domingo, 16 de marzo de 2014

Vinilo XIV – Pyramid


Prodigio de la música desde niño, Alan Parsons llegó desde muy joven a ser ingeniero de grabación de la compañía EMI. Fruto de ese trabajo el destino lo llevó al legendario estudio Abbey Road, donde fue asistente de grabación de los dos últimos discos de The Beatles. En la famosísima filmación de la última presentación en vivo de los fabulosos cuatro sobre la terraza de Abbey Road, se puede ver a Alan Parsons en varias tomas manejando la consola de sonido. Su buena estrella no lo abandonaría: fue ingeniero de sonido de Animals y The dark side of the moon, dos de las obras maestras de Pink Floyd. Definitivamente instalado como referente de la industria e imbuido de un prestigio creciente por su participación en grabaciones decisivas de la progresiva inglesa, Alan Parsons decidió ser él mismo creador de música, y asociado con otro productor de EMI, Eric Woolfson, creo un colectivo de producción musical: The Alan Parsons Project. En su nuevo proyecto, asociado con distintos músicos y cantantes, editó una serie de discos exitosos, con gran prestigio de la prensa y la industria discográfica.


Pyramid fue el tercer disco de la producción de The Alan Parsons Project y, editado en 1978, fue uno de los más exitosos. El álbum, más en las letras que en la música, es una reflexión sobre la finitud de los proyectos humanos, frágiles criaturas ante la inmensidad del universo y la presencia ineludible de la muerte. El disco tiene fuertes bases que le dan coherencia a pesar del modus operandi de la producción de Alan Parsons: distintos vocalistas y músicos rotativos se apoyaban en las letras de Woolfson y la música y producción de Parsons. El uso del sintetizador Moog, que tanto prestigio daba a los discos conceptuales del momento, y que Alan Parsons manejaba a la perfección, le dio a Pyramid esa áurea de disco serio y sónico que era la marca registrada del grupo. Los célebres instrumentales –en este disco sería Voyager- forman parte del sonido de esa época y en Argentina, por ejemplo, formaron parte como cortinas musicales de innumerables programas televisivos o de radio.


La pretenciosidad de The Alan Parsons Proyect y la evolución –o involución- de la música y las formas de grabación de los discos, hizo que lentamente el suceso del grupo se perdiera en el tiempo. Pero aún hoy, cuando escuchamos sus bellas melodías o sus secuencias de sintetizador tan características, como sellos de su marca de fábrica, podemos reconocer toda una época y todo un estilo. El estilo de un artista de los controles de las mesas de grabación que transformó ese oficio en un arte propio, el sueño de un ingeniero de sonido que sin perder el control de la consola pasó a ser él mismo un rock star.