Joan Manuel Serrat ha demostrado en sus largos años de
carrera artística que no ha escapado ni a las definiciones políticas ni al
compromiso con distintas causas sociales, incluso hasta afectando la difusión
de sus propia obra y en algunas circunstancias, hasta poniendo en juego su propio
pellejo. En 1975, mientras se encontraba de gira por México, condenó en forma
tajante a la dictadura franquista y a su conducta represiva a raíz de la
condena a muerte de un grupo de militantes. El régimen no dejó escapar la
oportunidad: emitió una orden de búsqueda y captura a su nombre que lo obligó
al exilio en México. Como cuando todavía cantaba toda su obra en catalán,
Serrat volvía a verse perseguido y censurado. El trance le provocó casi un año de
no poder ni siquiera componer, aterrado por no saber si algún día podría volver
a su país.
Justo ese año, Serrat editaba …para piel de manzana, un nuevo álbum de canciones que volvía a
alejarlo de las letras en catalán, que afianzaba definitivamente su alianza
musical con el que sería su arreglador y director musical de toda la vida,
Ricardo Miralles y lo confirmaba como un gran poeta del amor y estupendo
observador costumbrista de una España provinciana que se esfumaría durante la
transición democrática. El tema que le da nombre al disco es una hermosísima
confirmación de lo primero y La
aristocracia del barrio o Caminito de
la obra dan cuenta sobradamente de los segundo. Pero la persecución
franquista afectó la difusión y conocimiento de este disco que mostraba a
Serrat afianzado como letrista y cantante popular.
Hay otras joyas cuasi escondidas en el disco. Malasangre, con una bella letra dedicada
a un perro; Conversando con la noche y
con el viento, un bello poema; La
casita blanca, descripción romántica de un lugar para el amor. Sobre el
final, Serrat ejercita aquello que tanta popularidad y prestigio le diera,
musicalizando unas breves líneas del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, Epitafio para Joaquín Pasos, hermosa
reflexión sobre los legados de un poeta a su pueblo. El exilio del catalán
duraría un año, que Serrat temió fuera terrible para su obra y para su vida. De
vuelta en su patria esta pésima experiencia serviría para acrecentar la fama y
la popularidad de su cancionero eterno. Y ahí estaría …para piel de manzana para volver a instalarlo como un artista
fundamental de la resistencia al régimen que empezaba a agonizar.