martes, 23 de julio de 2013

Lanata: desventuras de un periodista con conchero


La primera vez que vi a Jorge Lanata por televisión fue durante los 90 en Hora Clave, el por entonces programa estrella del periodismo político televisivo, conducido por Mariano Grondona. El Gordo estaba invitado a debatir con alguno de los mediáticos defensores del menemismo —¿sería Jorge Asís?— y vestía una campera de cuero roja. Esa noche provocó por duplicado con las formas que serían su marca registrada; el rojo furibundo insultaba las corbatas grises del periodismo “serio” y su lengua filosa arremetió con una irónica y burlona interpretación del peronismo. En todo momento el tipo sentía que el centro del universo pasaba por él y la versión tan gorila y chiquita del peronismo que expuso pasaba disimulada por el escándalo de la frivolidad y el robo de esos años nefastos. Ídolo de todos los estudiantes de Periodismo en ese momento, director de Página/12, el diario que había venido a cambiar la forma de hacer periodismo gráfico en la Argentina, estupendo escritor, ingenioso y picante para el debate, ya se sentía un superstar y empezaba a construir el personaje que lo tiene devorado desde hace tantos años.

Hoy que trata de chorros, brutos, pelotudos e imbéciles a todos los que intentan, con más o menos fundamentos, rebatir su “relato”, esas formas provocativas derivaron en una triste caricatura. Adjurando de todo lo defendió y de todo lo que combatió durante muchos años, hoy corre detrás de la línea editorial que le exige el Grupo Clarín con la dedicación, el énfasis y el fanatismo de los conversos. Se puede entrever el odio que le deben tener sus nuevos compañeros de odio—Van der Kooy, Castro, Majul, Leuco, Bonelli, etc.— que hubieran querido para ellos ese papel protagónico. Él los humilla, “la estrella soy yo, pelotudos”, y arremete contra todo y todos. El detestable Mauro Viale lo calificó de manera notable: “periodista con conchero”. Su programa es un show televisivo que toma todos los tips de la actual televisión comercial argentina: agresión, bravuconería, provocación, chicanas, agravios, sarcasmo, el más desagradable humor. Su periodismo de investigación, plagado de datos inexactos, fuentes dudosas, datos no confirmados, recursos cuestionables, es un insulto a la profesión.


Puedo aceptar que Jorge Lanata crea que el kirchnerismo sea algo detestable por los motivos que se le ocurran, pero las formas que utiliza y su sumisión al grupo mediático que representa descalifican su opinión. Su memoria es frágil, tan frágil que ha olvidado las denuncias de lavado de dinero firmadas por su puño y letra en el malogrado diario Crítica, que involucraban a miembros del directorio del Grupo Clarín, por ejemplo. Grupo al que años atrás acusaba de monopólico y de querer inculcarnos qué comer, qué pensar, qué decidir. Mientras tanto, muestra cada día una imagen más degradada y degradante de su propia figura y de la figura del periodista comprometido. Quizás esta sea su verdadera cara, la cara más triste y lastimosa del tipo que tuviera bajo su dirección la última revolución en el periodismo gráfico argentino y hoy es la cara visible de un grupo mediático lanzado a voltear al único gobierno que ha osado enfrentarlo, utilizando las armas más nefastas de la profesión.