nuevamente en el estudio tras dos años y medio quedaba más que claro que el perfil de Patrick Moraz no encajaba muy bien en la dinámica del grupo. El mánager Brian Lane, apoyado por Chris Squire, tuvo la temeraria idea de hacer retornar a Wakeman, que no se había ido en buenos términos de la banda. Incluido en las grabaciones primero como sesionista y rápidamente integrado al proyecto, su aporte fue decisivo para el resultado final. El álbum parecía estar enfocado en composiciones más cortas y concretas. Going For The One, que abre el disco y le da su nombre, tiene un riff de guitarra muy rockero, lo que era una completa novedad dentro de la estética sonora de la banda. Turn Of The Century y sobre todo la estupenda Parallels, mostraban a los Yes renovados y vitales. En esta última mezclan sabiamente un riff de bajo sublime y de tono bluseado de Squire junto a los sonidos de un órgano de iglesia tocados por Wakeman y grabados en St. Martin's Church, ubicada en Vevey, Suiza. El tema iba a ser utilizado para abrir los conciertos de presentación del álbum. Sonaban grandiosos. El lado dos contenía a Wonderous Stories, un bello tema de corte pop escrito por Anderson y que sería el corte de difusión y cerraba con la increíble Awaken, que los devolvía al plano sinfónico con una larga suite a la que ellos mismo consideran como una sus mejores creaciones.


III

La portada del nuevo álbum también traía novedades estéticas. Encargaron el diseño al mítico colectivo de creadores Hipgnosis, alejándose de su legendaria sociedad con el dibujante Roger Dean, quien había diseñado casi todas las tapas de su álbumes anteriores además de su icónico logo. El arte de tapa de Going For The One contiene el retrato de un hombre desnudo visto de espaldas y de frente a una imagen imponente del edificio Century Plaza Towers de Los Angeles. Además tenía formato de tríptico con fotografías en la parte interna tomadas en Suiza durante la grabación y un sobre interno con las letras y la ficha técnica. En Argentina, cosa inusual, se respetó al arte original en una edición de lujo que nada tenía que envidiarle a la importada. Editado el 7 de julio de 1977, Going For The One significó el regreso de una de las formaciones más trascendentes de todo el rock progesivo, con composiones que iban desde un pop simple hasta una larga suite sinfónica. A Yes lo esperaban más adelante una larga gira presentación del disco, la edición de un nuevo álbum al poco tiempo (Tormato, 1978)  y una noticia inesperada y casi mortal: el adiós a la banda de Jon Anderson. Pero esa es otra larga historia.