domingo, 17 de mayo de 2015

"Las ideas de Cooke golpean la conciencia de los argentinos"

En una breve y luminosa charla con este blog, Daniel Sorín, autor de John William Cooke, La mano izquierda de Perón, nos habla del legado, la filosofía y la militancia políticas del primer delegado de Perón en la Argentina durante su exilio. El pensamiento claro, el análisis histórico didáctico y la relectura desde el presente de la filosofía política de Cooke desde la lúcida mirada de Sorín, nos traen la mítica figura del Bebe para cuestionar y analizar el presente.

En el prólogo a tu libro decís que traes a Cooke a partir de este presente. ¿Por qué Cooke? ¿Qué cosas de este presente discuten o ponen en escena su filosofía política?

Hoy en la Argentina se discuten “modelos”. Por un lado el definido como “crecimiento con inclusión” y por otro el típicamente liberal de libre mercado. Lo que no se discute son un par de conceptos. Uno: el capitalismo (o sea el sistema basado en la apropiación por parte del capital del valor que agrega el trabajo, la famosa plusvalía) y dos: la dependencia (esto es, la organización del capitalismo mundial en el que las economías dependientes remiten capital a las metrópolis). No nos preguntamos nada sobre esto. Algunos porque asumen imposible salir del capitalismo dado el fracaso del socialismo real, otros porque imaginan una redistribución de la riqueza que no perjudique a los monopolios.
Traigo a Cooke al presente porque él se planteó esta situación y le dio respuestas. Respuestas diferentes según el momento de la evolución de su pensamiento. Ciertamente, el tema cruza su correspondencia con Juan Perón y define los límites de la Comunidad Organizada.

"El común de la gente exige coherencia entre pensamiento y espíritu. Pero resulta que es infinitamente menos complejo pensar bien que ser mejor. Exigir esa coherencia, lejos de hacernos mejores nos obligará a pensar peor." (Daniel Sorín)

Esta biografía, dedicada al Cooke político y militante, excluye cuestiones que tiene que ver con lo personal. ¿Por qué prescindir de estos tópicos para escribir sobre un personaje histórico? ¿No crees que estas cuestiones ayudarían a entender o conocerlo en forma más completa?

La pregunta es magnífica y la contestación será rara, rara para un novelista: lo que me interesó fue una biografía de su pensamiento. Por supuesto que no es tarea menor una biografía íntima, pero lo que golpea en la conciencia de los argentinos de hoy son sus ideas no sus peripecias personales. No le conozco agachadas al Cooke, al menos que consideremos que ser cocainómano, alcohólico, jugador y mujeriego lo sean. Dicho de forma sintética: conocer mejor a John no nos acerca más a su pensamiento. Un pensamiento complejo, de grandes mutaciones (del radicalismo antiyrigoyenista al marxismo) que no tienen relación con lo bien que bailaba el tango.
(Por otro lado, el común de la gente exige coherencia entre pensamiento y espíritu. Pero resulta que es infinitamente menos complejo pensar bien que ser mejor. Exigir esa coherencia, lejos de hacernos mejores nos obligará a pensar peor.)
No obstante, estuve tentado, te aclaro, porque hay un libro tan mentiroso y cobarde como gorila, al que habría que contestar.

Tras el golpe del 55, Perón nombra a Cooke como su primer delegado en el país. Sobre él recae la enorme tarea de organizar la resistencia. ¿Qué vio Perón en él? ¿Por qué un todavía muy joven dirigente, desconocido para muchos, debía ocuparse de esa enorme responsabilidad?

Cooke ya era conocido. Fue desde 1946 a 1952 diputado nacional y figura clave de la bancada peronista. No integró la lista a diputados del 52 por ser un peronista que se tomó en serio las tres banderas: justicia social, independencia económica y soberanía política. Esto lo hizo profundamente antiburocrático. En la Argentina y en política, la palabra “burócratas” está ubicada en una amorosa vecindad con la palabra “traidores”. Los burócratas eran para Cooke los adulones que fingían estar con el pueblo pero operaban en su contra. En 1966, en su Informe a las bases, definirá de manera precisa lo burocrático como un estilo que opera con los mismos valores que el adversario. Es decir, como un falso adversario del adversario.
Veamos un poco. El 17 de junio de 1954 escribe en su revista De Frente (número 15) un artículo que se llama: “Quiénes facilitan la infiltración comunista”, allí dice:

En los últimos años se ha advertido una peligrosa inclinación en muchos dirigentes sindicales. A poco de llegar a las comisiones directivas, saltando de fábricas y talleres, el flamante dirigente “descubría” un nuevo mundo. Generalmente, el descubrimiento comenzaba con la compra de un sombrero Orión. Luego con los cigarrillos rubios, por supuesto extranjeros. Después, el automóvil, cuanto más largo, mejor.

