domingo, 20 de noviembre de 2011

El relato K: la historia como eje de nuestra imaginación creadora



Una de los modales kirchneristas que más enfurecen a gorilas y chimpancés es la construcción de un supuesto relato histórico deformado y completo de falsedades, imposturas y deformaciones. Según esta visión, los Kirchner han construido con hechos históricos aislados, reinterpretados, pegados en una suerte de collage antojadizo, un hilo conductor que arranca en Mariano Moreno y Manuel Belgrano –los favoritos de Cristina Fernández-, pasa por Rosas, Perón, Eva, Cámpora, Jauretche, etc.; y culmina en la figura cada vez más épica de Néstor Kirchner.
Muchas veces me pregunté si era válida la apropiación de estos hechos en forma segmentada para integrarlos como parte y sostén del discurso de un movimiento  político. A pesar de la simpatía que me despiertan estos hechos y personajes junto con el rumbo elegido por el partido gobernante en este momento histórico para Argentina y América Latina, no tenía una respuesta definitiva. Lo que sí tengo en claro es que detesto la construcción histórica del otro relato dominante durante décadas, ese que tiene como bandera al diario La Nación por ejemplo, y que muestra como héroes de la patria a genocidas como Julio Argentino Roca.
Como tantas veces, en forma sorpresiva una mesa de saldos me trajo algo de luz al respecto. Whashington Cucurto, escritor antisistema surgido del conurbano bonaerense, que escribe con todo lo que está afuera del idioma establecido por la academia, me dio una mirada audaz, inteligente, distinta, de lo que significan los protagonistas y los hechos históricos en su relación con el presente. Escribe Cucurto en 1810 La Revolución de Mayo vivida por lo negros (Emece Editores, Buenos Aires, 2008):

Señoras y señores,        
¡se acabó!
¡tomemos la historia por el culo!
¡La historia y la literatura nos pertenecen!
Basta de historiadores de manos blancas
y oscuras ideologías,
ahora la historia la escribiremos nosotros.

Y más adelante otro párrafo perturbador:

La historia debe ser
el eje de nuestra imaginación creadora.
De nada sirven San Martín y Bolívar
-con todo respeto- si no nos ayudan a solucionar
nuestro horrendo presente de hambre y desesperanza.
Porque la primera obligación de San Martín,
¡hete aquí, bien dicho,
la primerísima obligación sanmartiniana!,
es ser nuestro compinche,
ser como nosotros queremos.

Entonces me pregunto, ¿de qué me sirve hoy, por ejemplo, Perón? ¿Cómo puede ayudarme Evita? ¿Qué hechos del pasado integro a mi proyecto de país? Es muy conocida la anécdota sobre la respuesta de Perón a Braden con apenas unos días ejerciendo como presidente en octubre de 1945. El Embajador de EEUU había cumplido en esas elecciones presidenciales el papel que por estos tiempos hicieron los grandes medios con Clarín como bastonero; es decir, demonizar al gobierno, aglutinar a la oposición, darles un discurso, enfrentar al candidato nacional y popular. Con todo a favor, Braden, como Clarín, pierde clamorosamente. Pero sabe que tiene la impunidad del poder. Pues bien, visita a Perón y lleva un pliego de condiciones para que el general transite una presidencia sin turbulencias. Braden dice algo así como “esto es lo que debe hacer para ser bien considerado en mi país”. El Presidente lo lee detenidamente y responde: “No quiero se bien considerado en su país a costa de ser un hijo de puta en el mío”.
Cuando pienso en las distintas caras que Perón mostrara en su larga vida política, créanme me quedo con ese revolucionario presidente conductor de un modelo nacional y popular y no con el viejo hijo de puta que le dio la derecha a López Rega para comenzar la represión ilegal con la complicidad del Estado. Sé que es un recorte, que estoy editando la historia de acuerdo a mis intereses, que Perón fue algo más complejo que esa maravillosa respuesta a Braden y su formidable primer gobierno. Pero es el Perón que necesito en este momento de la Patria. Su primera obligación es ser mi compinche, ser como yo quiera.
Por eso, cuando leo a tanto contrera profundamente preocupado por cuantas hectáreas tiene la propiedad de los Kirchner en el Calafate, y no mencionan la formidable quita que Néstor lograra sobre nuestra ominosa deuda externa, por citar sólo un ejemplo de una larga, larguísima lista de medidas verdaderamente nacionales y populares, no puedo dejar de enojarme. Y con respecto al relato histórico k, no está nada mal investirnos de una mística histórica que será muy necesaria cuando tengamos que enfrentar a los enemigos de siempre, que siempre estarán dispuestos a la revancha.
El presente como resignificante de la historia, la historia como eje de nuestra imaginación creadora, las banderas y mitos que creamos como escudos para enfrentar las grandes batallas. Gracias Cucurto, nuevo Roberto Arlt que se pasea entre Berazategui y Constitución pegando sin cansarse a cada rato un nuevo  “cross a la mandíbula”.