viernes, 13 de marzo de 2015

Vinilo XVI - Bicicleta


Cuando hoy en día hablamos de Serú Girán nos referimos a una banda clásica que trascendió generaciones y gustos musicales, transformando sus canciones y sus discos en éxitos incorporados definitivamente al ADN de eso que llamamos rock nacional. Sin embargo, no todo fue tan fácil al principio. Su primer disco, editado en 1978, fue recibido fríamente por la crítica y con indiferencia y hasta hostilidad por el público. Charly García, David Lebón, Oscar Moro y un jovencísimo Pedro Aznar, habían logrado un combo de poesía, precisión instrumental y armonización vocal inéditos, que no encajaban con el momento histórico, el más negro y tenebroso de la historia argentina. Tras la edición de La grasa de las capitales el genio de Charly vuelve a orientar la antena de su poesía hacia la sociedad y las cosas comenzaron lentamente a encaminarse. Artistas y público habían logrado enlazar sintonías.

Con la edición de Bicicleta en 1980 el esplendor artístico de Serú Girán brilló como nunca en un disco que es casi unánimemente considerado como el mejor de la banda. Charly destella como letrista y músico y el resto da lo mejor de sí para dejar un testimonio sonoro único e irrepetible. La placa abre con A los jóvenes de ayer, suite con aires tangueros y progresivos, de excelencia melódica y ambiciosa confección donde cada uno de los músicos  se luce en forma espléndida. En Cuanto tiempo más llevará la dupla compositora García-Lebón nos deja una pieza clásica. Pedro Aznar tiene su momento solista en Luna de marzo, anticipo de lo que este brutal bajista podía dar y una muestra de todas las inquietudes musicales que todavía tenía por explorar. El cuarteto brilla con Encuentro con el diablo, clásico de clásicos, en donde los cuatro héroes se muestran insuperables. Los tipos estaban componiendo páginas indelebles y clásicas de la música popular argentina.

Pero es el gran Charly García el que deja en el disco una marca eterna, una huella profunda, una poesía y una composición y ejecución brillantes en dos de las gemas más valiosas de su prolífica producción. En Canción de Alicia en el país cuenta como nadie qué es lo que pasa en una Argentina salpicada de sangre, con una letra en donde combina en dosis exactas metáforas oscuras (“…un río de cabezas aplastadas por el mismo pie / juegan criquet bajo la luna...”) con líneas del más crudo realismo (“…no tendrás poder, ni abogados, ni testigos…”). En Desarma y sangra, nos deslumbra y emociona con una lección de piano y poesía que ningún músico popular argentino pudo igualar jamás. La obra de un genio inigualable en estado de gracia. Serú plantaba un mojón altísimo de calidad, poesía y un profesionalismo escénico que sólo sería alcanzado años más tarde por bandas como Soda Stéreo. La música popular argentina alcanzaba una cumbre altísima que emociona volver y volver a escuchar.