Con Orión, “Chésterfield” y “bote” la vida resultaba distinta, la fábrica lejana, y sus compañeros obreros, con sus problemas diarios, una cosa realmente molesta. A medida que se internaba en el reconocimiento de la nueva vida [...] perdía el poco o mucho arraigo que había tenido en la masa. Se abría un abismo entre el señor dirigente y sus compañeros obreros. Éstos debían hacer antesala para verlo a aquél, mientras el señor dirigente, a su vez, hacía antesala en las oficinas públicas persiguiendo las cosas más dispares, desde un negocio personal hasta una solución para algún problema gremial que, desconectado de la masa, no se atrevía a encarar.

Notable fragmento que en pocas palabras describe la génesis de la “burocracia sindical”. Cuando en el 55 se produce el bombardeo a Plaza de Mayo, Perón lo llama porque para impedir el golpe los burócratas no servían. Pero el golpe ya era inevitable porque, como pronto se dará cuenta Cooke, el frente del 45 estaba definitivamente roto. Ni el Ejército ni el clero ni los industriales nacionales sostendrían al gobierno.
Producido el golpe, Perón en el exilio pide resistir de las maneras más violentas, llamando incluso a asesinar a los gorilas. Cooke está preso (Las Heras, Devoto, Ushuaia) y es en esas cárceles que junto a César Marcos y Raúl Lagomarsino fundan los primeros comandos. Perón sueña con una insurrección, y para eso Cooke y la izquierda del peronismo (los peronistas antiimperialistas) eran necesarios. Ambos, Perón y Cooke, trabajarán por la insurrección hasta que se convencen de que es imposible. Hacia fines del 57 ambos saben que el pueblo peronista no estaba dispuesto a aguantar seis años del partido de la Libertadora (Balbín) y que votará por Frondizi que promete derogar el decreto 4161 y volver a la Constitución de 1949. Es cuando los dos Juanes hacen el pacto con Frondizi.


"La oligarquía no solamente es dueña de las cosas: también es dueña de las palabras: libertad, democracia, moral. La democracia y la libertad se definen a partir del mundo liberal burgués. " (John William Cooke)


Los cuatro que firmaron el pacto (Perón, Cooke, Frondizi y Frigerio) sabían que era incumplible. La clase obrera enfrenta al gobierno de Frondizi (en 1958 las huelgas alcanzan a 6 millones de días laborables por trabajador y en 1959 a 11 millones). Para ese entonces Cooke piensa que, para no traicionarse, el peronismo debe ser obrero, apoya las huelgas y, aunque no la dirige, está en la primera línea de combate en la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre (enero de 1959). Frondizi reprime con tanques del Ejército la huelga, la parodia democrática había acabado. La toma fracasa por la traición de la burocracia sindical, Vandor pide la cabeza de Cooke y Perón acepta y lo saca definitivamente del círculo de las decisiones. Aquí hay que apuntar algo importante: el capital político de Cooke no era propio sino el otorgado por Perón, Cooke era líder por delegación.
La vida de John corre peligro y decide viajar a Cuba (el triunfo de Castro es simultáneo con la toma del frigorífico, enero del 59). Nadie puede saber cuándo Cooke adopta el marxismo (que en él no es contradictorio con el peronismo), yo estoy convencido que cuando viaja a Cuba ya es marxista, pero es opinable. En Cuba escribe uno de sus textos más memorables y que recomiendo: “Aportes a la crítica del reformismo en la Argentina” (que se puede consultar en la edición facsimilar de Pasado y Presente editada por la Biblioteca Nacional), que es un informe a Fidel Castro sobre el Partido Comunista Argentino. Una crítica demoledora por izquierda al partido de Codovilla. En esos años tratará de influir en Perón a favor de la tendencia revolucionaria que recorre el continente.
Contestando a tu pregunta (y dejando tanta cháchara): Perón usó a Cooke cuando le convino y Cooke usó a Perón todo lo que pudo. Fueron todo lo sinceros que podían ser, poco por cierto, pero tengo la sensación que ambos se respetaron. En este sentido es muy reveladora la contestación de John a la invitación del Grupo Cóndor (Hernández Arregui), pero eso lo dejaremos para no extendernos más.

Siempre pensé que la dramática y exagerada adulación pública de Eva hacia Perón llevaba implícita una exigencia enorme hacia el líder. Cooke, en otro momento histórico, va más allá; sin dejar de reconocer y hasta admirar el liderazgo de Perón, lo cuestiona y discute tratando de forzarle definiciones. ¿Cómo analiza ese comportamiento de Cooke en sus formas y en sus contenidos?

