jueves, 22 de octubre de 2015

Vinilo XVII - Clics Modernos


Después de la celebradísima y exitosa edición de su primer disco solista Yendo de la cama al living (sobre el ya escribiéramos en este blog; ver aquí), Charly García emprendió a comienzos del 83 un viaje a Nueva York con el propósito de comprar nuevos instrumentos y ver de cerca la movida musical de la gran ciudad. Enseguida se sintió más que a gusto con su gente y sus músicos. Un nuevo mundo artístico de abría a su sensibilísima antena de artista popular. Reencontrando nuevamente a Pedro Aznar, que tocando en la banda de Pat Metheny hacía meses vivía en Estados Unidos, García se hizo de varios instrumentos y empezó a componer canciones que daban cuenta del estado de ánimo exultante que tenía en esta experiencia de viajero inquieto. El talento creativo de Charly no sólo estaba secundado por la prodigiosa técnica de Aznar, una nueva compañera lo asistía en el proceso creativo, una compañera que le haría cambiar la manera de componer y pondría patas para arriba su sentido del ritmo en relación con la melodía: la batería electrónica Yamaha TR808.

Último chiche tecnológico del primer mundo musical, la TR808, obligaba a Charly a componer supeditando la melodía o los sonidos al ritmo machacoso de la electrónica. Un nuevo mundo se abría en la prolífica y genial composición y las canciones, nuevas, contundentes, emotivas, salían unas tras otras para crear algo nuevo que revolucionaria el sonido de una década. El gran músico popular argentino se juega el resto, gastando casi todo su dinero en alquilar horas de grabación en el histórico estudio de grabación Electric Lady (ahí grabaron entre otros Jimi Hendrix y The Clash) y contratando al productor más caro disponible, Joe Blaney, que sería fundamental en la grabación y que luego produciría otros discos clásicos de músicos argentinos, como Alta suciedad de Andrés Calamaro, por ejemplo. Charly se propuso grabar en el estudio con un batero de carne y hueso, pero como nada lo conformaba, y luego de muchas horas de sesiones desperdiciadas, se decidió por respetar las bases grabadas de la batería electrónica y sobre ellas realizar una de los registros fundamentales del rock nacional.

Nacía del cerebro lúcido del gran Charly García el trascendental Clics Modernos. Editado en Argentina el disco desconcertó a todos. ¿Es que ahora el rock argentino se podía bailar? A pesar de ser un disco pop-rock, nunca pierde cadencia, ni las melodías desaparecen sepultadas por el ritmo. El gran bajo de Aznar y el piano maestro de García, junto a otros músicos sesionistas top, logran un puñado de canciones inmortales, que aún hoy parecen sonar en el futuro. Nos siguen pegando abajo, No soy un extraño, No me dejan salir, Nuevos trapos, Plateado sobre plateado, Los dinosaurios. Nunca se había escuchado por estos lados estos nuevos sonidos mágicos, este riesgo estético, este salto hacia adelante tan ariesgado. En principio ampliamente resistido por crítica y público, Clics Modernos se fue convirtiendo en un disco esencial que nadie duda en nombrar como uno de los cinco fundamentales del rock argentino. Todavía sigue sonando como si hubiera compuesto y grabado en el futuro.