Buena parte de la pregunta está contestada en la anterior. Perón es el líder bonapartista de un movimiento que busca la conciliación de clases, la conciliación entre el capital y el trabajo. Esto es indiscutible, solamente hay que leer “La comunidad organizada”.
Cooke integró el peronismo en tanto movimiento nacional. Hasta la resistencia combate las “desviaciones” burocráticas, pero durante la resistencia se da cuenta de que son más que desviaciones: si la burguesía nacional ha pactado con el imperio, entonces el peronismo no puede ser conciliatorio sino obrero o dejará de ser nacionalista. Plantea que un nacionalismo que no fuera antiimperialista no es nacionalismo. Dicho sintéticamente: su peronismo se distancia del peronismo de Perón, en tanto es un peronismo revolucionario, obrero y no burgués.


"La izquierda argentina se divide entre dos bandos, tan burdo uno como el otro: los que piensan que Menem es igual a Kirchner y terminan haciendo asquerosos acuerdos con la Sociedad Rural; y los que se encolumnan acríticamente con el gobierno y terminan comprados por un puñado de cargos." (Daniel Sorín)

El peronismo es muchas veces un significante vacío que cada quien llena con lo que le parece o le interesa. Cooke, desde el marxismo, le encontró un sentido y luchó para forzar a Perón a que se decidiera por su visión. ¿Puede el peronismo actual encontrar un sentido único a su pertenencia política? ¿Tiene sentido plantearse al peronismo como una herramienta de cambio social que revolucione estructuras? Parecería que hoy en día sólo debe conformarse con la redistribución.

Pensemos más allá de las etiquetas que son confusas, especialmente la etiqueta “peronismo” que es extremadamente difusa en sus límites. Una redistribución sin modificar los cimientos de la estructura social no puede ser más que un veranito efímero. El kirchnerismo, que es el peronismo de esta época (líquido comparado con el del 45-49, como líquida es nuestra época con respecto a aquella) después de 12 años de gobierno se salda por derecha. Gane con Scioli o pierda con Macri, lo que viene es un avance de la derecha (lo que no quiere decir que sea lo mismo que gane Scioli o Macri). La razón es evidente y no la ven los que no quieren verla: la economía sigue en manos de los mismos monopolios extranjeros, de los mismos bancos, de los mismos consorcios agroexportadores y de una industria a la que ni se le pasa por la cabeza desarrollar el sector 1 de la economía (máquinas que hacen máquinas) y que solamente se dedica a algunos productos de consumo. Tarde o temprano la lógica política hace (en especial en las semicolonias) que el poder político sea sinónimo del poder económico y el veranito se acaba.
Un par de cosas finales. Uno: No comparto la idea de Cooke de que el único nacionalismo es el antiimperialista. Es el único nacionalismo revolucionario, pero existen nacionalismos más tibios (como el kirchnerismo) que no pueden obviarse. Es interesante esto. La izquierda argentina se divide entre dos bandos, tan burdo uno como el otro: los que piensan que Menem es igual a Kirchner y terminan haciendo asquerosos acuerdos con la Sociedad Rural; y los que se encolumnan acríticamente con el gobierno y terminan comprados por un puñado de cargos.
Dos: un verano, aunque pasajero, es un verano. Soy un trabajador que ha sufrido, a veces más a veces menos, la suerte del común de los trabajadores y no se me escapa ni por un instante la diferencia entre la inclusión en un sistema injusto y la definitiva exclusión, la diferencia entre un plato de comida caliente y el hambre. No rechazo ese verano, rechazo la ilusión que promete.


El libro, el autor


Daniel Sorín nació en Buenos Aires en 1951. Novelista, ganó el premio Emecé de Novela en 1998 con Error de cálculo, y editó entre otros libros, El dandy argentino (2000), El hombre que engañó a Perón (2008) y La última carta (2013). Es editor, además, de las revistas culturales Abanico y La púrpura de Tiro. En John William Cooke, la mano izquierda de Perón encara una biografía política de uno de los más grandes ejemplos de lealtad, coherencia y lucha. El trabajo documental de Sorín es meticuloso y apasionado, dando a la palabra y los textos de Cooke el espacio necesario para iluminar el presente con claridad y honestidad intelectual nuestro presente. El autor es llano y directo, contextualizando y dando marco histórico y teórico a cada palabra de Cooke. Una biografía alejada de las cuestiones personales del personaje que se transita con deleite hasta la última página. El pensamiento y labor política y militante de John Cooke no podrían encontrar mejor homenaje que este libro.